– Quizá Chartres. Tal vez Amiens. ¿Por qué lo pregunta?
– Entonces, sin duda uno de esos lugares debe de ser el foco, la fuente. Si no me equivoco, el resto de luminosidades que fotografió su satélite se debieron activar como si fueran bombillas conectadas a una misma red eléctrica. Si quiere saber los porqués, deberá viajar hasta allá y confirmar cuál es el emisor principal. A fin de cuentas, Vézelay debe de ser sólo un pálido reflejo de esa red principal.
– Pero usted habla de una energía terrestre, telúrica dijo, y lo que más me extraña es que esos puntos tienen forma de constelación si se aplican sobre un plano de Francia. Recuerdan a Virgo. De igual modo, sé que Vézelay es la más exterior de las abadías benedictinas de la Champaña que imitan la Osa Mayor. ¿Eso no le parece significativo?
– Tal vez -respondió el padre sin inmutarse por aquellas revelaciones.
– ¿Tal vez?
El padre Pierre no pestañeó.
– Tal vez, he dicho. Por si le sirve de algo, yo sí creo en el Diablo.