– Te crees un jodido listillo, ¿verdad? No piensas nunca, jamás, en los demás, ni por un segundo, ¿eh? Bueno, apuesto a que estás verdaderamente satisfecho de ti mismo, ¿no?
Y entonces entró Madre y lo sacó de un empujón de la habitación y dijo:
– Christopher, lo siento. Lo siento muchísimo.
A la mañana siguiente, después de que el señor Shears se hubiese ido a trabajar, Madre metió un montón de ropa suya en dos maletas y me dijo que bajara y que trajera a Toby y me metiera en el coche. Metió las dos maletas en el maletero y nos fuimos. Pero era el coche del señor Shears y yo dije:
– ¿Estás robando el coche?
Y ella dijo:
– Sólo lo he cogido prestado.
Y yo dije:
– ¿Adonde vamos?
Y ella dijo:
– Nos vamos a casa.
Y yo dije:
– ¿Quieres decir nuestra casa de Swindon?
Y ella dijo:
– Sí.
Y yo dije:
– ¿Padre va a estar allí?
Y ella dijo:
– Por favor, Christopher, ahora mismo no me des la lata, ¿vale?
Y yo dije:
– Yo no quiero estar con Padre.
Y ella dijo:
– Sólo… Sólo… Todo va a salir bien, Christopher, ¿de acuerdo? Todo va a salir bien.
Y yo dije:
– ¿Volvemos a Swindon para que yo pueda hacer mi examen de matemáticas?
Y Madre dijo:
– ¿Cómo dices?
Y yo dije:
– Se supone que tenía que presentarme al examen de matemáticas mañana.
Y Madre habló muy despacio y dijo:
– Volvemos a Swindon porque si nos quedábamos más tiempo en Londres… alguien iba a resultar herido. Y no me refiero necesariamente a ti.
Y yo dije:
– ¿Qué quieres decir?
Y ella dijo:
– Ahora necesito que te estés callado un rato.
Y yo dije:
– ¿Cuánto rato quieres que esté callado?
Y Madre dijo:
– Jesús. -Y entonces dijo-: Media hora, Christopher. Necesito que estés callado media hora.
Y recorrimos todo el camino hasta Swindon y tardamos 3 horas y 12 minutos. Tuvimos que parar a poner gasolina y Madre me compró una Milky Bar, pero no me la comí. Nos quedamos atrapados en un gran atasco de tráfico. La causa del atasco era que la gente reducía la velocidad para mirar un accidente en la otra calzada. Traté de averiguar una fórmula para determinar si el origen de un atasco de tráfico es siempre una serie de conductores que reducen la velocidad, y cómo influía en ello a) la densidad de tráfico, y b) la velocidad del tráfico, y c) con qué rapidez frenaban los conductores cuando veían encenderse las luces de freno del coche de delante. Pero estaba demasiado cansado porque no había dormido la noche anterior, pensando en que no podría hacer el examen de bachiller en Matemáticas. Así que me quedé dormido.
Y cuando llegamos a Swindon, Madre tenía llaves de la casa y entramos y ella dijo:
– ¿Hola?
Pero allí no había nadie porque eran las 13.23. Yo tenía miedo pero Madre dijo que estaría a salvo, así que subí a mi habitación y cerré la puerta. Saqué a Toby de mi bolsillo y lo dejé correr por ahí y jugué al Buscaminas e hice la Versión Experto en 174 segundos, que superaba en 75 mi mejor tiempo.
Y entonces eran las 18.35 y oí que Padre llegaba a casa en su furgoneta, y moví la cama y la puse contra la puerta para que no pudiese entrar y él entró en la casa y él y Madre se gritaron. Y Padre gritó:
– ¿Cómo coño has entrado?
Y Madre gritó:
– Ésta también es mi casa, por si lo has olvidado.
Y Padre gritó:
– ¿Ha venido también tu jodido amiguito?
Y entonces cogí los bongos que me había comprado el tío Terry y me arrodillé en el rincón de la habitación y apreté la cabeza en el encuentro de las dos paredes y aporreé los bongos y gemí y seguí haciendo eso durante una hora, y entonces Madre entró en la habitación y dijo que Padre se había marchado. Que Padre se había ido a vivir con Rhodri durante un tiempo y que buscaríamos un sitio para nosotros en las siguientes semanas.
Entonces me fui al jardín y encontré la jaula de Toby detrás del cobertizo y la limpié y volví a meter a Toby dentro.
Le pregunté a Madre si podía presentarme a mi examen de matemáticas al día siguiente. Y ella dijo:
– Lo siento, Christopher.
Y yo dije:
– ¿Puedo hacer mi examen de bachiller en Matemáticas?
Y ella dijo:
– No me estás escuchando, ¿verdad, Christopher?
Y yo dije:
– Te estoy escuchando.
Y Madre dijo:
– Ya te lo dije. Llamé a la directora. Le dije que estabas en Londres. Le dije que lo harías el año que viene.
Y yo dije:
– Pero ahora estoy aquí y puedo hacerlo.
Y Madre dijo:
– Lo siento, Christopher. Quería hacer las cosas correctamente. Intentaba no estropearlo todo.
Y el pecho empezó a dolerme otra vez, y crucé los brazos y me balanceé de atrás hacia delante y gemí. Y Madre dijo:
– No sabía que íbamos a volver.
Pero yo seguí gimiendo y balanceándome de atrás hacia delante.
Y madre dijo:
– Vamos. Con eso no vas a arreglar nada.
