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– Exacto: con las manos vacías y más sola que nunca.

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– Sí, y subir después sola a tu pieza del hotel y no hablar con nadie.

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– Yo a Jauregui le contestaba siempre, y cuando se metía con el nene y no tenía razón yo era capaz de arrancarle los ojos, por más que fuera el padre. Pero Jauregui se lo tenía conquistado al nene.

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– Pero en las giras siempre hay que hacer, no te creas.

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– De llevar la ropa en las valijas se te amina muchísimo. Siempre al volver al hotel hay algo que arreglar, o planchar, y por lo menos estás tranquila.

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– En los hoteles una de las cosas que me encantan es probarme toúa mi ropa y estudiarme en el espejo.

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– Para las combinaciones de, vestidos con pañuelos y zapatos y carteras. Primero los conjuntos de mañana, con un pañuelo en la cabeza, y después los de tarde con el pelo recogido con una cinta o suelto. Y me paso las horas con los cambios, es divertidísimo, lástima que no me pueda fotografiar. Y así paso el rato.

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– No, me hago subir un café con leche completo, yo no ceno, que es bueno para la silueta y el bolsillo. Y cuando tengo ganas de verme bien, me pruebo la ropa de noche, con peinado alto, como el que sacaba Mecha Ortiz en la obra Mujeres, cuando al final va a encontrarse con ese hombre que ella quiere tanto.

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– No me acuerdo.

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– ¿Era el marido? Divina estaba, con una silueta delgada, un traje negro ajustado y la expresión de mujer enamorada, contenta de ir a verlo, que hace mucho que no lo ve: un hombre fino, inteligente, delicado. Y no hay como estar bien vestida, una parece otra. Porque una será lo que será, tendrá el busto caído, o tendrá barriga, que yo no tengo nada, la cuestión es que con un vestido bien cortado que tape los defectos una mujer queda regia, y ya no es una mujer cualquiera.

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– No, no es eso lo principal, yo no estoy de acuerdo con vos.

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Mita, perdóname. ¡Que sea interesante! no hay que dejar de ponerse sombra en los ojos.

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– No, pero atrae más, parece que oculta un pasado ¿De dónde sacan el coraje esas mujeres, para hacer esa vida? Las ladronas de joyas, o las espías. Hasta las mismas contrabandistas. Pero hacen otra vida. Más interesante. Porque eso es lo principal que la gente te vea pasar y diga «qué interesante es esa mujer… quién sabe quién es…»

