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– No, y no lo dejes en el césped para asustar a los inocentes vecinos. ¿Puedes dejarlo en el callejón donde murió?

Jaden le tendió la copa.

– Eso te costará un poco más.

Xypher apretó los dientes antes de acceder.

Sonriendo, Jaden inhaló el olor de su sangre antes de beber otro trago.

– ¡Ew! -dijo Gloria, arrugando la cara- Eso es asqueroso.

Jaden le dedicó una fría sonrisa.

– También lo son las salchichas y los caracoles, pero tú has comido parte de eso, ¿no es verdad, humana?

Ella no respondió.

Jaden dejó la copa vacía en la mesilla de noche de Simone. Pasó su dedo alrededor del borde, recolectando la sangre sobrante. La lamió de la yema de su dedo antes de hablar.

– Volveré mañana a la noche. Ten el amuleto para mí -miró a Simone- De otra manera vas a estar muy triste… y la mujer incluso más.

CAPÍTULO 8

Simone se despertó con un fuerte dolor de cabeza. Apartó la almohada para encontrar la brillante luz del sol penetrando a través de la ventana de su dormitorio. ¿Cuándo habían sido abiertas las persianas?

– ¿Qué hora es? -susurró, girando para observar su despertador. Las siete y veinticinco.

¿Por qué parecía mucho más tarde?

Bostezando, se detuvo al echar un vistazo a Xypher que estaba durmiendo en el suelo. Él se había negado rotundamente a dormir en el colchón de Jesse, diciendo que estaba demasiado acostumbrado a la dureza para querer la comodidad de un colchón. Por no mencionar que había dejado claro que desde su llegada a Nueva Orleans, había estado durmiendo en callejones con la espalda contra la pared. El suelo era un avance para él. Al menos allí podía estirarse.

La manta que le había dado la noche anterior estaba todavía doblada bajo la almohada. No las había tocado. En vez de eso, estaba acostado sobre un costado con una mano extendida sobre la cabeza y la otra curvada justamente bajo su barbilla.

La barba de un día espolvoreaba sus mejillas. Había algo tan masculino y todavía tan de muchacho en él tumbado allí de esa manera… Pero cuando se quedó mirando sus labios y recordó el abrasador beso que le había dado la noche anterior, esto ahuyentó cualquier pensamiento de que fuera un muchacho.

– ¡Simone!

Ella saltó cuando Jessie entró corriendo en la habitación. Una brecha de temor pasó a través de ella. ¿Había encontrado el demonio una manera de entrar?

– ¿Qué ocurre?

Él se detuvo al lado de la cama y pateó el suelo con el pie.

– ¿Le dirás a Gloria que deje de gimotear por mi música? Me gustan Culture Club y Prince.

Simone frunció el ceño confundida.

– ¿Gloria?

– Sí. Regresó anoche.

– ¿Cómo?

– No lo sé, ¿pero podrías hablar con ella? Hay una razón por la que soy el único fantasma en esta casa. No me gusta compartir.

– De acuerdo, dile que venga aquí.

– ¡Gloria! -gritó tan alto que Xypher se despertó de golpe en el suelo.

Gloria se manifestó enfrente de Simone.

– Si oigo una vez más “Karma Chamaleon”, juro que voy a encontrar a Boy George y hacer que se coma los discos de Jesse. ¿Qué tiene que ver rojo, dorado y verde con todo, de todos modos?

Jesse estaba ofendido.

– ¡Es una canción brillante! Vamos… “Cada día es igual que sobrevivir. Tú eres mi amante, no mi rival”. ¿Qué podría ser más significativo que eso?

Xypher gruñó cuando levantó la cabeza del suelo para fulminar a los fantasmas con la mirada.

– Alguien que me diga por favor que no estamos teniendo realmente un absurdo debate sobre la genialidad de “Karma Chameleon” a las siete de la mañana.

Simone se rió.

– Me temo que sí, dulzura.

Xypher fulminó con una mirada hostil a los fantasmas.

– ¿Cómo es que conoces a Boy George? -preguntó Jesse.

– Estuve en el infierno, Jesse. ¿Qué crees que usaban para torturarme? Malas canciones de pop.

Gloria le dedicó a Jesse una mirada satisfecha.

– Te lo dije.

– Es una canción fantástica.

Xypher gruñó profundamente.

