SEGÚN un pasaje de Séneca, Tales de Mileto enseñó que la tierra flota en el agua, como una embarcación, y que el agua, agitada por las tormentas, causa los terremotos. Otro sistema sismológico nos proponen los historiadores, o mitólogos, japoneses del siglo VIII.
En una página famosa se lee:
Bajo la Tierra -de llanuras juncosas- yacía un Karni (un ser sobrenatural) que tenía la forma de un barbo y que, al moverse, hacía que temblaxa la tierra hasta que el Magno Dios de la Isla de Ciervos hundió la hoja de su espada en la tierra y le atravesó la cabeza. Cuando el Kami se agita, el Magno Dios se apoya en la empuñadura y el Kami vuelve a la quietud.
(El pomo de la espada, labrado en piedra, sobresale del suelo a unos pocos pasos del templo de Kashima. Seis días y seis noches cayó en el siglo XVII un señor feudal, sin dar con el fin de la hoja.)
Para el vulgo, el Jinshin-Uwo, o Pez de los Terremotos, es una anguila de setecientas millas de largo, que lleva el Japón en el lomo. Corre de norte a sur; la cabeza viene a quedar bajo Kioto, la punta de la cola bajo Awomori. Algún racionalista se ha permitido invertir ese rumbo, porque en el sur abundan los terremotos y resulta más fácil imaginar un movimiento de la cola. D algún modo, este animal es análogo al Bahamut de las tradiciones arábigas y al Midgardsorm de la Edda.
En ciertas regiones lo substituye sin ventaja apresiable el Escarabajo de los terremotos, el Jinshi-Mushi. Tiene cabeza de dragón, diez patas de araña y está cubierto de escamas. Es bestia subterránea, nosubmarina.