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– Cuando terminen de cortar la alfalfa van a escribir.

– Mita dice que tiene terror que empiece la primavera en Coronel Vallejos porque es cuando más viento y tierra sopla.

– Adela, escríbele a tu hermana que está siempre deseando tener noticias, ustedes no saben lo que es estar lejos de la familia.

– ¿Qué le digo?

– No le digas que salí con el delantal gris. Decile que venga pronto que queremos ver al nene.

– Y muchos saludos a Berto.

– Decile que si vienen a vivir a La Plata pueden vivir con nosotros, que la casa es grande de sobra. Habría que encontrarle algún empleo bueno para Berto.

– No seas cabeza dura, papá. Él ya te dijo que no quiere emplearse.

– Decile que estuviste con Sofía Cabalús, decile una mentira.

– Siempre pienso llamarla por teléfono y después me olvido. La voy a llamar mañana desde la oficina.

– Decile que Sofía Cabalús te dijo que el padre le puede conseguir un empleo en la Facultad, como ayudante de algún otro profesor.

– ¿Violeta trajo algún chisme nuevo?

– Se le dio por hablar de Mita, que para qué hizo el sacrificio de estudiar farmacia, que no era lo que quería, si después se casó y ya no piensa ejercer nunca más.

– Le voy a escribir a Mita diciéndole que si está en La Plata, y mejor que mejor si está empleada en la Universidad, puede inscribirse en la Facultad de Letras como quería ella.

– Basta de estudiar, ¿hasta cuándo?

– Papá, no comas más que vas a reventar.

– No le des demasiado pan duro a Clara, que después no me queda para las gallinas.

– Ya rallé un frasco entero de pan rallado para inilanesas, así que todo lo que sobre esta semana lo podes dar a las gallinas.

– Te quejas de que no hay pan y sos vos el que come tanto pan en la mesa que no sé cómo te cabe en el estómago.

– ¿Dónde dan la película de Carlos Palau?

– Es estreno, en el Select.

– Cuando la den más barata la quiero ver.

– En la foto del diario está igual a Berto.

– Hoy Violeta no hizo más que criticar a Mita, porque Mita tenía la locura del cine.

– Me parece que Violeta le escribió a Mita y Mita no le contestó. Por eso estaba contra Mita.

– En la última carta Mita puso al final: «esta carta va también para Violeta».

– Violeta quería una carta especial para ella.

– ¿Qué dijo?

– Que Mita tenía la manía del cine y que siempre hace su capricho y se casó con Berto que es igual a un artista de cine.

– Si no comes te vas a enfermar.

– De tan cansada es que se me va el hambre. Hoy se me cayeron los anteojos al suelo, casi me muero del susto.

– ¿Adónde?

– Por la calle. Si se me rompían otra vez yo creo que me moría.

– ¿Cuánto te toca oculista otra vez?

– Me da lástima ir a gastarme la vista al cine, si no iría a verlo a Carlos Palau.

– De perfil sobre todo se parece a Berto.

– Si Mita se consiguiera un empleo en la Facultad podríamos encontranos a la salida de mi oficina. Cuando veo las ventanas de la Biblioteca al pasar no hay vez que no me acuerde de Mita.

– Pensar que después de todas las horas estudiando sus materias todavía tenías ganas de meterse ahí con Sofía.

– A leer más todavía, Mita tiene una vista de hierro.

– A leer novelas.

– Siempre veo que están las mismas caras, hay poca luz en esa Biblioteca. Esas pobres lamparitas colgando del techo están negras de sucias, tienen una pantalla de vidrio como en forma de una pollerita de tul, de vidrio blanco, y están negras de hollín. Con un trapo empapado en aguarrás se podrían limpiar en un minuto, tanto la lamparita como la pantalla, y habría más luz en esa Biblioteca.

II En casa de Berto, Vallejos 1933

– Porque somos sirvientas se creen que nos pueden levantar las polleras y hacernos lo que quieran.

– Yo no soy sirvienta, soy niñera del nene y nada más.

– Ahora porque sos chica, después vas a hacer sirvienta.

– No hables tan fuerte que se va a despertar el nene.

– Pero nunca te vuelvas a tu casa sola de noche por esas calles de tierra.

