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HANIEL, KAFZIEL, AZRIEL Y ANIEL

EN BABILONIA, Ezequiel vio en una visión cuatro animales o ángeles, "y cada uno tenía cuatro rostros, y cuatro alas" y "la figura de sus rostros era rostro de hombre, y rostro de león a la parte derecha, y rostro de buey a la parte izquierda, y los cuatro tenían asimismo rostro de águila." Caminaban donde los llevara el espíritu, "cada uno en derecho de su rostro", o de sus cuatro rostros, tal vez creciendo mágicamente, hacia los cuatro rumbos. Cuatro ruedas "tan altas que eran horribles" seguían a los án-geles y estaban llenas de ojos alrededor.

Memorias de Ezequiel inspiraron los animales de la Revelación de San Juan, en uyo capítulo IV se lee:

Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y en medio del trono; y al derredor del trono cuatro animales llenos de ojos delante y detrás.

Y el primer animal era semejante a un león, y el segundo animal, semejante a un becerro, y el tercer animal tenía la cara como hombre, y el cuarto animal, semejante al águila que vuela. Y los cuatro animales tenían cada uno por sí seis alas al derredor; y de dentro estaban llenos de ojos; y no tenían reposo día ni noche, diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, que era, y que es, y que ha de venir.

En el Zohar o Libro del Esplendor se agrega que los cuatro animales se llaman Haniel, Kafziel, Azriel y Aniel, y que miran al Oriente, al Norte, al Sur y al Occidente.

Stevenson preguntó que si tales cosas había en el Cielo, qué no habría en el Infierno. Del pasaje an-terior del Apocalipsis derivó Chesterton su ilustre metáfora de la noche: "un monstruo hecho de ojos".

Hayotb (seres vivientes) se llaman los ángeles cuádruples del Libro de Ezeqtáel; para el Se Jet Yetsirali, son los diez números que sirvieron, con las veintidós letras del alfabeto, para crear este mundo; para el Zohar, descendieron de la región superior, coronados de letras.

De los cuatro rostros de los Hayoth derivaron los evangelistas sus símbolos; a Mateo le tocó el ángel, a veces humano y barbado; a Marcos, el león; a Lucas, el buey; a Juan, el águila. San Gerónimo, en su comentario a Ezequiel, ha procurado razonar estas atribuciones. Dice que a Mateo le fue dado el ángel (el hombre), porque destacó la naturaleza humana del Redentor; a Marcos, el león, porque declaró su dignidad real; a Lucas, el buey, emblema de sacrificio, porque mostró su caráctcr sacerdotal; a Juan, el águila, por su vuelo ferviente.

Un investigador alemán, el doctor Richard Hen-nig, busca el remoto origen de estos emblemas en cuatro signos del Zodíaco, que distan noventa grados uno del otro. El león y el toro no ofrecen la menor dificultad; el ángel ha sido identificado con Acuario, que tiene cara de hombre, y el águila de Juan con Escorpio, rechazado por juzgarse de mal agüero. Nicolás de Vore, en su Diccionario de astrología, propone también esta hipótesis y observa que las cuatro figuras se juntan en la esfinge, que puede tener cabeza humana, cuerpo de toro, garras y cola de león y alas de águila.

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