Los novicios del monasterio de Sceta oyeron, cierta tarde, que un monje ofendía a otro. El superior del monasterio, el Abate Sisois, le pidió al monje ofendido que perdonara a su agresor.
– De ningún modo -fue la respuesta. -Él lo hizo, él tendrá que pagar.
Al mismo tiempo, el Abate Sisois levantó los brazos al cielo y comenzó a rezar:
– Jesús mío, no precisamos más de Tí. Ya somos capaces de hacer que los agresores paguen sus ofensas. Ya somos capaces de tomar venganza por nuestra propia mano, y cuidar del Bien y del Mal. Por lo tanto, puedes apartarte de nosotros sin problema.
Avergonzado, el monje agredido perdonó de inmediato a su hermano.