V Toto, 1942

Sin modelo no sé dibujar, sin modelo mamá sabe dibujar, con modelo dibujo mejor yo. ¿Qué dibujo hago hasta las 3? El aburrimiento más grande es la siesta, y si pasa un avión papá se despierta, los gritos, mamá aprovecha y se levanta. Mañana, cumpleaños de la de González, a esta hora vistiéndome; la de González de ojos saltones. De ojos chiquitos, y del sueño más chiquito todavía, el padre de Alicita no se desnuda para dormir la siesta, y a ponerse en fila, yo, Alicita y la de González, a dejar las ventas, ganando tanta plata jugando a la tienda en lo de Alicita, y i a ponerse en fila! nada más que media hora y ya se levanta de la siesta el padre; yo no había hecho nada de ruido, ellas sí… y nada de romper cosas, el susto corriendo a formar la fila, y del bolsillo sacó una mano el padre, y uno dos, tres caramelos, el padre de Alicita es padre de nenas. Con los dedos fuerte le puedo borrar los colores a una mariposa, apenas tan despacito hay que acariciarla, polvitos de colores sobre las alas: un beso en la frente «hasta mañana» me dice mamá todas las noches, con la caricia casi de mariposa en un cachete, la misma caricia me dio el padre de Alicita, que es padre de nenas. El padre de la de González es padre de la de González pero también de dos varones y no debe acariciar. ¿O porque tiene negocio y está nervioso? ¿el padre de Alicia gana mucho? no, que es el gerente de la ferretería pero no es el dueño. Y a la noche antes de acostarse serán mentiras de Alicita, seguro, que juegan a hacer dormir a la muñeca, y él es el doctor si la muñeca está enferma, tantas muñecas! siempre alguna tiene la gripe en la pieza de Alicita, y apagan todos la luz al mismo tiempo, Alicita, la madre, el padre y todas las muñecas, los nervios de los dueños del negocio, tienen que leer antes ds dormirse que mejor si es que viene la tormenta veo la luz prendida, y llamo a mamá? y si papá está justo agarrando el sueno? La tormenta de anoche pasó enseguida, después me dormí. Unos truenos sin rayos y refucilos. En el colegio a la mañana empezó un poco otra vez pero sin refucilos. Está nublado ahora pero no llueve más y hasta las tres de la tarde que tengo lección de piano me voy al negocio que no hay nadie, a dibujar carteles, pongo en letras grandes Alice Faye en con letras árabes) En el viejo Chicago, y después hago un dibujo de la cara grande de Alice Faye calcada en el vidrio de la puerta. Hay barro por todo el patio, que hasta las tres no vienen los del negocio ¿y qué hago? Por suerte mañana el cumpleaños, se asustó de los gritos de papá mi compañero de banco y no quiere venir a jugar al zaguán, tocó el timbre a la siesta que yo me olvidé de desconectarlo y papá desde la cama pegó unos gritos de truenos. Y no pasa más la hora, hasta que lleguen las tres. Mamá hasta las tres y media no se va a levantar. Mañana no se va a acostar, para vestirme. Voy a ver si me salen las letras chinas. Alicita no juega hoy que está en penitencia, a mí no estoy loco que me van a poner en penitencia. Tengo 10 en Dibujo y en Ciencia, y 9 en Aritmética y 9 en Dictado y 10 en Lectura. Y la de inglés le dijo a mamá que yo aprendía todo lo que me enseñaba. Después de piano hoy me toca inglés y a las cinco ya termino que me vengo a tomar la leche, que ya están los del negocio, puedo ir a jugar un poco con el Lalo que es grande de pantalón largo y me deja ayudarlo a pegar etiquetas en las botellas, es bueno, pero papá una vez dijo que era un bochinchero el Lalo que está seguro que no va a durar un mes y lo va a echar. El Lalo es el más bueno de cara, no es roñoso negro como los otros aunque él también vive por las calles de tierra pero sin cara de negro de dientes marrones del agua salada, cara blanca de artista, de la película en serie del que se escapa del reformatorio que es bueno pero en un momento de rabia le da un cuchillazo al policía. Pero no viene a jugar antes de abrir el negocio, si mamá lo invitara a que se quede a comer después que termina de trabajar a la una a lo mejor se queda, que siempre cuando viene a traer la leña se queda mirando la comida que hace la Felisa y yo una vez le iba a guardar un merengue con dulce de leche, pero mamá no va a querer. La bicicleta que me gusta a mí es la más chica con las meditas a los costados para no caerse, a papá no le gusta, a mí sí. Y después de inglés juego un poco con el Lalo y me vuelvo a hacer los deberes que quiero hacer una ilustración al problema de regla del tres, la maestra no pidió ilustración pero quiero dibujar un molino que vi en la revista que lo quiero dibujar y no sabía dónde ponerlo, pero el problema es del agua de un molino. Y me lo quiero pintar bien todo con el contorno bien hecho en negro, y cuando tocó dibujar el aparato digestivo del ave yo no hice el del libro de lectura, me copié el del libro de Zoología del Héctor, que era más difícil y la maestra lo vio y yo creí que le iba a gustar y dijo que era más que el aparato digestivo que estaban los aparatos reproductores y me dijo «en el recreo vení». Y en el recreo fui y me agarró a explicarme todo: «Toto, te tendría que hacer arrancar la página, pero ya que lo hiciste tan bien te lo voy a explicar todo porqué puede venir la inspección y van a decir que dibujaste esto como habla un loro, sin entender lo que dice.» Y me empezó a explicar qué querían decir óvulos y genitales y líquido del macho y todo el nacimiento porque estaban dibujados unos facimitos amarillos y un lío de cañitos de aquí y de allá, una especie de taza verde para abajo con nombres difíciles y el dibujo estaba bien pintado pero era feo con todas esas líneas enredadas parecía un cuerpo de araña venenosa y arriba de todo estaba la cabeza del ave con unas pocas plumas. Y la maestra «¿entiendes lo que te digo?» y yo «sí» y no entendía nada porqué me puse a pensar en otra cosa a propósito y ni le oía lo que decía, que el gallo, y que el líquido del macho, que me aburrió y dele preguntarme si entendía y yo le decía «sí, sí» y para mis adentros le decía «escorchona» que me explotaba la cabeza de tanto hacer fuerzas para pensar en otra cosa. Alicita no hace dibujos muy lindos, dice que no tiene tiemr)o, que tiene que ir a visitar a la tía y el nenito. Yo tengo tiempo de hacer el dibujo porque si no voy a inglés y después voy al cine a las seis, lo hago a la hora de inglés, y si tengo inglés lo hago a la hora del cine, pero si dan una cinta linda y tengo inglés hago los deberes rápido rápido después de tomar la leche y no voy a jugar con el Lalo, que yo creo que no lo van a echar. Pero si el Lalo quiere jugar con las botellas a las seis y dan cinta linda yo no lo voy a ayudar a pegar etiquetas, más lindo que todo son las cintas. Que si la profesora de piano me da turno a las dos me salvo de esperar hasta las tres. Pero si Alicita no está en penitencia me quedo sin jugar con ella hasta las tres. Alicita dice siempre que la ponen en penitencia y por eso no puede jugar, pero un día era mentira porque la madre le guiñaba un ojo. Alicita es la más linda del grado. Yo me siento al lado de mi compañero de banco. Alicita se sienta al lado de la de González, la rubia. Alicita es morocha, con el pelo no negro, castaño limpito y las ganas de tocarle el pelo, con la vincha blanca ancha, de seda. Que brilla la vincha y brilla el pelo. La vincha brilla fuerte, el agua del aljibe está que apenas se mueve cuando levanto la tapa, me asomo para echar el balde ¡paf! largo la cadena con el balde y al mismo tiempo entra el sol y se hace una salpicada bárbara con las gotitas que brillan, y levanto el balde y ¡paf! otra vez que vuelven