– ¿Qué pasa?
Simone decidió que ella tenía el deber de ser el heraldo; como Xypher había advertido anteriormente, desde que ella era hembra Xedrix estaba menos dispuesto a lastimarla.
– Es Kerryna. Encontramos a Kyle Peltier herido. Dijo que los gallu la habían cogido.
El vaso en la mano de Xedrix estalló mientras sus ojos brillaban en un terrorífico rojo.
– ¿Qué quieres decir con que la han cogido? -Agarró a uno de los demonios que estaba pasando y lo lanzó sobre la barra.
Los humanos a su alrededor cogieron rápidamente sus bebidas y se apartaron.
– ¿Dónde está Kerryna? -Exigió Xedrix.
El Caronte palideció.
– La última vez que la vi dijo que no se sentía bien. Se dirigió escaleras arriba a la oficina para tumbarse. Dijo que no te lo dijera. No quería que te preocuparas. Comentó que volvería antes de que la echases en falta.
El humo salió de las ventanas nasales de Xedrix en una aterradora muestra de furia.
– ¿Por qué la dejaste sola?
– Estaba enferma así que subió con el oso. Yo sólo hice lo que tu Katika me dijo que hiciera.
Xypher frunció el ceño.
– ¿Cómo puede estar enferma?
Xedrix se volvió a él con un feroz gruñido.
– Ella no está enferma. Está embarazada de mi simi.
Simone jadeó. Eso era malo.
Xedrix apartó de golpe el taburete, pero antes de que pudiera hacer nada, Xypher lo agarró del brazo.
– Llévame contigo a Kalosis.
Xedriz bufó ante él.
– ¿Estás loco? ¿Tienes alguna idea de lo que haría Stryker si te mostraras allí?
– No me importa.
Xedrix inclinó la cabeza a modo de pregunta.
– ¿Tu venganza significa tanto para ti?
Xypher capturó la mirada de Simone antes de responder.
– Mi venganza ya no significa nada para mí. Envíame allí y te traeré a Kerryna.
Xedrix dio un paso atrás.
– ¿Qué estás diciendo?
Xypher hizo una pausa mientras pensaba cuidadosamente en cuánto quería decirles a ellos. No era sólo el traer a Kerryna de regreso, era sobre la protección de Simone. Ella significaba más para él de los que había significado nada.
Incluso su venganza.
– Entiendo por qué no te quedarías con Kerryna en Kalosis. Protege a Simone y sacaré a Kerryna de allí para ti. Lo juro.
El demonio curvó sus labios.
– Stryker nunca te lo permitirá. Te matará en el instante en que te muestres. Los gallu quieren utilizarla, no la entregarán sin pelear.
– Stryker es medio humano y medio dios. Sus poderes no pueden compararse con los míos.
La sonrisa burlona de Xedrix se extendió.
– Tú eres medio dios Griego… ¿Tienes alguna idea de lo que te haría Apollymi en el minuto en que esa esencia cruzara su nariz? No podrás dar un paso antes de que ella te empale. Yo soy el único quien tiene una oportunidad allí. Por lo dioses, que voy a aprovecharla.
Jesse maldijo.
Simone se volvió para mirarle y señaló por encima del hombro de Xedrix. Allí en las sombras, contra la pared, estaba Kerryna y se veía horrible.
Ellos se apresuraron a su lado.
Xedrix la atrajo a sus brazos y la sostuvo cerca.
– ¿Estás bien, me arita?
Kerryna jadeó como si estuviese luchando con una fuerte oleada de náuseas. Ella se pegó a Xedrix mientras las lágrimas rebosaban en sus ojos.
– Ellos me dieron Aperia.
La cara de Xedrix palideció.
– ¿Qué es eso?-Preguntó Simone.
Xypher maldijo.
– Es un veneno que actúa lentamente y que es mortal para los demonios.
– Tengo doce horas, -dijo Kerryna, con la voz rota- Si mato a Xypher y a la Destructora, Satara me dará el antídoto.
Xedrix miró a Xypher.
– Estás muerto hijo de puta.
– ¡No! -Chasqueó Kerryna, cubriendo su cara y haciendo que la mirara a ella-. Nosotros no podemos hacer eso.
Un furioso músculo se tensó en el cuello de Xedrix.
– No voy a dejarte morir. No me importa a quien tenga que matar para salvarte. Lo haré.
