Ay, canción de mí te burlas,
pues aunque fuera hacia arriba no me abriría como rosa.
Como rosa florece la rosa y nadie más. Lo sabes.
Intenté tener hojas. Quise poblarme de arbustos.
Conteniendo el aliento -para que fuera más rápido-
esperé el momento de convertirme en rosa.
Canción, tú que de mí no te apiadas:
tengo un cuerpo individual que en nada se transforma,
y soy desechable hasta la médula de los huesos.
De "Llamando al Yeti", 1957