La muchacha desconocida camina por barrios obreros de Barcelona. ¿Una muchacha de padres españoles, nacida en Francia? La playa se extiende en línea recta hasta el siguiente pueblo. Abrió la ventana, estaba nublado pero hacía calor. Regresó al baño. Los ojos de ella miraban con curiosidad los edificios que se extendían a lo largo de la avenida. Todo esto es paranoia, pensó. Ella tiene dieciocho años pero no existe, nació en una ciudad industrial de Francia y se llama Rosario o María Dolores, pero no puede existir puesto que aún estoy aquí. ¿El tipo de control está dormido? Miró el reloj, al volver a la ventana encendió un cigarrillo. A través de los visillos los muchachos dormitaban entre las sombras de la calle. Siluetas intermitentes, sonido de voces apenas audibles. Observó la luna que colgaba sobre el edificio de enfrente. Desde la calle llegaron las palabras «barco», «olimpia», «restaurante». La muchacha se sentó en la terraza de un «restaurante» y pidió un vaso de vino blanco. Sobre su cabeza estaba la lona verde y un poco más arriba el verano. Así como encima del edificio sobresalía la luna y ella la miraba pensando en los motociclistas y en el nombre del mes: julio. Nacida en Francia de padres españoles, pelo rubio, absolutamente más allá del restaurante y de las palabras con que tratan de distraerla. «Desperté pues tu silueta se confundía con las sombras del dormitorio»… «Una explosión muy fuerte»… «Quedé sordo por el resto del día»… Soñó automóviles vacíos en solares negros como el carbón. Ya no hay pueblos ni barrios obreros para este actor. Dieciocho años, muy lejos. Regresa al baño. Muchacha kaputt.