Nos acercamos con suavidad. Lo que en su memoria se denomina pasado inmediato está amueblado con colchones apenas tocados por la luz. Colchones grises con franjas rojas y azules en algo que parece un pasillo o una sala de espera demasiado alargada. De todas maneras la memoria está inmovilizada en pasado inmediato como un tipo sin rostro en la silla del dentista. Hay casas y avenidas que bajan al mar, ventanas sucias y sombras en los rellanos. Escuchamos que alguien dice «hace mucho fue mediodía», la luz rebota contra el centro de pasado inmediato, algo que no es pantalla ni intenta sugerir imágenes. La memoria dicta con lentitud frases sin sonido. Suponemos que todo esto se ha hecho para que no aturda, una capa de pintura blanca recubre la película del suelo. Huir juntos se transformó hace mucho en vivir juntos y así la fidelidad del gesto quedó suspendida; el brillo de pasado inmediato. ¿Realmente hay sombras en los rellanos?, ¿realmente hubo un jorobadito que escribió poemas felices? (Alguien aplaude.) «Supe que eran ellos cuando oí sus pasos en la escalera»… «Cerré los ojos, la imagen de la pistola no correspondía a la realidad pistola»… «No me molesté en abrirles la puerta»… «Eran las dos de la mañana y entró una rubia que parecía un hombre»… «Sus ojos se fijaron en la luna a través de la cortina»… «Una sonrisa estúpida se dibujó lentamente en su rostro embadurnado de blanco»… «La pistola sólo era una palabra»… «Cierren la puerta, dije»… «Trizadura no es real, es chantaje»…