Entonces me preguntó si quería ver uno de mis vídeos de El planeta azul sobre la vida bajo los hielos del Ártico o la migración de yubartas, pero no dije nada, porque sabía que no podría hacer mi examen de bachiller en Matemáticas y era como apretar la uña del pulgar contra un radiador cuando está muy caliente y el dolor empieza y hace que quieras llorar y el dolor sigue incluso cuando apartas el pulgar del radiador.
Entonces Madre me preparó unas zanahorias y bróculi y ketchup, pero no me lo comí.
Y esa noche tampoco dormí.
Al día siguiente Madre me llevó al colegio en el coche del señor Shears porque perdimos el autocar. Y cuando íbamos a subir al coche la señora Shears cruzó la calle y le dijo a Madre:
– Pero qué cara más dura tienes, joder.
Y Madre dijo:
– Métete en el coche, Christopher.
Pero yo no podía meterme en el coche porque la puerta estaba cerrada. Y la señora Shears dijo:
– ¿Qué, así que al final te ha dejado a ti también?
Entonces Madre abrió su puerta, entró en el coche, abrió el seguro de mi puerta y yo entré y nos fuimos.
Cuando llegamos al colegio, Siobhan dijo:
– Así que usted es la madre de Christopher.
Y Siobhan dijo que se alegraba de volver a verme y me preguntó si estaba bien y yo le dije que estaba cansado. Madre le explicó que estaba disgustado porque no podía hacer mi examen de bachiller en Matemáticas, así que no había comido bien ni dormido bien.
Y entonces Madre se fue y yo dibujé un autobús utilizando la perspectiva, para no tener que pensar en el dolor de mi pecho. Tenía este aspecto
Después de comer, Siobhan dijo que había hablado con la señora Gascoyne, y que ésta aún tenía mis exámenes en 3 sobres sellados en su escritorio.
Así que le pregunté si todavía podía examinarme de bachiller. Y Siobhan dijo:
– Creo que sí. Vamos a llamar al reverendo Peters esta tarde para asegurarnos de que todavía puede venir y ser tu supervisor. La señora Gascoyne escribirá una carta al tribunal examinador para decirles que al final vas a presentarte al examen. Y es de esperar que estén de acuerdo. Pero no podemos saberlo con certeza. -Dejó de hablar unos segundos-: Pensaba que debía decírtelo ahora. Así podrías pensarlo un poco.
Y yo dije:
– ¿Así podría pensar un poco en qué?
Y ella dijo:
– ¿Estás seguro de que eso es lo que quieres hacer, Christopher?
Y yo pensé en la pregunta y no estuve seguro de cuál era la respuesta, porque quería hacer el examen de matemáticas pero estaba muy cansado y cuando trataba de pensar en matemáticas mi cerebro no funcionaba correctamente, y cuando trataba de recordar ciertos datos, como la fórmula logarítmica para el número aproximado de números primos no mayores que (x ), no conseguía acordarme, y eso me daba miedo.
Y Siobhan dijo:
– No tienes que hacerlo, Christopher. Si dices que no quieres hacerlo, nadie va a enfadarse contigo. Y no será una equivocación o algo ilegal o estúpido. Tan sólo será lo que tú quieres y eso estará bien.
Y yo dije:
– Quiero hacerlo.
Porque no me gusta cuando pongo cosas en mi horario y luego tengo que quitarlas, porque cuando hago eso me mareo.
Y Siobhan dijo:
– De acuerdo.
Y llamó por teléfono al reverendo Peters y él vino al colegio a las 15.27 y dijo:
– Bueno, jovencito, ¿listos para empezar?
Hice el Examen 1 de mi bachiller en Matemáticas sentado en el aula de manualidades. Y el reverendo Peters fue el supervisor, y se sentó a un escritorio mientras yo hacía el examen, y leyó un libro titulado El precio del discipulado de Dietrich Bonhoeffer, y se comió un bocadillo. Y en medio del examen se fue a fumar un cigarrillo fuera, pero me miraba por la ventana por si yo hacía trampas.
Cuando abrí el examen y lo leí todo, no supe cómo responder a ninguna de las preguntas, y además no podía respirar correctamente. Quería pegarle a alguien o pincharle con mi navaja del Ejército Suizo, pero no había nadie a quien pegar o pinchar con mi navaja del Ejército Suizo, excepto el reverendo Peters y él era muy alto, y si le pegaba o le pinchaba con mi navaja del Ejército Suizo no sería mi supervisor durante el resto del examen. Así que hice respiraciones profundas tal como Siobhan me había dicho que tenía que hacer cuando quería pegar a alguien en el colegio y conté cincuenta respiraciones e hice cubos de los números cardinales mientras contaba, así
1, 8, 27, 64, 125, 216, 343, 512, 729, 1.000, 1.331, 1.728, 2.197, 2.744, 3.375, 4.096, 4.913… etc.
Y eso me hizo sentir un poquito más tranquilo. Pero el examen duraba 2 horas y ya habían pasado veinte minutos, o sea que tenía que trabajar muy rápido y no tuve tiempo de comprobar mis respuestas correctamente.
Y esa noche, justo después de llegar a casa, Padre vino a la casa y yo grité, pero Madre dijo que no dejaría que me pasara nada malo y me fui al jardín y me tumbé y miré las estrellas en el cielo y me hice insignificante. Y cuando Padre salió de la casa me miró durante mucho rato y luego le dio un puñetazo a la valla y le hizo un agujero y se marchó.
Aquella noche dormí un poco porque estaba haciendo mi examen de bachiller en Matemáticas. Y tomé sopa de espinacas para cenar.