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– ¿Estuviste en el ejército?

– En la guerra de Crimea.

Ignoré su comentario.

– ¿Es posible que alguien haya regalado su billete? ¿O que lo haya vendido?

– Tienes que presentar alguna identificación con fotografía.

– ¿Y si uno de los pasajeros se presentó en el mostrador de facturación, mostró su documento de identidad y luego le dio el billete a otra persona?

– Lo preguntaré.

Me acabé el pepinillo.

– ¿O sería posible que alguien estuviese transportando un espécimen biológico? Este pie está mucho más sucio y deteriorado que el material que he estado procesando.

Me miró con escepticismo.

– ¿Deteriorado?

– La descomposición de los tejidos parece más avanzada.

– ¿La velocidad de descomposición no está afectada por el medio ambiente?

– Naturalmente que sí.

Añadí un poco más de ketchup al resto del bocadillo y me lo metí en la boca.

– Creo que los especimenes biológicos tienen que ser informados y registrados -dijo Ryan.

Recordé las veces que había volado llevando huesos conmigo, subiéndolos a bordo del avión en el equipaje de mano. En una ocasión, al menos, había transportado tejidos dentro de un Tupperware para poder estudiar las marcas de sierra dejadas por un asesino en serie. No me convencía ese argumento.

– Tal vez los coyotes lo encontraron en otra parte -sugerí.

– ¿Por ejemplo?

– Un antiguo cementerio.

– ¿El vuelo 228 de TransSouth Air se estrelló en un cementerio?

– No directamente en un cementerio. -Recordé mi encuentro con Simón Midkiff y su preocupación por el lugar donde estaba excavando y comprendí cuan absurda debía sonar mi hipótesis. Sin embargo, el escepticismo de Ryan me sacaba de quicio-. Tú eres el experto en canes. Estoy segura de que sabes que se dedican a arrastrar cosas por todas partes.

– Tal vez el pie sufrió algún percance en vida que hace que parezca más viejo de lo que realmente es.

Tuve que reconocer que era posible.

– Y más descompuesto.

– Tal vez.

Recogí las cosas de la mesa y llevé los platos al fregadero.

– Escucha, ¿qué me dices si mañana nos damos una vuelta por Coyote Canyon y vemos si alguien está criando malvas?

Me volví para mirarle.

– ¿De verdad?

– Cualquier cosa que sirva para tranquilizar tu mente atormentada, cariño.

Las cosas no ocurrieron así.


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