– Las enfermeras del hospital que se vuelven a la noche viven todas por las calles de tierra y lo mismo se vuelven solas.

– Las enfermeras son todas unas atorrantas.

– Hay una que parió soltera.

– Tenes que tener cuidado porque te ven que sos sirvienta y a vos te la deben haber jurado, aunque tengas 12 años. Te puede correr uno de los negros que viven por tu casa.

– Los dientes los tienen marrones del agua salada.

– Y a vos te la deben tener jurada.

– Es a vos que te la tendrán jurada.

– Cuidate porque ya saben que a tu hermana tu papá la echó de la casa por parir soltera.

– Dormí, Totito, dormí. Tenés que ser bueno y dormirte de nuevo. Así, así… Esta guacha puta de mierda cree que voy a ser como ella.

– Tenés que tener cuidado más que nunca que ya te empezó la regla, ya estás perdida si te dejás embromar por alguno. Te hacen un hijo enseguida.

– Que hable, esa puta, vos Totín cuando seas grande no vas a decir malas palabras ¿no es cierto, amorcito? Vos que tenés suerte que no sos como la Inés, ésa sí que no tiene suerte, pobrecita que no tiene padre. ¿Dónde estará mi hermana? ¿No se habrá muerto? Yo soy chica pero ya soy tía, esta noche a la Inés la voy a poner a dormir en mi cama, entre mí y la Pelusa, así la Inés duerme calentita entre las dos tías. Vos te asustarías si tu papá volviera borracho que se cae y agarra el cinto del pantalón y me dio un cintazo, Totín, que tu papá le pido a Dios que nunca te dé un cintazo cuando seas grande. La Inés es tonta y no sabe que si empieza a llorar se liga más cintazos todavía, me gustaría que cuando fueras grande te casaras con ella, es un poquito más grande que vos pero no importa, la Inés ya dice mamá y papá. ¿Cuándo vas a aprender vos a decir mamá y papá?

– Yo tengo que preparar el matambre, no seas haragana y sécame el piso, Amparo, no seas roñosa, ya te dijo la señora que lo que ensucie el nene lo tenés que limpiar vos.

– Yo no soy roñosa, ¿quién tiene el delantal más limpio, vos o yo?

– ¿En tu casa no barren nunca el piso? Mi casa será un rancho pero barremos el piso, aunque no haya baldosas barremos el piso de tierra siempre.

– En mi casa el piso también es de tierra y no por eso no lo vamos a barrer.

– Parece que fuera de revoque el piso en casa de apisonado que está. Después de barrer hay que echarle un poco de agua todos los días y no se levanta más la tierra.

– Y en casa mamá le echa agua de cal en el piso. ¡Te querés dormir de una vez, mocosito del diablo!

– El señor Berto te va a oír.

– ¡Amparo! ¡Hacé callar a ese chico que estoy trabajando!

– El señor está haciendo cuentas en el comedor.

– No todos tienen la suerte de tomar la mamadera siempre calentita, como vos, Totín. Pobre la Inés se despierta con hambre y se tiene que tomar la mamadera fría que si mamá se tiene que levantar a la noche a prender la leña para calentar la leche tarda una hora y llora la Inés más todavía si papá le da el cintazo, Totín. Por suerte tu papá no lo mató al Director del Hospital.

– ¡Amparo, vení!

– ¡El señor!

– Quería que matara una araña que iba por la pared, pero no la alcancé.

– ¿Una araña grande? En mi casa hay una araña pollito escondida entre la paja del techo que nunca la pude matar.

– En mi casa entre los ladrillos cuando mamá está lavando afuera en el fuentón la saco a la Inés y entro a la pieza con un balde lleno de agua y lo echo a la pared, y entre los ladrillos hay escondidas muchas telas de araña y si le echas un poco de agua salen las arañas de mierda del escondite y les doy un zapatillazo que se quedan reventadas contra los ladrillos.

– ¿Queda bien el piso cuando le tirás el agua de cal?

– Era mentira, lo que le tiró mamá fue el agua con el desinfectante que le dio la señora Mita. Le tiró un balde lleno y quedó el piso apisonado con unas manchas blancas del desinfectante.

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