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Dudas del lector

Pensará el lector: «¿Qué intenciones tiene este vecino? ¿Concibe el juego tan sólo como un espejo de la fantasía de una escritora a la que quizá admira? ¿Acaso pretende llevarlo hasta el final, con todas sus consecuencias? ¿Y por qué alguien iba a pretender eso? ¿O bien -¡delirio inmenso de la literatura!- se trata todavía de la misma escritora, que intenta confundirme? ¿Se ha vuelto loca? No obstante…». Compadezco al desesperado lector llegado este punto, Manolo, porque la irrealidad se filtra como la niebla, basta una rendija: «Si la escritora se lo inventa todo, ¿por qué no se va a inventar también el pueblo? Y si el pueblo es ficticio, ¿por qué no ella misma? ¿Y por qué no yo, su lector?››. Terrible y desconocido tormento es leer lo que otro maquina. A mí me ocurre eso contigo, Manolo, que no sé qué es lo que inventas y qué lo que afirmas con seriedad, y tampoco sé si lo que afirmas con seriedad es inventado (porque la seriedad nada tiene que ver con la existencia de las cosas, ya lo decía Nietzsche). y ni siquiera sé si lo que inventas es serio y, por tanto, si merece el esfuerzo de mi reflexión.

Las últimas líneas van dedicadas a mi «asesino».

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