– ¡Bennie, Bennie, ven, corre! -Era Hattie de pie ante el televisor de la cocina. Bear se puso en estado de alerta y levantó las orejas ante el tono de su voz.
– ¿Qué pasa? -dije, y cerré la puerta del dormitorio.
– Mira, ven. ¿No es esa tu empresa?
Corrí a la tele y quedé estupefacta ante la imagen de la pantalla. Estaban sacando una gran bolsa negra sobre una camilla de acero y la metían en una furgoneta de la policía. La imagen pasó a la fachada de ladrillos de la casa, luego a un primer plano de la placa que decía ROSATO amp; BISCARDI Subí el volumen, pero por alguna razón no quise oír las noticias. No podía soportarlas.
– -Es Mark --dijo Hattie--. Alguien lo ha matado.