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Así pues, la situación no era tan mala, sobre todo teniendo en cuenta que el problema potencial con Cindy Carlson estaría resuelto.

Cuando Raymond llegó a su apartamento, su humor había mejorado notablemente, al menos hasta que entró por la puerta.

– Te han llamado dos veces de Africa -anunció Darlene.

– ¿Problemas? -preguntó él. Había algo inquietante en la voz de Darlene.

– Buenas y malas noticias -respondió ella-. Las buenas son del cirujano. Ha dicho que Horace Winchester se recupera milagrosamente bien y que ya puedes prepararte para viajar a recogerlo a él y al equipo de cirugía.

– ¿Cuál es la mala noticia? -preguntó Raymond.

– La otra llamada era de Siegfried Spallek. Fue un tanto vago, pero dijo que había un problema con Kevin Marshall.

– ¿Qué clase de problema?

– No entró en detalles -respondió ella.

Raymond recordó que le había pedido específicamente a Kevin que no cometiera ninguna imprudencia y se preguntó si el investigador habría hecho caso omiso de su advertencia.

Seguramente tenía relación con el puñetero humo.

– ¿Spallek pidió que lo telefoneara esta noche? -preguntó.

– Cuando llamó ya eran las once hora local. Dijo que hablaría contigo mañana.

Raymond gruñó para sus adentros. Ahora pasaría la noche en vela. Se preguntó cuándo acabaría todo aquello.

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