a saltar las gotas, todas lamparitas encendidas que se apagan, porque hay que tapar el aljibe que si no entra tierra. Yo la vi a Alicita que se peina sola, se hace la raya sola, primero se tira todo el pelo para adelante, largo, lindo, que se dice cabello, pelo ÍS para los hombres, o los animales, los animales no muy sucios, la Pirucha tiene pelos sucios, pero Alicita tiene cabello, porque es suave y no tiene rulos, que es más lindo, le cae blandito con las puntas levantadas para arriba que me están apuntando y si voy y enrosco un dedo la Alicita me dice «no me despeines». Que el pelo le brilla y que habría que decir cabello, porque es lindo, que son como hilos que crecen de la cabeza blanca. Yo le miré un día la cabeza a Alicita porque jugábamos a los piojosos, a propósito lo inventó ella el juego para verle la cabeza a la de Chávez que dicen que tiene piojos, negra con los dientes manchados del agua salada. Y la de Chávez tenía la cabeza tan sucia que no se veía nada, y por fin me tocó mirarle la cabeza a Alicita y era blanca blanca, más blanca que la cara, y lustrada, y le crecían todos los pelitos como hilos, los hilos de coser, pero no esos de remendar las medias, esos otros con que mamá bordó las plantas coloradas del cubrecama, que quedaron las mejores, y cuando entré en la pieza me pareció que la cama estaba prendida fuego. Y no son todos iguales los pelitos del cabello de Alicita, porque uno brilla, otro no, otro un poco, otro nada, y si se mueve, el que brillaba antes ya no brilla más, y brilla el otro, y el del a! lado más, y menos, y siempre está cambiando. El delantal es todo de tablas como el de la maestra y cortito que Alicita se sienta y se le ve la vacuna. Con la de González juegan siempre a dibujar margaritas y después, que hablan siempre de novios, van tachando un pétalo y el otro, y el otro, y dicen «me quiere mucho poquito y nada». Yo quiero ser el novio de Alicita, y el pelo de Alicita es lo mejor para jugar a eso de me quiere o no, que yo le cuento los pelos de un mechón y el pelo está cerca de la cabeza donde se piensa y los secretos, con la de González están llenas de secretos, se miran un poco y ya se ríen porque adivinan lo que están pensando, si el novio el uno de tercer grado, como yo, o de cuarto o de quinto. El Héctor está en tercer año nacional, en la pensión con el padre en Buenos Aires. Y después de terminar el problema, que les gano a todos que soy el mejor de la clase, me puse a mirarla a Alicita, y tenía un mechoncito medio escapado de la vincha y me puse a ver un pelito que brillaba, otro que no, otro un poquito menos, «mucho, poquito y nada». Pero movió la cabeza y cambiaron todos los brillos y no se podía ver más. Que después pensé que le podía decir que no se moviera, qué sé yo, porque la estaba dibujando, pero no pude saber. La de González me mira abriboca y no me dice nada. Alicita habla y se ríe de todos y me cuenta de la prima grande que está pupila en Lincoln y les hace cosas a las monjas, de noche se levanta descalza con otras y se van algunas chicas al baño a leer novelas y se meten en la cocina a robar galleticas, pero no la conoce a la Teté, que también está con las monjas de Lincoln. La Teté es medio prima mía. Alicita no tiene miedo de levantarse a la noche y quiere ir pupila a Lincoln. La Teté por suerte va a venir a Vallejos, vamos a jugar a la siesta que me aburro que mamá duerme la siesta. Si viniera Alicita, pero no viene que la madre es amiga de la madre de Luisito Castro, la llevan y Alicita juega con Luisito, aprovechador que un día lo vi que le pegaba a uno más chico, que él es alto y es más grande que yo que está en 4o, tiene diez años y yo nueve, qué infeliz como habla con una papa en la boca. Mamá dice que tiene la misma cara de bobo de la madre y habla como un chico de tres años. Alicita una vez dijo que Luisito le había dicho si quería sella novia de él, el idiota, con esa cara de burro. Las patadas que le daba al más chico, a mí me vio un día en el cine que fui a convidarle caramelos a Alicita al asiento y me miró, los zapatos los tiene con suela gruesa, «vos no le tengas miedo y pégale una buena trompada» dijo papá ¿y cómo supo? a mamá sola se lo dije, la trompada debe ser cuando Luisito está mirando para otro lado, en la barriga, y la puerta preparada para correr y cuando me ve otra vez a la salida de inglés? A Alicita la maestra la quiere más que a las otras, más que a todos, que la maestra va a la casa y es amiga de la tía que es linda blanca, no se pinta, cara de que va a la iglesia, flaca, mamá dice que es delicada de salud, porque se enferma de nada, y yo no tengo una tía maestra. Y un día le preguntó la maestra a Alicita cómo estaba la tía, que estaba esperando la cigüeña, y todos los días al pasar por el banco de Alicita a corregirle los deberes le preguntaba cómo estaba la tía, porque si estaba enferma cuaa-do venía el nene no le podía dar la teta, que la tía es flaca y no tiene tetas nada, sería por eso. Y un día Alicita estaba toda contenta y le dijo que la tía había tenido un nene y estaba bien, así que le habfá dado la teta, que se casó con uno del Banco de la cara linda, que siempre está vestido con un traje bueno que papá no se pone y la camisa blanca y la corbata nudito chiquito, como los dibujos del catálogo de Gath amp; Chavy, que es bueno nunca se enoja me parece, y está en el Banco de la Nación con el piso de mármol que encera la madre de la Felisa, todo grande que se puede bailar, y los barrotes dorados de las ventanitas y detrás hace cuentos el que se casó con la tía de Alicita, con cara de las cintas. Que el nenito recién "nacido cuando aprenda a hablar le va a dar un beso y le va a decir «te quiero mucho papá» ¿y no lo pinchará con la barba al nenito? No, porque no, que se afeita siempre, está detrás de los barrotes que brillan de oro, el piso brilla de mármol, la cara brilla de afeitada. Papá tiene la barba que pincha porque está nervioso, en el negocio que están las boídale-sas sucias con chorreadas violetas de vino, y siempre con el poncho de tío Perico que murió. El poncho marrón como tierra, los médanos si sopla el viento fuerte se cambian de lugar y hay que tapar las bordalesas que yo les saco el tapón para mirar adentro. Y lo dibujé al que se casó con la tía de Alicita y me salió igual, que hice los dos ojos bien iguales grandes abiertos con pestañas y una nariz chica y la boca chica con los bigotes finitos y el pelo con el pico en la frente y sin raya como Robert Taylor, que el tío de Alicita si fuera artista haría que se casa con Luisa Rainer en El gran Ziegfeld en vez de que ella se muera, cuando está enferma y se está por morir y lo llama por teléfono al ex esposo Ziegfeld que la dejó por otra y ella le dice que está sana para que Ziegfeld no se ponga triste, y apegas es la mitad de la cinta pero ella no sale más porque se muere enseguida, y mucho mejor sería que en eso suena el timbre y Luisa Rainer va a abrir y es uno que se equivocó de puerta, que es el tío de Alicita, pero Luisa Rainer está tan cansada después de levantarse a hablar por teléfono que se desmaya ahí mismo en la puerta, y él entra y la levanta y llama enseguida A mandadero del hotel, porque están en un hotel de lujo, que es un chico sin padre, que el padrastro le pega. Y lo manda a la farmacia a buscar remedios y mientras la pone a Luisa Rainer en el diván, y enciende la chimenea, la tapa con el quillango blanco de armiño, para que Luisa Rainer esté abrigada que estaba congelada, y se da cuenta de que ella está por morir. Pero con la ayuda del chico mandadero que llega cargado de