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– Y el papa y el emperador azteca aparecieron en seguida. ¿Pero quién diablos es Dasakumaracarita? ¿O Abd al-Latif? ¿O Hamatsa? -Pronunciaba los nombres sílaba a sílaba-. Al menos puedo decir «Sawney Beane» o «John Gregg».

Se pasó una mano por el pelo pero la cresta volvió a alzarse.

– Imagino que un antropólogo podría reconocer a alguna oscura diosa o algo por el estilo.

Yo miraba fijamente uno de los nombres de la lista. Hamatsa.

Moctezuma. Los aztecas.

Saturno devorando a sus hijos.

– ¿Hay algún lugar donde podamos hablar en privado?

Mi voz sonaba aguda y temblorosa.

McMahon me miró sorprendido y luego me llevó a un despacho que había a unos pocos metros.

Me llevó un momento ordenar las ideas.

– Lo que voy a decirle puede sonarle absurdo, pero me gustaría que me escuchara hasta el final.

Se reclinó en su silla y cruzó los dedos sobre el estómago.

– Entre los kwakiutl del noroeste del Pacífico, los Hamatsa formaban una sociedad de élite tribal. Los jóvenes que aspiraban a convertirse en Hamatsa debían soportar un largo período de aislamiento.

– ¿Como en las pruebas de una hermandad universitaria?

– Sí. Durante su estancia en la selva, los iniciados aparecían periódicamente en las afueras de la aldea, desvariando y gritando, se lanzaban sobre el poblado, mordían y arrancaban la carne de brazos y pechos de los desafortunados que estaban presentes y luego volvían a desaparecer en la selva.

McMahon se miraba las manos.

– Poco antes de que acabase ese exilio voluntario, cada iniciado recibía una momia previamente empapada en agua salada, limpiada y abierta por la mitad. Se esperaba que el iniciado curase con humo el cadáver para el ritual final.

Hice un esfuerzo para tragar.

– Durante el transcurso de ese ritual, el aspirante y los miembros más importantes de la hermandad devoraban trozos del cadáver.

McMahon continuó con la mirada clavada en las manos.

– ¿Está familiarizado con los aztecas?

– Sí.

– Apaciguaban la ira de los dioses a través de un ritual en el que comían seres humanos.

– ¿ Canibalismo?

Los ojos de McMahon finalmente se encontraron con los míos.

– A gran escala. Cuando Cortés y sus hombres entraron en la capital de Moctezuma, Tenochtitlán, encontraron montones de cráneos humanos en la plaza de la ciudad, otros empalados en estacas. Calcularon que había más de cien mil.

Silencio. Luego:

– Saturno comiendo a sus hijos.

– Polifemo capturó a Ulises y se comió a sus compañeros.

– ¿Qué tiene que ver un papa en todo esto?

– No estoy segura.

McMahon se marchó para reaparecer al cabo de unos minutos.

– Rayner lo está buscando.

Miró una de las notas y se rascó la cabeza.

– Rayner encontró la pintura de Géricault. Está basada en el naufragio en 1816 de una fragata francesa, La Méduse. Según la historia, los supervivientes se comieron a los muertos mientras vagaban perdidos en el mar.

Estaba a punto de mostrarle a McMahon mis propios hallazgos cuando Rayner apareció por la puerta. Escuchamos mientras leía las notas que había escrito en su cuaderno.

– No creo que quieran escuchar todo el resumen de la vida de este tío, de modo que me limitaré a los puntos más importantes. El papa Inocencio III es conocido sobre todo por haber organizado el cuarto concilio de Letrán en 1215. A todo el que era alguien en el mundo cristiano se le dijo que moviese el culo para estar presente en esa reunión.

Alzó la vista.

– Estoy haciendo una paráfrasis. Con todos los peces gordos reunidos, Inocencio decretó que a partir de entonces las palabras hoc est enim corpus meum debían interpretarse de forma literal, y se exigía a los fieles que creyeran en la tran-substanciación. Es la idea según la cual, durante la celebración de la misa, el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo.

Volvió a alzar la vista para ver si le seguíamos.

– Inocencio decretó que ese acto no es simbólico sino real. Aparentemente esta cuestión había sido debatida durante cerca de mil años, de modo que Inocencio decidió ponerle punto final. A partir de aquella fecha, si dudabas de la transubstanciación eras culpable de herejía.

– Gracias, Roger.

– De nada.

Volvió a su ordenador.

– ¿Cuál es la relación? -preguntó McMahon.

– Inocencio definió el acto ceremonial más sagrado del cristianismo como una verdadera ingesta de Dios. Es lo que los antropólogos llaman antropofagia ritual

Un recuerdo de mi infancia. Una monja vestida con su hábito tradicional, el crucifijo sobre el pecho, una tiza en las manos.

– ¿Conoce el origen de la palabra host ?

– Hostia. Significa «víctima sacrificatoria» en latín.

– ¿Cree que nos enfrentamos a algún grupo de chalados que disfruta con el canibalismo?