Simone se aclaró la garganta llamando la atención.
– ¿No podemos conseguir el antídoto?
Kerryna negó con la cabeza.
– Lo tiene Satara y ella está custodiada por un ciento de Spathi Daimons y demonios gallu. No hay esperanza. Ella quiere a Xypher muerto. Su vida es la única cosa que dará a cambio del antídoto.
Simone se negaba a creer eso,
– Tiene que haber otra manera.
Xypher se volvió a ella cuando recordó a alguien que estaba no sólo estaba conectada con Apollymi y Satara, sino alguien que también le debía un favor.
– Tengo una idea. Dame tu teléfono.
Simone lo hizo.
Él lo abrió y marcó a Acheron quien respondió al primer toque.
– Necesito un favor.
Acheron se rió.
– ¿De veras?
– Pero no de ti. Necesito hablar con Katra.
– ¿Por qué? -No pasaba desapercibido el hielo en el tono de Acheron. No es que Xypher lo culpara. Katra era la hija de Acheron y estaba seguro que el atlante haría cualquier cosa por protegerla.
Pero ahora mismo, tenían problemas mucho más acuciantes.
– Necesito a alguien que pueda entrar en Kalosis, patearle el culo a Satara, y salvar la vida de una inocente… Dimme.
– ¿Dónde estás?
– Club Vampiro en el Warehouse District. ¿Conoces el lugar?
– No, pero estaré allí en breve.
Colgó y miró a Xedrix.
– Tengo al calvario viniendo hacia aquí. Confía en mí.
Deslizando a Kerryna a un lado, Xedrix alcanzó la pared y bajó la palanca de una alarma de incendios. Ésta sonó en un tono ensordecedor que ahogó incluso la música.
Cada humano en el club corrió hacia las puertas mientras los demonios se reunían alrededor de Xedrix.
– Cerramos por esta noche, -anunció Xedrix a su equipo-. Tyris, llama al departamento de incendios y diles que un borracho tiró de la palanca por error.
Mientras ellos esperaban por Acheron, Xedrix llevó a Kerryna a la barra y la sentó en un taburete.
– ¿Qué estás planeando? -le preguntó Simone a Xypher- Y no me digas que nada. He aprendido a conocerte mejor que eso.
Él miró a Kerryna antes de responder.
– Estoy cansado de ver salir herida a gente inocente. Voy a acabar con esto de una vez por todas.
– ¿Y si no puedes?
– Lo haré.
Simone sintió una fisura en el aire un instante antes de que Acheron apareciera con una extremadamente alta, increíblemente hermosa mujer rubia quien estaba obviamente embarazada. Debía ser la misteriosa Katra.
Los Carontes sisearon tan pronto los vieron, entonces cayeron de rodillas.
Acheron miró alrededor con una ceja totalmente arqueada.
– Esto es completamente inesperado -frunció el ceño ante Xypher- ¿De dónde han venido los Carontes?
Xedrix se levantó lentamente para quedarse ante Acheron, pero se aseguró de mantener sus ojos bajos.
– Perdónanos, akri, por nuestra falta de vigilancia. Yo no pido piedad para mí mismo sino para mis hombres, conserva sus vidas. Ellos sólo me siguieron y hicieron lo que yo les dije. Yo soy el único que debería ser asesinado, no ellos.
Katra jadeó ante la vista de los demonios.
– Así que esto es lo que os sucedió a todos vosotros. Estoy maravillada. Encantada de veros a todos otra vez, chicos. Me alegra que hayáis sobrevivido. No tengo idea de por qué estáis en un club, pero aún así me alegro de que estéis todos aquí -El Miró a Acheron e indicó a Xedrix con un gesto de su barbilla-. Xedrix es de particular interés para ti.
– ¿Cómo así?
– Bueno, uno, él es el favorito de todos los demonios de tu madre, y dos, es el hermano mayor de tu Simi.
Acheron frunció el ceño ante su revelación.
– ¿De verdad?
Katra asintió.
Xedrix parecía un poco más confundido que Acheron.
– ¿Simi?
– Xiamara -dijo Katra rápidamente.
Xedrix se quedó con la boca abierta.
– ¿Mi hermana vive?
Katra sonrió cariñosamente al demonio y asintió.
– Y está completamente mimada.