Se lo quedaron mirando pensativos mientras Joan volvía al café, el puro y el brandy.
– ¡Granpa! -Jenny llegó corriendo de la cocina seguida de Carmen, que portaba una nueva cafetera humeante. La niña se sentó junto a Joan y cogiéndolo de un brazo posesivamente, le pidió-: Abuelo, cuéntanos una historia de Cuba o de España.
– Sí, mi amor. -Y sonriendo a los adultos les dijo-: Pero no cerréis vuestro pacto antes de los sesenta años.
– ¿Por qué no antes? -inquirió Karen.
– Porque si pactáis demasiado pronto, no tendréis historias que contarles a vuestros nietos.