– El asesinato de Linda, aparte de una terrible desgracia -continuó Dubois-, representa un gran retraso para nuestros planes; ella conocía cada documento a la perfección y era una experta auditor. Si antes le necesitábamos a usted, ahora mucho más. Con el desorden que hoy tenemos en parte de los documentos, es imposible presentar las pruebas definitivas.
– Bien, de acuerdo, les ayudaré. Pero quiero algo a cambio.
– ¿Qué es?
– No dejo de pensar en el rey Pedro y su dilema; estoy impaciente por saber qué ocurrió. Quiero volver a la capilla y revivir aquel tiempo. Y no puedo esperar al sábado.
– De acuerdo -respondió Dubois-. Me parece lógico. Pero hay dos condiciones.
– ¿Cuáles son?
– Primera, tendrá que ser mañana; hoy hay mucho trabajo que terminar. -Jaime asintió con la cabeza-. Y segunda, tendrá que trabajar muchas horas aquí ayudándonos; no podemos dejar pasar más tiempo. Los Guardianes saben que está ocurriendo algo y se esforzarán en destruir y esconder pruebas.
– ¡Trato hecho! -dijo Jaime cerrando el acuerdo con un fuerte apretón de manos.