remedios. Y en El gran Ziegfeld se muere de verdad, por la mitad de la película, y no sale más, que es una artista que me gusta, y después sale Myrna Loy que no me gusta mucho, alta, nunca se muere en ninguna cinta, a mí me gusta más Luisa Rainer que hace siempre de buena que todos la embroman, y a veces se muere, pero al final es lindo que mueran pero cuando se mueren por la mitad no aparecen más. Entonces sería lindo que siguiera la cinta con el que se casó con la tía de Alicita, ayudado por el mandaderito, empiezan a cuidarla a Luisa Rainer y el mandaderito se va a la cocina del hotel y se roba ravioles, una perdiz y tajadas de arrollado, no, mejor imperial ruso, y las trae y al principio ella dice que no tiene hambre pero el tío de Alicita le empieza a contar que con la nieve que empieza a caer van a hacer muñecos, van a ir a dar vueltas en trineo a la hora de la siesta y el mandaderito se pone triste porque no le dice que lo van a llevar, pero por lo menos contando esas cosas Luisa Rainer se va comiendo algunos ravioles, y un poco de perdiz y un buen pedazo de imperial, que nadie le traía nunca nada de comer. Y el hombre ve el piano y se pone a tocar y el mandaderito hace un zapateo y la Luisa Rainer se pone a cantar como al principio de la cinta y él se queda con la boca abierta y se miran con el mandaderito que se come un poco de imperial y el tío de Alicita no lo reta. Y todos los días después del Banco él viene a cuidarla a Luisa Rainer y el mandaderito le cuenta si ella comió o no, que ahora en la pieza tiene comida de sobra. Y el tío un día la besa en la boca y le dice que la quiere y yo desde la cocina del hotel le tiro una moneda al del organito que pasa por la calle para que toque una pieza y Luisa Rainer se levanta poco a poco y se da cuenta que se está curando y salen a bailar; Y ella está contenta, piensa que ahora van a salir juntos y se van a casar, pero él está triste. Y el mandaderito viene y los ve bailar y piensa que se van a casar y lo van a llevar a vivir con ellos. Y corre y lo abraza y le da un beso fuerte en los cachetes al hombre, que tiene esa cara linda de bueno bien afeitado, bien peinado con gomina, y le dice «¡no voy más con mi padrastro!» y el chico se da vuelta para decirle a Luisa Rainer que van a ir a vivir a una cabaña en el bosque nevado y ve que Luisa Rainer tiene los ojos llenos de lágrimas: es que el tío de Alicita se ha ido, y ya no vuelve más, porque ahora la tía de Alicita tuvo un nene y él no puede ir más a lo de Luisa Rainer después del Banco porque es casado. Y ya sería el final y no sé si se moriría Luisa Rainer, no importa porque si es al final ya no puede salir en la cinta, y el mandaderito llora todas las noches, bien despacito para que el padrastro nervioso no se despierte y le grite. Cachetada fuerte como le dio la maestra a la de Chávez nunca vi, pobre la de Chávez es buena y de las más petisas más que yo en la fila, que vive en la tierra, yo soy el que mejor dibuja, Alicita también pero menos que yo, yo soy el mejor alumno y después viene ella. El año pasado yo no iba a piano pero tenía el catecismo y tenía que estar con las monjas y no sé cuánto. Y mañana el cumpleaños de la de González, y viene la Paqui, grande de quinto, «a golpes se hacen los hombres» dice papá que me quiere comprar la bicicleta grande que me caigo, no se cae la Paqui que es grande está en quinto, es buena, medio linda pero con la cara flaca. Alicita cara gorda linda, los dientes lindos pero los de las esquinas largos de perro y en la risa los ojos de china y japonesa. La Hermana Clara es la que más me gustaba, jpvencita, mamá nunca la vio, no me cree que era tan linda, igual a Santa Teresita en el libro de misa. La cara de buena me la puso desde el primer día del catecismo, pero después cuando vio que me aprendía todos los rezos y los mandamientos y todo, todo, me empezó a querer, me dijo «curita», que iba a ponerme de cura, estar en la Iglesia. Al cura lo vimos poco y a la Hermana Mercedes seria recién cuando terminamos el primer librito de rezos: al colegio de Hermanas todos los días para el catecismo y me saqué las ganas de ver por dentro el colegio, que es para chicas nada más, Los cortinados sin fruncir negros como el hábito de las monjas, todo de la misma tela negra. La Hermana Clara no me asustó, en el primer librito eran los mandamientos y el niño Jesús y los Reyes, pero en el segundo libro empezaron con el fin del mundo. Empieza con una tormenta el fin del mundo. Puede venir cualquier noche. Y hay que rezar antes de dormir para estar preparado. Y hay que rezar aunque no sea el fin del mundo, que a la mañana siguiente mamá o papá pueden estar muertos, se mueren durmiendo. Empieza con una tormenta el fin del mundo, mientras todos están durmiendo y suena un trueno despacio. Y relampaguea un refucilo, pero todas las ventanas están cerradas y nadie lo ve. Después empieza a gotear la lluvia. Y un poco más de truenos, como una tormenta, pero nada más. Hasta que empeora de veras, y mamá se despierta para cerrar las canaletas que no se inunden los canteros, y mira porque hay refuciles, muchos juntos, que de golpe parecía de día y se ve todo en el patio, hasta las gallinas duras en el fondo, todas mirando paradas en el gallinero. Y los truenos más fuertes de a poco hasta que uno es como un cañonazo y ya no hay nada que hacer: cae un rayo lleno de electricidad que se hunde en el medio de la plaza y la tierra se parte como un pedazo de carbón. Y un chico le preguntó a la Hermana Mercedes si la lluvia no apagaba el incendio y ella contestó que «era peor», porque «era una lluvia de gotas de fuego», que entonces yo no sé dónde nos metemos, porque se irán quemando las casas como sánguches de arriba por la lluvia y de abajo por la tierra encendida y se viene todo abajo. Y la de González preguntó si la gente no se podía meter en la Iglesia y en el Colegio de Hermanas y dijo que no, que «estarán cerrados con llave y pasador, el Padre y las Hermanas serán los primeros que se presentarán a Dios para el juicio final». Entonces serán ellos los primeros que se reciben las gotas de fuego, que deben agujerear el hábito negro de las monjas y la sotana negra del cura, y los va a agujerear a ellos, y por los agujeros se va a ver todo lo feo, los racimitos, y los cañitos enredados, y la taza verde para abajo, en el aparato digestivo-reproductor. Pero es pecado pensar eso de las monjas y el cura que son de Dios, yo creo que a ellos les caerá una lluvia distinta, de gotas negras de alquitrán hirviendo que va agujereando y al mismo tiempo tapando todo de negro como al empedrar las calles. Lástima la Hermana Clara, es linda pero verde la cara buena de Olivia de Havilland y yo le dije que era buena como Santa Teresita, no me asustó con el fin del mundo. A la noche no hay que comer mucho que da sueños malos y mamá no me dio más huevos fritos de noche, ni siquiera pasados por agua. No me puedo dormir y después sueños de miedo, mamá y papá apagan la luz que ya se leyeron todo el diario, que a veces oigo que mamá le lee a papá en voz alta porque papá es mimoso, de Tobruk y de Rommel y de Pantelleria que ya me tienen cansado. La Paquita nu tiene miedo a las tormentas. Viene todos los sábados a la siesta a jugar con mi compañero de banco y yo. Lo mejor es a la selva. Y ahora lástima que no están más los árboles de peras que parecía más la selva, el día que los cortaron era temprano y cuando me levanté ya sabía que los árboles estaban cortados, casi de raíz y quedaba un poquito de tronco y nada más, había que dar toda vuelta al negocio para no pasar por el patio