– Sí, las primeras novecientas veces que la escuchas. Después se te mete en la cabeza hasta hacer que te vuelvas loco… Ahora sabes por qué soy tan malditamente desagradable todo el tiempo. Sólo por eso, estoy del lado de Gloria. Ahora, si ambos no os tranquilizáis, juro por el río Estigia que voy a alimentar a los Daimons con vosotros tan pronto como el sol se ponga.

Los fantasmas se desvanecieron instantáneamente.

– Gracias -dijo Simone.

Su respuesta fue girar sobre su espalda y cubrirse los ojos con un musculoso brazo.

Simone se levantó y se arrodilló en el suelo a su lado. Levantando su brazo, esperó a que él abriera los ojos y le dedicara una mirada inquisitiva.

– En serio, gracias. ¿Cómo encontraste a Gloria?

– No estoy seguro de que quieras que te responda a eso. Recuerda, a caballo regalado no le mires el diente.

– ¿Por qué lo has hecho?

Él se encogió de hombros.

– Tú estabas preocupada por ella.

– ¿Ésa es la única razón?

– ¿Tú qué crees? Dios sabe que no la quiero aquí molestando a Jesse y levantando mi culo de la cama antes del amanecer.

Ella sonrió ante su mal humor.

– No eres una persona madrugadora, ¿verdad?

– Soy un Dream-Hunter/Demonio. Por mi naturaleza soy nocturno. Esa gran bola amarilla en el cielo me ofende hasta lo más hondo de mi ser.

Inclinándose sobre él, lo abrazó.

– Bueno, personalmente prefiero las mañanas. Cada una es un nuevo comienzo. Mi padre siempre dijo que debías empezar cada día con un propósito.

– Mi padre siempre dijo que alguien debería pasarle a Apolo y Helios por encima con sus carros… y lanzar a Phaeton bajo ellos por añadidura.

Ella se rió.

– Tu padre no fue una influencia positiva para ti, ¿verdad?

– Siendo el dios de las pesadillas, no era un tibio y dulce conejito. A menos que cuentes con el Conejito Feliz. Asombrosamente los dos tienen mucho en común.

– ¿Cómo es que conoces al Conejito Feliz?

– ¿Qué? ¿Nunca has paseado por el Barrio Francés? Hay camisetas del Conejito Feliz colgando en casi cada tienda. Y tengo que decir que he desarrollado una afición a ese jodido roedor.

– ¡Oh!

Él tenía razón. El Conejito Feliz estaba en todas partes.

Sus ojos se oscurecieron cuando centró la mirada en la de ella.

– Si no dejas de frotarte contra mí en este momento, Simone, voy a tomarlo como una invitación abierta para ir de Skoti sobre ti.

– ¿Ir de Skoti?

Dio la vuelta con ella, sujetándola contra el duro suelo. Simone soltó un pequeño gemido ante lo bien que se sentía teniéndolo tumbado encima, y no había manera de negar ese pesado bulto que estaba contra su cadera.

Cuándo habló, su voz era rasgada y ronca.

– Es cuando los Skoti se deslizan dentro de los humanos y tienen tema con ellos. -Él le acarició con la nariz el cuello.

– Pensé que tú eras un Skotos de las pesadillas.

Simone pasó la mano sobre su musculosa espalda, deleitándose con la sensación y con el peso de él.

Sería tan fácil de permitir que él la desnudara por completo… Podía imaginárselo dentro de ella. El pensamiento la hizo humedecerse.

– ¿He de suponer con ello que tuviste buenos sueños anoche? -susurró ella.

Él se apartó de ella de golpe.

– Yo no soñé nada…

– Yo no siempre sueño.

– No. Yo soy un Dream-Hunter, Simone. Es lo que hacemos. Siempre. -Él parecía aturdido-. ¿Por qué no he soñado nada?

– Quizás no has dormido lo suficiente.

Xypher empezó a responder hasta que ella se movió y se rozó contra su erección. Todo pensamiento racional lo abandonó cuando se centró totalmente en el hecho de que él estaba tendido en el suelo sobre ella.

Y no llevaba sujetador…

Oh, eso era una tortura. Habían pasado tantos siglos desde que sintió a una mujer de esa manera. Podía imaginarse deslizándose dentro de su cuerpo. Verla echar la cabeza hacia atrás mientras él le lamía el cuello. Se moría de deseo…

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