Inspiré profundamente.

– Creo que es mucho peor que eso.

– ¿Peor que qué?

Ambos nos volvimos. Ryan se encontraba en el mismo lugar que hacía pocos minutos había ocupado Rayner. McMahon le indicó una de las sillas.

– Peor que jugar con mitos y pinturas alegóricas. Me alegra que hayas venido, Ryan. Podrás confirmar lo que estoy a punto de describir.

Saqué del maletín las fotografías que me había enviado Jim y le pasé la primera a McMahon.

– Lo que aparece en esa fotografía es el fémur reconstruido de un venado. Los cortes fueron hechos con un instrumentó afilado, probablemente un cuchillo de piedra. Se puede observar cómo se agrupan alrededor de los puntos de unión del tendón y el ligamento, y en las articulaciones.

McMahon le pasó la foto a Ryan y yo le alcancé varias más.

– Ésos también son huesos de animales. Se puede apreciar una distribución similar de las estrías y las marcas de los cortes.

Siguiente fotografía.

– Esos son fragmentos de huesos humanos. Fueron hallados en la misma cueva del sureste de Francia donde se descubrieron los huesos de los animales.

– Parece el mismo patrón.

– Lo es.

– ¿Y significa?

– Matanza. A los huesos se les quitó la carne y fueron cortados o arrancados a la altura de las articulaciones.

– ¿Qué edad tiene este material?

– Entre cien mil y ciento veinte mil años de antigüedad. La zona estaba habitada por neandertales.

– ¿Todo esto es relevante para el caso?

Le pasé otro grupo de fotografías.

– Esos también son huesos humanos. Fueron recuperados en un lugar próximo a Mesa Verde, en la región suroccidental de Colorado.

– ¿Anasazi? -preguntó Ryan, cogiendo una de las fotos.

– Sí.

– ¿Quiénes son los anasazi? -preguntó McMahon.

– Antepasados de grupos como los hopi y los zuni. Este paraje estuvo habitado por un pequeño grupo humano alrededor del 1130 al 1150 a. J.C, durante un período de extrema sequía. Un colega de Chapel Hill fue quien dirigió la excavación al menos treinta y cinco adultos y niños fueron asesinados. Observen que el patrón es el mismo.

Les di otra foto.

– Éstas son algunas herramientas de piedra asociadas a los huesos humanos. Las pruebas confirmaron la presencia de sangre humana.

Otra.

– Esa vasija de cerámica contenía residuos de tejidos humanos.

– ¿Cómo pueden estar seguros de que estas marcas no fueron causadas por la erosión? ¿O por animales? ¿O por alguna clase de ritual fúnebre? Esta gente tal vez se dedicaba a cortar el cuerpo de los muertos para prepararlos para la otra vida. Eso podría explicar las herramientas y la vasija con sangre.

– Ése fue exactamente el argumento utilizado hasta que se descubrió esto.

Les pasé otra de las fotografías.

– ¿Qué demonios es eso?

McMahon se la pasó a Ryan.

– Después de que siete personas fuesen asesinadas, cocinadas y comidas en una pequeña cámara subterránea en este lugar, uno de los comensales se puso en cuclillas sobre el suelo frío del hogar utilizado para preparar la comida y defecó.

– ¡Mierda!

– Exactamente. Los arqueólogos lo llaman excrementos fósiles conservados. En esta bella muestra, las pruebas bioquímicas mostraron vestigios de proteína muscular humana digerida.

– ¿Es posible que esa proteína haya llegado hasta allí por otro medio?

– No la mioglobina. Las pruebas también demostraron que este tío había comido casi exclusivamente carne durante las dieciocho horas previas a su gran acto.

– Todo esto está muy bien, Tempe, pero tengo ocho fiambres y a una jauría de periodistas echándome el aliento en la nuca. Aparte de un grupo de chalados con un gusto morboso por el arte y la literatura, ¿por qué es relevante este material?

Añadí otras dos fotografías a las que ya había encima de su escritorio.

– ¿Ha oído hablar de Alfred G. Parker?

McMahon echó un vistazo al reloj y luego a las fotografías.

– No.

– Alfie Parker se hizo famoso por haber matado y comido a cinco personas en Colorado durante el invierno de 1974. Fue juzgado y condenado por asesinato. Recientemente las víctimas de aquella matanza fueron exhumadas y analizadas.

– ¿Por qué demonios hicieron eso?

– Precisión histórica.

Ryan pasó por detrás de McMahon. Mientras los dos hombres examinaban los huesos de las víctimas de Parker, me levanté y extendí las instantáneas Polaroid sobre el escritorio.

– Tomé estas fotos en el depósito esta mañana.

Como espectadores en una pista de tenis, las miradas de Ryan y McMahon pasaron de las víctimas de neandertales, anasazi y Parker a mis fotografías. Nadie habló durante lo que parecieron siglos.

McMahon rompió el silencio.

– ¡Por los clavos de Cristo!


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