a verlos. No me acerqué a ver los tronquitos, pero le deben doler al árbol todos esos hachazos, esa madera clarita de adentro tiene que ser más blanda, papá, ¿se puede masticar la madera blanda? y «no, no hagas eso» y papá, ¿los árboles sienten algo? y «no, no sienten nada» pero tuvieron que agrandar el negocio y papá no quería hacer cortar los árboles y yo tampoco. Voy a hacer fuerza para no pensar más en eso. Y él tampoco pasó a mirar los árboles de pera recién cortados, dio toda la vuelta por el negocio para no ver, y le pregunté si había llorado que tenía los ojos rojos y dijo que los hombres no lloran, que era de dormir. Pero yo lo había visto cuando recién se levantó y no tenía los ojos así, el pelo revuelto y la barba que pincha. Mamá hizo como yo, se tapó la vista y ahora la selva son las bordalesas, todas en fila, un tablón va de una fila a la otra, es el río Amazonas. Los cocodrilos están escondidos debajo de los tablones, la chica tiene que pasar y se cae del tablón, se cae al río. Tiene que correr sin que la alcancen los cocodrilos, que con esa boca grande se la tragan. Y si por ahí la agarran, los buenos vienen y tienen que soltarla de los cocodrilos a la chica, pero si se la alcanzan a comer a la chica ya se termina el juego y entonces de golpe a cambiar, y la chica se transforma en el cocodrilo que la tiene agarrada la suelta y sale corriendo con los buenos porque se lo come la chica que parecía tan buena pero yo grité «cambiemos de juego a que la chica es el cocodrilo» y se volvió cocodrilo que con esas bocas que se tragan enteros un hombre dan más miedo que los leones, pero más miedo dan todavía las plantas carnívoras del fondo del mar. Que Alicita es buena yo creía, pero por ahí le guiña el ojo a la madre, o a la de González, «¡cambiemos juego!» le grito a la Paqui y se vuelve cocodrilo, Alicita de golpe se pone que no me muestra el dibujo que hizo, y no me contesta si le hablo, y me dice mentiras guiñando los ojos, y siempre los ojitos lindos de chinita como siempre, que se ríen, y los dientes de Alicita lindos aunque con los de los costados largos de perro… pero que a lo mejor no son de perro,… son ya medios de cocodrilo, y las piernas con zoquetes lisitas… pero que a lo mejor si en ese momento le toco… siento que no es lisita como parece, que tiene toda una costra filosa como los cocodrilos, dura y pegajosa que na se le puede clavar el cuchillo, los que caen al agua se gastan todos en clavarle el cuchillo en el lomo pero no pueden y es ahí que el cocodrilo gana tiempo y se los come. Solamente poniéndolos patas para arriba se les ve la parte blanca amarilla más clara, y por ahí es donde se les puede clavar el cuchillo. Pero no voy a pensar más en eso, que es feo. Yo sé una poesía en inglés. Pero la profesora no sabe la que canta John Payne en A La Habana me voy, que yo quería aprenderla en inglés. Rita Hayworth en Sangre y arena canta en castellano y a papá le gustó, que ese día era a beneficio de la Sociedad Española: el gallego Fernández vino a casa a vender entradas y papá se compró para él también. A papá no le va a gustar, ay qué miedo, no le va a gustar, y ¡sí! muchísimo, que salió contento de haber ido y «ahora voy a venir siempre con ustedes al cine», que viendo la cinta se había olvidado de todas las cuentas del negocio, y salíamos del cine caminando y papá decía que le gustaba Rita Hayworth más que ninguna artista, y a mí me empieza a gustar más que ninguna también, a papá le gusta culando le hacía «toro, taro» a Tyrone Power, él arrodillado como un bobo y ella de ropa transparente que se veía el corpino, y se le acercaba para jugar al toro, pero se reía de él, que al final lo deja. Y a veces pone cara de mala, es una artista linda pero que hace traiciones. Y decime papá todas las otras partes que te gustaron, cuál artista te gusta más. ¿Rita Hayworth? y así íbamos a hablar toda la cena de la cinta, y no sería como verla de nuevo? y mejor todavía era si íbamos a la confitería «La Unión» tomando un cívico con sánguches, que si pasan Alicita y la madre yo quería que lo vieran a papá que estaba todo vestido con la camisa blanca y el traje azul marino que nunca se pone, y la cara linda sin la barba y el pelo con gomina. Y ya se lo estaba por decir que fuéramos a la confitería pero en la esquina del cine estaban los empleados del negocio y lo empecé a tironear a papá pero agarró para donde estaban ellos y a decirles que fueran a ver la película y que por radio transmitían la pelea del campeonato, y el campeonato y el campeonato, y yo le dije a mamá que fuéramos a la confitería y mamá me miró que me callara, que si íbamos teníamos que invitar a todos y pagarles y yo se lo iba a decir lo mismo a papá sin que me oyeran los otros pero papá les dijo que vinieran a casa que algo comían, unos chorizos y un poco de vino y escuchaban la pelea y nada más que hablar de la pelea y esos tontos por la pelea no fueron a ver a la noche Sangre y arena que si íbamos con papá a la confitería hubiese sido lo más fantástico que hay, comiendo los sánguches de miga que son los más caros. Y después no volvió más a ir al cine, que dice que aunque vaya se le pasan por delante todas las cuentas del negocio con los pagarés y los vencimientos y no ve la cinta. Pero Sangre y arena la había podido ver. ¿Le gustó Sangre y arena a la maestra de primer grado? ganas de ir a convidarla con caramelos y mamá no me dejó. En las butacas de más atrás de todo con el marido de la nariz torcida. Llegué tarde al colegio el primer día de clase que hasta última hora me parecía que tenía ganas de hacer caca, primer grado y estaba la maestra con el guardapolvo apretado de cinturita de corsé de Lo que el viento se llevó y los tacos en punta de pies y los rulos y la cara linda de las bailarinas que bailan en fila, no la cara traicionera de Rita Hayworth: papá dice que es la más linda de todas. Voy a escribir en letras grandes R. de Rita y H. en letras grandes, le dibujo de fondo un peinetón y algunas castañuelas. Pero en Sangre y arena traiciona al muchacho bueno. No quiero dibujar R. H. en letras grandes. Y ya estaban empezadas las clases y «niño pase al pizarrón» que de lejos parecía negro lisito pero de cerca era lleno de pozos. La maestra con la mano de ella me lleva la mano y quedaron en el pizarrón dibujados los palotes, y por ahí me soltó la mano que en la mano tenía un anillo tan grande la maestra y le vi los dientes porque se estaba riendo y quedó dibujada otra fila de palotes en el pizarrón. Mamá no se quiso nunca poner los tacos altos como ella y yo no me daba vuelta a hacer bochinche con los chicos, siempre hay que mirar a la maestra, pintados los ojos con las cejas de hilito y los rulos negros en la frente con la peineta de piedritas y todas las vueltas del delantal y los tacos altos en punta de pie, que con brillo de dorado en los aros y el anillo, brillo de piedritas en la peineta y brillo de ganas de comer de dulce de ciruela en los dedos de los pies pintados con esmalte. Y en el cine siempre de lejos la saludo y ella me hace una risita y mamá no quiere nunca acercarse a quedarnos parados charlando un rato con la maestra de primer grado. Y yo me quedé parado charlando en la vereda de Raúl García, la segunda vez; la primera vez caminando subido por el tapial del fondo del negocio y miré y del otro lado estaba hachando leña Raúl García en la casa, miró para donde estaba yo y empezamos a hablar, le pregunté si era de Buenos Aires así le pude decir que había estado en Buenos Aires y que había visto obras de teatro y las ganas de preguntarle si la quería a la de