Unos segundos más tarde oprimió el gatillo con suavidad.
Hacia el mediodía del 31 de diciembre, Nastia tuvo que hacer grandes esfuerzos por no perder la calma. El intermediario no había vuelto a llamar ni una sola vez, no tenía noticias de Gordéyev y se sentía desorientada, sin la mínima noción sobre lo que estaba ocurriendo.
Estaba tumbada sobre el sofá, de cara a la pared, tratando de dominar la tiritona producida por los nervios, y repasaba sus conjeturas. ¿Qué pudo haber sucedido? ¿Se habían enterado de la detención de Diakov? Entonces, cabía esperar que, de un momento a otro, llamasen a la puerta, y en el apartamento irrumpiese Lártsev, enloquecido, pistola en ristre. ¿Qué otra cosa podía haber pasado?
Para colmo de males, el teléfono no paraba de sonar: amigos y conocidos le deseaban feliz año nuevo. Cada nuevo timbre de teléfono la hacía estremecer como si hubiera recibido una descarga eléctrica, el corazón no le cabía en el pecho, el sudor le humedecía las palmas de las manos. Pero «ellos» seguían sin llamar…
Hacia las ocho de la noche, al fin el Buñuelo dio señales de vida. Su voz sonó triste.
– ¿Cómo estás, Stásenka?
– Voy tirando -contestó tan tranquilamente como pudo-. ¿Y ustedes?
– Mal. Zhenia Morózov está muerto. Tu estudiante, Oleg Mescherínov, también. Volodya Lártsev está herido de gravedad, me temo que no salga de ésta.
– Dios mío…
El suelo se movió bajo sus pies y Nastia tuvo que apoyarse en el armario para no caer.
– Qué horror. ¿Qué ha ocurrido, Víctor Alexéyevich?
– Es largo de contar. Oye, pequeña, coge a tu genio pelirrojo y ven aquí. Mi Nadezhda Andréyevna se ha pasado el día entero guisando y horneando, hay comida para un regimiento, sea como sea, hoy es fiesta.
– Víctor Alexéyevich, no puedo, palabra de honor.
– Sí que puedes, Stásenka. Ya nadie te vigila.
– ¿Cómo?… No me diga que… -balbuceó atónita.
– Te digo. Fistín está detenido; la hija de Lártsev, en libertad; y el diputado de la Duma Nacional Serguey Alexándrovich Grádov ha decidido su suerte él sólito, sin esperar nuestra ayuda.
– ¿Es decir?
– Se ha pegado un tiro.
– Entonces, ¿ya está? ¿Todo ha terminado?
– Todo ha terminado. No de la forma que nos hubiese gustado pero ha terminado. ¿Por qué callas?
– Estoy llorando -apenas pudo articular Nastia, hecha un mar de lágrimas.
La tensión inhumana la había soltado de sus garras, y sobrevino la reacción.
– De acuerdo, llora un poco. Pero luego vestíos y venid hacia aquí. Entonces discutiremos todo eso.
La celebración de la Nochevieja que tuvo lugar en casa del coronel Gordéyev fue triste. Víctor Alexéyevich, su mujer, Nastia y Liosa se tomaron una copa de champán y hurgaron sin interés con los tenedores en los platos llenos de suculentos guisos. Nadie intentó aparentar siquiera que las cosas estaban como debían estar. Nadezhda Andréyevna, con sus treinta años de experiencia como mujer de un detective, no necesitaba explicaciones para entender lo que pasaba y a la primera oportunidad se levantó de la mesa.
– Desahóguense, hablen; entretanto, Liosa y yo vamos a ver una película. Me han prestado unos vídeos de no sé qué ganadores de Oscars.
Nastia levantó la cabeza y su mirada se cruzó con la de Liosa. El hombre tenía el gesto crispado.
– Que Lioska se quede -le pidió a Gordéyev-. Tiene derecho a saber.
Nadie se atrevía a empezar la conversación. Tanto Nastia como Víctor Alexéyevich sentían pena y amargura.
