El gran rabino Yitzahk Meir, cuando todavía estudiaba las tradiciones de su pueblo, oyó que uno de sus amigos le dijo, en tono de broma:
– Yo le doy una moneda si usted logra decirme dónde vive Dios.
– Y yo le daré dos monedas, si usted logra decirme dónde no vive Dios -le respondió Meir.