Millán. La de Millán está de luto y pone cara de media muerta y la acompaña siempre Raúl García, que él no trabaja y no tiene madre y viven los dos hermanos con el padre y se lavan la ropa ellos, y el viejo hace la comida y no trabaja ninguno. Y cuando vamos para el cine con mamá vemos siempre en la puerta al viejo o a Raúl García o al hermano. Mamá dice que está una hora en el espejo para peinarse todos esos rulitos, con el pelo más largo que ninguno en Vallejos, cuando recién llegaron todos se reían, yo creía que era de algún circo que había venido de golpe, el hermano flaco con cara verde como la Hermana Clara, el padre con ojos saltones y Raúl García que cuando baila en el club con la de Millán pone cara de estar dormido con los ojos cerrados y que sueña que baila no sé dónde que le gustará tanto, en la corte de María Antonieta con Norma Shearer de la peluca más alta que hay. Y algunos muchachos andan con las chicas un tiempo y después las dejan y a veces no las dejan, más y se casan, si no con las maestras reas que andan con los viajantes, la de Millán no. Pero tiene las piernas gordas y cuando baila se larga toda para adelante que parece desmayada y le quería preguntar a Raúl García eso, cuando estaba subido en el tapial, si la quería para casarse, yo no quiero que se case, él más lindo que ella, pero estaba hachando la leña sin camisa y se le veían los brazos y el pecho de tener fuerza de boxeador como los malos pistoleros, ganas de pincharle la carne dura del brazo con una aguja de coser, o con un alfiler de gancho, o con la lanceta de hacer alfombras. Que no le debe salir sangre, la carne de fuerza es distinta. En la cara no tiene carne de fuerza, tiene carne de bueno que muere en la guerra. Y se levantan todos a las doce los García y el viejo alunado y los dos hermanos alunados no se hablan nunca y a la tarde cortando leña y yo le conté que había estado en Buenos Aires y él no conoce Buenos Aires, a mí me dio vergüenza que le pregunté, «en Buenos Aires fui al teatro de noche» y «vi El mercader de Venecia» que no vimos porque era la obra mejor y no había nunca entradas. Mamá me contó el argumento. Y él dijo que cómo tan chico entendía todo tan bien y casi le digo que tengo miedo a las tormentas, él no debe tener miedo a los truenos ni refocilos como los leñadores o de la policía montada del Canadá, qué lindo irnos a vivir a una cabaña, porque con la fuerza que tiene puede matar a los osos y si yo me quedo en el trineo desmayado en la nieve viene y me salva y en la cabaña tiene preparado un cívico de cerveza con sánguches de miga que trajimos del pueblo, y yo le cuento todo como es Buenos Aires y después todas las noches le cuento una obra distinta y después empiezo a contarle cintas y jugamos a cuál es la cinta más linda y hacemos una lista, y después de cuál es la artista más linda y cuál trabaja mejor y cuál es el número musical que le gustó más de los que le conté, que él vio pocos: casi todas cintas de pistoleros. Raúl García tendría que sacar a bailar a la maestra de primer grado, pero es casada, si no sería lo mejor, porque ella no tiene las patonas gordas de la Millán, y va siempre en tacos de los más altos, y es linda de las que son pobres al principio y se meten de batadanas y un pistolero la mandonea y un muchacho de la banda se enamora, que es Raúl García, y juntos deciden escaparse y pasan mil peligros, hasta que se esconden en un barco que va al Japón, en el camarote de un marinero borracho muy viejo que no se da cuenta, y ellos se tienen que desvestir, y ella al principio no quiere pero él empieza a besarla y deciden casarse en secreto ante Dios en el medio del mar, y de día están escondidos en un bote salvavidas, y de noche cuando el marinero borracho se va a hacer la guardia en el timón, ellos van al camarote, se desnudan y se besan y se acuestan y se duermen besándose agarrados, que ella no tiene más vergüenza de estar desnuda porque se han casado. Y se dan unos besos largos, larguísimos de quererse mucho, y ella está contenta con Raúl García que es tan bueno y nada le da miedo, mientras que el pistolero lo que quería era hacerle lastimaduras con el pito, que era malísimo. Y piden un nene, ella se pone a rezar a Santa Teresita para que le haga tener un nene, y no sabe si va a venir o no, y el viaje es largo que no se termina nunca, y por ahí ella ve que se le empieza a poner grande la barriga que se le está llenando de la leche que le va a dar al nene, y una mañana se siente mal de anta barriga que tiene y le dan mareos y Raúl García la cuida, y trata de consolarla que ella no da más del viaje tan largo, siempre en ese bote salvavidas, y están en eso cuando oyen un nene que llora, y se miran entre ellos y ella que estaba verde como la Hermana Clara se pone linda, linda de la alegría y lo manda a él a que busque al nene, que Dios lo ha dejado escondidito adentro de una soga arrollada, y el padre lo encuentra y lo besa, y se lo lleva a la madre que enseguida le empieza a dar la teta y al día siguiente llegan a una isla de palmeras y a ella le penen un collar de flores y la policía no los encuentran nunca más. Ahora voy a dibujar los carteles de una cinta policial y no pasa más la hora de la siesta, por suerte mañana no importa que el patio esté embarrado y no podemos jugar porque está el cumpleaños de la de González a las cuatro y vamos todos los chicos, los que pueden ir bien arreglados. Mamá me prometió que hoy no dormía y papá no la dejó hasta que a las tres hoy voy a piano, la porquería de escalas, y después inglés y después juego un poco con el Lalo y después paso en limpio el problema de regla del tres con la ilustración del molino, no como el molino del tanque que hay al fondo del negocio, mucho mejor un molino holandés, y las cuatro aspas grandes caladas amarillas y el paisaje con lomitas casi tapadas de tulipanes de todos los colores, Alicita dijo que es la flor que más le gusta y dijo que estaba en penitencia «Toto, no vengas a jugar» y a mamá le dije-y-le-dije vamos a La Plata que dan cintas nuevas y hay tortas más altas que en Vallejos y las jugueterías que me quedo una hora en la vidriera, y la casa de altos de abuelita, y lo único que no hay son collares de flores como en las cintas hawaianas, y no hay tulipanes, que solamente hay en Holanda y no los pueden mandar por la guerra. Si Alicita un día se pone a llorar a los gritos que quiere tulipanes no se los van a poder comprar porque no hay y no hay y no hay. Lo que se podría es dibujar uno o mejor comprar cartulina cara de todos colores y recortar tulipanes rojos, anaranjados, eremitas, amarillos, celestes, violáceos, lilas, azules, rosas, blancos, y echarles perfume y ella después no sé lo que hará, los pegará en la pared, o los guardará en el cuaderno, o lo mejor de todo es si me salieran recortados muy lindos que se los pusiera con una horquilla, un tulipán rosa un día, y un tulipán celeste otro día, en el pelo, que es ese cabello tan lindo como hilos de bordar plantas brillosas en el cubrecama de mamá. Las siete, las siete, todavía sigue el cumpleaños, oscuro como a las doce de la noche en este zaguán no vive nadie, me pego contra la pared y si pasa papá no me ve. Mamá… no le cuentes a nadie! Mamá está en el cine… un rayo se va a hundir en pleno cumpleaños, en el patio de la de González; y si hubiese caído antes de la rumba María de Bahía, al empezar María de Bahía tendría que haber caído el rayo. Mamá… no se lo digas a nadie! si supiera donde no lo voy a encontrar… ¿en casa o en el cine? los chicos todavía en el cumpleaños, al final sirven más torta, a esta hora