– Diakov y Fistín han prestado declaración -dijo al fin Gordéyev-. Diakov es un chaval, todo lo que tiene son los músculos. En lo que se refiere al episodio del piso de Kartashov, sigue en sus trece, sostiene que un desconocido le dio las llaves, prometiendo pagarle si le traía la nota que tenía que encontrar en el piso de Kartashov. En cuanto a todo lo demás, se atiene al esquema habitual: «No sé, no me acuerdo, no he visto.» Como siga así, no tenemos nada de qué inculparle, si por lo menos dijese lo mismo que había contado a Kartashov, que había ido para robar el piso, se le podría acusar de intento de robo con allanamiento de la morada. En cambio, el allanamiento de la morada con el fin del robo de una nota, ¿qué queréis que hagamos con esto? Viacheslav Kuzin, en cuyo piso han encontrado a Nadia, es propietario, como resulta, de un coche cuya pintura es idéntica a la del vehículo que atropello a Kosar, así que podríamos empezar a tirar de este hilo, a ver si desmadejamos todo el ovillo. Fistín, esto ya son palabras mayores. Se ha puesto a regatear, ha prometido entregarnos a un tal Arsén omnipotente, que había organizado todos los asesinatos y el secuestro de la niña. Esto nos lo dice ahora, para proteger a su amigo Grádov. Cuando le comunique que Serguey Alexándrovich se ha quitado de en medio, veremos con qué sale entonces. Desde luego, no hemos encontrado a ningún Arsén.
– Pero existe -medio preguntó, medio afirmó Nastia.
– Y que lo digas -suspiró Gordéyev-, pero vete tú a saber dónde buscarle. Se ha desvanecido como un fantasma al amanecer. El número que Fistín utilizaba para llamarle no existe. Nuestra única esperanza es Lártsev. Si vive, tal vez nos cuente algunas cosas. Por ejemplo, ¿para qué fue a casa del estudiante? ¿Por qué se liaron a tiros?
– El estudiante era un infiltrado de Arsén -dijo Nastia con rotundidad-. Ahora estoy absolutamente segura. Fue él quien hizo un molde de mis llaves, cuando regresé de Italia y mencioné a Brizac por primera vez. También fue a ver a la viuda de Kosar, se llevó la libreta de su marido y no me la entregó porque en la libreta estaban anotados los teléfonos de Bondarenko. Me mintió, dijo que la había perdido.
– ¿Y qué, pues? ¿Qué buscaba Lártsev en su casa?
– Tal vez, Lártsev se había enterado de que Oleg trabajaba para ese escurridizo Arsén y pensó que tenía que ver con el secuestro de Nadia -aventuró Nastia.
– Tal vez pensó eso -convino Gordéyev-. Pero en este caso, ¿por qué no le habló, por qué no intentó averiguar dónde tenían a la niña sino que le disparó sin más? La madre de Oleg dice que lo hizo sin mediar palabra. Hay otra variante: Lártsev pudo haberse enterado de que fue Oleg quien mató a Morózov, y fue allí para ejecutarle por traidor. Así las cosas, sería de esperar que prescindiese de conversaciones. Lo que más me fastidia de todo esto es que nuestros chicos llegaron allí sólo medio minuto más tarde, ya estaban en la escalera cuando oyeron los disparos.
– No me lo creo -dijo Nastia negando con la cabeza-. ¿Fue a verle para matarle delante de su madre? Me lo creería de cualquiera menos de Volodka.
– Tampoco yo me lo creo. Antes de ir a casa de Oleg, Lártsev estuvo en la Sociedad de Cazadores y Pescadores. Probablemente, le urgía obtener la dirección de Mescherínov y, tal vez, Oleg le había contado que su madre era cazadora y que vivía en la avenida Lenin. Conseguir la dirección de este modo le resultaba más sencillo y rápido que regresar a Petrovka y esperar a que llegase el estudiante, o informarse en la Oficina de Empadronamiento. ¿Hay otras hipótesis?
– De momento no. Pero seguiré pensando. Tengo el mal presentimiento de que nunca llegaremos a saber toda la verdad sobre este caso. Y Zhenia, ¿qué pasó con él?
– Lo que pasó con Zhenia, Stásenka, es que se había metido en una historia muy fea. Encontramos en su bolsa unos apuntes sobre el caso de Yeriómina. Resulta que se dedicaba a investigarlo por cuenta propia y te ocultaba la información, supongo que quería encontrar a los asesinos solo, sin ayuda del vecino. Así tú te quedarías cubierta de porquería y todos los honores serían para él. En esos apuntes hay tela suficiente para vincular a Fistín y su comando al asesinato de Vica, de modo que al menos esto debemos agradecérselo. Pero al parecer, ayer ocurrió algo que lo convirtió en un peligro para el intermediario. ¿Qué fue exactamente?, ya nunca lo sabremos. No le contó nada a Pasha Zherejov, prefirió esperar a que yo volviera. Y lo que le trajo la espera. Aunque no se habla mal de los difuntos, ha sido un estúpido. No se pueden despreciar las reglas del juego cuando se juega en equipo. Siempre acaba mal. Fíjate en un detalle: le mataron sin intentar siquiera esclarecer si había contado a alguien su último descubrimiento. ¿Te das cuenta de lo que significa?