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TALOS

Los SERES vivos hechos de metal o de piedra integran una especie alarmante de la zoología fantástica. Recordemos los airados toros de bronce que respiraban fuego y que Jasón, por obra de las artes mágicas de Medea, logró uncir al arado; la estatua psicológica de Condillac, de mármol sensible; el barquero de cobre, con una lámina de plomo en el pecho, en la que se leían nombres y talismanes, que rescató y abandonó, en Las mil y una noches, al tercer mendigo hijo de rey, cuando éste hubo derribado al jinete de la Montaña del Imán; las muchachas "de suave plata y de furioso oro" que una diosa de la mitología de William Blake apresó para un hombre, en redes de seda; las aves de metal que fueron nodrizas de Ares, y Talos, el guardián de la isla de Creta. Algunos lo declaran obra de Vulcano o de Dédalo; Apolonio de Rodas, en su Argonáutica, refiere que era el último superviviente de una Raza de Bronce.

Tres veces al día daba la vuelta a la isla de Creta [12] y arrojaba peñascos a los que pretendían desembarcar.

Caldeado al rojo vivo, abrazaba a los hombre y los mataba. Sólo era vulnerable en el talón; guiados por la hechicera Medea, Castor y Polux, los Dioscuros, le dieron muerte.

[12] A la serie podemos agregar un animal de tiro: el rápido jabalí Gullinbursti, cuyo nombre quiere decir El de cerdas de oro, y que también se llama Slidrugtanni (El de peligrosos colmillos). "Esta obra viva de herrería -escribe el mitólogo Paul Herrmann- salió de la fragna de los habilidosos enanos; éstos arrojaron al fuego una piel de cerdo y sacaron un jabalí de oro, capaz de recorrer la tierra, el agua y el aire. Por oscura que sea la noche, siempre hay bastante claridad en el sitio en que esté el jabalí." Gullinbursti tira del coche de Freyr, dios escandinavo de la generación y de la fecundidad.


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