no hay nadie en la calle, en esta vereda podrían asesinar a alguien y no habría testigos, y todo lo salado del copetín de grandes, iba a sobrar mucho ¿y estará en casa? o se habrá ido con mamá al cine? ¿la habrá dejado ir sola al cine? papá. En este zaguán me puedo esconder como en el patio de la Paqui inmunda y de Raúl García ¿la habrá dejado ir al cine a mamá sola? ¡a lo mejor mami en el cine con la Felisa, y papá en casa, y yo puedo meterme en el cine, que no va a estar papá sentado con mamá y va a saber lo que pasó, que es pecado mentir y le voy a tener que contar todo a papá, no, papá está en el cine, hoy está en el cine, yo me meto en casa y me lavo y papá no va a saber que lloré, entro al baño, voy al lavatorio… y papá está haciendo pis y yo no lo había visto! y me ve que lloré en el cumpleaños de la de González! ¿y si no está? pero siempre está al volver del cine… pero se fue a alguna parte, a lo mejor que lo llamaron a un partido en la cancha vasca, y resulta que empezaron a jugar y se fueron del entusiasmo a otro pueblo para un desafío… y a otro… y mañana domingo no va a tener colectivo para volver. Con el sombrero de papel con flecos, Alicita se dio vuelta y me dijo (ya le había tocado torta) que era repugnante con demasiada manteca, con el mismo sombrero yo me senté al lado de ella, a repetir chocolate y todos los chicos a correr al patio, la Paqui se hizo la grande y se quedó con los grandes en el comedor hablando. A jugar de correr y chocarse y caerse que el hermano gordo más chico de la de González no se podía levantar. ¿Y ahora qué harán? hasta las ocho dura el cumpleaños, le llevé de regalo Robinson Crusoe. Y el padre de la de González vino a decir que eran juegos brutos y ya estaba viniendo un poco de frío, con el sudor las gotas frías abajo de los brazos y nos hizo entrar a todos de nuevo: el que más líos y gritos había pegado era el bobo de Luisito Castro que levantaba polvareda y adentro qué vamos a hacer? los grandes bailan, y a bailar los chicos y yo la saqué a Alicita siguiendo el compás y nos salió bien sin saber, terminaba una pieza, empezaba otra y Alicita al lado mío diciendo cuál tenía el vestido más feo de todas, que Alicita no se escapaba para secretos con la de González al lado mío esperando otra conga, y un vals es de vueltas y la conga en fila, la rumba una hamaca y por ahí Alicita se fue al baño. ¡La mesa de los grandes! una jarra llena de copetín y me dieron un chupito: una jarra llena de agua que quema la garganta color de limón. ¡Y esta es otra rumba, María de Bahía, la pieza más linda para bailar! ¿y Alicita justo se fue ahora al baño? no contesta nadie pero en el baño no hay nadie y en la pieza de arriba la puerta está cerrada: ¿se abre la puerta en casa ajena? y adentro estaba una parecida a Alicita, una que se había puesto el vestido de Alicita, que la había agarrado en el baño y le había quitado el vestido. Pero era Alicita. Sentada jugando al dominó, con Luisito Castro. Con ese patas de caballo. Y me miraba con los ojitos que se ríen. Los cuatro jugando al dominó, la de González con otro del grado del Castro y con los ojitos chinos me dice que estaba jugando a los secretos y que me tenía que ir. Y yo la agarré del brazo y tironeando que viniera a jugar a bailar. Y Luisito Castro me dijo que me rompía una pierna que me fuera, papá, ¿pero cómo va a ser tan malo ese chico? papá, Luisito me dice que me va a romper la pierna, pero es que dice así, pero no va a ser malo, no me va a hacer nada ¿yo le tenía que pegar antes? ¿me había quebrado la pierna? las agujas, mil agujas clavadas al mismo tiempo son como un martillazo, son como la patada de Luisito Castro, con toda la fuerza largó el pie con el zapato puesto. Y enseguida me acordé que no tenía que llorar, papá, papá, nada de llorar fuerte, lo más despacio que pude: si Alicita se hubiese dado vuelta a mirar una murga de carnaval por la ventana no se habría dado cuenta que me dolía tanto de no aguantar las lágrimas y no se dio vuelta? ¿me subo a una palmera?… y salto de un techo al otro y con una soga del campanario pego el envión y volando sin sudar llegar hasta La Plata a ver la vidriera de los juguetes con luces, que la Paqui no me quiere creer que hay juguetes así, y patos de goma para jugar en la pileta, y de todas las formas, pero no vi ninguno con forma de cocodrilo, que sería de pegarse un susto verlo de golpe en la pileta, con esos dientes, que si a Alicita le crecen y Luisito Castro está cerca le va a tener que clavar unos cuchillazos, pero yo quería que el cuchillo se hundiera en la costra dura filosa del lomo, que es lo más asqueroso y lo más inmundo que tienen los cocodrilos, que hay que clavarles el cuchillo en la parte blandita lisita amarilla clara de abajo, una lástima, que después con las cuchilladas ya queda toda arruinada, y se pierde lo liso, que es lo único del cocodrilo que no da asco y miedo. No voy a ir a jugar a lo de Alicita, a Luisito Castro cuando dado vuelta no me vea le voy a clavar un cuchillo en la cara por el costado de la nariz, no voy a ir más a jugar ni tomar la leche, que fui tonto de perderme la hora del cine unas veces jugando, olvidándome, mirando a Alicita como se peina, la hebilla, mucho dulce de leche en la rebanada, me cuenta, se ríe, salta con los zoquetes blancos, los ojitos de china brillitos lucecitas chisjpitas de farolitos chinos, pero no voy a poder ir más, voy a hacer fuerza y pensar en otra cosa pero Alicita juega a las tiendas, hace escones, se hamaca, hamaca al muñeco, siempre tengo que mirarle algo, la hebilla, el delantal de tablas, las piernitas lisas, los farolitos, la vacuna, y no voy a poder ir más que cuando tenga que pedirle algún deber porque estuve enfermo y falté a clase, y no me importa, que viene la Teté, la Teté ricachona a jugar todas las siestas, cuando llegue a Vallejos va a parar en casa y le doy todo lo que le robé a la Paqui. Vamos Paqui, vamos si estás aburrida, vamonos del cumpleaños feo, la Paqui aburrida no la sacaban a bailar porque es chica para los grandes, que se embrome, mala, mala, perra, de vuelta todo oscuro por la calle, y dale que no creía que en La Plata hay juguetes que andan con electricidad, hace un rato era oscuro como ahora, el padre de la Paqui es padre de la Paqui sola y no es bueno? que es padre de nenas, porque está nervioso por la sastrería? Y mamá está viendo «A caza de novio», qué linda, lujosa, los carteles con casas y fiestas lujosas ¿mamá estará sola en el cine? ¿cuándo van a dar de nuevo «A caza de novio»? yo no me meto en casa, con los ojos colorados de la patada «¿por qué te dejaste pegar?» papá, «¿por qué se dejó pegar?» mamá ¿por qué me dejé pegar, mamá? y si pasara en este momento papá por acá entorno las puertas de este zaguán y cuánto tarda en pasarse el colorado de llorar de los ojos? y ahí donde no llega más la luz del farol, a media cuadra yo ya vi la sombra de Raúl García en la vereda de él ¿cuándo la había conocido él a la Paqui? «cómo te va, Paqui, vos siempre la más linda del pueblo» y pone unas caras y medio cierra los ojos «¿vienen de un cumpleaños? ¿y no me guardaron nada?» y «pibe, qué linda amiguita tenes» agarrándole la pera a la Paqui, pero no sé de cuándo se conocían, porque la casa de la Paqui está a la vuelta pero no están tapial de por medio como la casa de él con el patio del negocio, y la Paqui «¿por qué no le mostramos a Raúl el patio donde jugamos?» pero estaba todo oscuro pero sería lo mejor jugar de noche a los sustos los tres y entrar por el portón de atrás y estaba oscuro que no se veían los cascotes del suelo y tropezamos a cada rato y entramos cerca de las bordalesas y Raúl García me dijo que me fuera a esconder que ellos me buscaban y tenía todos los rulitos con gomina y la cara no era la misma, era de los que roban en las cintas y yo lo mismo me fui a esconder, bien detrás de los cajones y las damajuanas. Y no se oye que me buscan y enseguida me di cuenta de que me quieren pegar un susto bárbaro, acercarse despacito y decirme ¡bum! y salí corriendo y fui a las bordalesas, y no los veo, y me subo a una bordalesa y vi las sombras que se metían detrás del camión viejo sin ruedas. Y acercarme despacito para darles un susto, pero ellos en vez de estar calladnos están cuchicheando, qué asco en el camión viejo puede haber un gato que se despierta y muerde y los gritos despiertan a los ratones y las víboras, y todos se largan a agarrarnos, y la Paqui y Raúl García… dicen lo peor, las cosas de porquerías, se oyen besos y la Paqui decía que le tenía miedo que él era grande y ella era ya señorita pero muy chica todavía, y él le dice que ella tiene miedo porque nunca había visto a un hombre como era y que le agarrara para que viera cómo era, y la Paqui dice que tenía miedo de que le va a salir sangre y que después él no la iba a querer más, que la iba a dejar y él le dice que no la iba a dej.ar porque era la más linda del pueblo (mentira, más linda es la maestra de primer grado) y la Paqui le agarra el pito y le dice que le da miedo, y ella no sabía que a lo mejor faltaba un minuto para que a él le empezaran a brotar de adentro todos los órganos del aparato digestivo-reproductor, y él le pide que le deje poner el pito entre las piernas y yo ya quería empezar a gritarle a la Paqui que se salvara, que ella no dibujó el aparato digestivo del ave, y no sabe todas las porquerías que hay, con esos racimitos y esa especie de taza verde para abajo con el nombre difícil corte transversal de la vejiga, y ese lío de cañitos enredados como un cuerpo de araña venenosa y Raúl García que con esos rulos de circo es el ave, la cabeza del ave media desplumada, y yo iba a gritar pero como me vino de golpe la gana de repetir la torta repugnante de mucha manteca y me vino la gana de oír también de golpe, y cuando pedí repetir la torta Alicita me sacó la lengua y me dieron otra tajada pero me dieron ganas de oír más, que él quería meterle el pito para que ella no se pudiera mover y ahí aprovechaba a pegarle y arrancarle la ropa para verle las tetas, y hacerle rayas con un cuchillo hasta dejarla toda marcada y darle los pellizcones que duelen más y dejan moretones… hasta que llega el momento peor en que se ven las cosas que hay adentro del cuerpo de los hombres, la taza verde que se mueve capaz de morder, y el enredo de cañitos que si enlazan al cuello van apretando como la horca, y ese cuerpo de araña venenosa que tocarla debe dar el miedo de gritar más de todos, gritar más fuerte todavía que la chica que se vuelve loca en Cumbres de pasión, y las mujeres no pueden gritar porque si viene alguien ve que él le metió el pito y la Paqui es una puta. Y al final son eso, la Paqui es una puta y Raúl García un atorrante, yo que creía que era tan bueno, nunca pude jugar con él, y la Paqui le dice que ni siquiera le deja poner el pito entre las piernas, únicamente el día que se case, él no sé qué está haciendo, como si le hubiesen dado una patada en el estómago, empezó a decir ah-ah-ah-ah, como si se ahogara y la Paqui empezó a soltarse diciendo que la está ensuciando, que está toda salpicada en las piernas y ¡zas! me encontró que yo estaba espiando y me agarró a zamarrearme y meta decir que yo era un cuentero y que le jurara por Dios que no iba a decir nada, y se fue ¡Paqui, Paquita, yo quierp esperar en tu casa, hasta que no se note que lloré! ¡Paqui! ¡Paqui! ¡¿a quién le pregunto si papá está en el cine? ¿quién puede saber que papá no está en casa?! y vino Raúl García y me agarró de un brazo y me dijo que si llegaba a contar a alguien me iba a romper la cabeza, todo con cara de malo sin gritar para que no lo oyeran los vecinos, y lo podían venir a tocar los gatos con sarna del patio, que si les pisa la cola se ponen furiosos y se salen los ratones de las cuevas, los ratones que se meten en la roña y se comen todo lo más asqueroso, se comen los gatos muertos que ios pisaron los autos, y las víboras oyen y se vienen arrastrando entre los cascotes, y hasta puede haber pajarracos en el patio que dan una vuelta cerrada en el aire a toda velocidad y se largan sobre los chicos a darles el picotazo más fuerte que pueden. En la cara de Raúl García de malo, de costra dura filosa y la Paqui con cara flaca de las monjas sin pintarse, los picotazos no entran que es esa costra más dura que todo, la costra de los animales más malos del mundo. Que en el fin del mundo se van a quemar, la Paqui se va a morir aplastada entre las bordalesas que después se la comen los ratones, Raúl García partido en dos por el hachazo que le pega uno del negocio cuando lo ve que se metió en el patio, y Luisito Castro se hunde en un pozo hirviendo de cal y les cae encima la lluvia de gotas de fuego, que quema a los malos nada más, los buenos están en unos campos de lomitas de Holanda esperando el juicio final, y ahí no hay más peligros: que por donde camina el que se casó con la tía de Alicita las gotas de fuego no queman, se vuelven plateadas, y livianitas como papel picado, y yo doy un salto desde este zaguán tan oscuro y él me levanta en brazos, los ojos colorados le digo que son irritados de conjuntivitis, nunca va a saber que me dejé pegar, porque alto desde donde estamos empezamos a mirar todos los truenos y rayos que caen sobre los malos y no voy a tener más miedo porque no nos va a pasar más nada y mamá me hace señas que está cerca también salvada en el alto de otra lomita, con los de La Plata… y ojalá que la Teté llegue a tiempo a Vallejos, antes del fin del mundo, ella también salvada, y la maestra de primer grado, y el Lalo, y en el grado hacemos siempre dibujos y pocos dictados y después voy a piano y a inglés y tomo la leche y vamos al cine con mamá y plaseamos por los campitos de Holanda y desde ahí se vería si papá está en casa o se fue al cine, y yo miro al tío de Alicita que ahora tiene la cara lisita afeitada como siempre y más lustrosa que nunca, como los muñecos, y los ojos ya no son más de hombre, son de piedras preciosas, que cuesta tanto comprarlas, y en brazos me tiene contra el pecho y me tiene bien fuerte para que nadie me arranque de un tirón, y mejor todavía sería que nos quedáramos pegados, porque entonces nadie puede tironearme para otro lado y arrancarme, entonces voy a estar pegado al pecho de él, y por ahí sin que se dé cuenta me paso para adentro del pecho del tío de Alicita, que ya no nos separa más nadie, porque voy a estar adentro de él como el alma está adentro del cuerpo, yo voy a estar al lado del alma de él, envuelto en el alma de él. Y se ven los campos en lomitas tapados de tulipanes de todos los colores, que debajo de la lluvia plateada de papel picado van empezando a brillar, brillar, como las plantas que bordó mamá en el cubrecama. Y si Dios la perdona a Alicita, va a venir a las lomas, y se va a poner más contenta que nunca al encontrar todos los tulipanes, los va a acariciar, y besar, y después va a correr a darle un beso al tío con la boca de perfume de haber besado tantos tulipanes, y más y más besos al tío, y yo en mis adentros me voy a reír, pero despacito, porque Alicia, ella que se cree tan viva, no se va a dar cuenta que me está besando a mí.

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