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Miércoles 10 – ¿Dios tuvo oídos pata mí? Nuestro director ayer presentó la renuncia pero no se la aceptaron ¿por qué se habrá visto obligado a dar ese paso? ¿estaré salvada? ¿y qué hice yo por él en estas circunstancias aciagas? pero calla, Esther, calla de una vez ¿quién eres tú para ayudar a tu director? Calla y ruega, ya que «el silencio de la plegaria es la música preferida de Dios» como dijo alguien que sabía más que yo. ¿Rezará Héctor por las noches? ¿me habrías creído, Esther, si ayer te hubiese dicho que… el DOMINGO esa y otras preguntas le podrás hacer a Héctor? ¡Casals, bendito sea Casals!

Le dije yo: «Casals, ayer a la tarde le tuve que ir a retirar los papeles del Ministerio de Trabajo y Previsión a mi papá que sabés que dan subsidio a los mutilados, y fui de paso por la calle de Adlon y no lo pude encontrar, para mí que me explicaste mal», y no recuerdo exactamente la conversación cómo siguió, pero bueno… ¿será cierto? ¿es Dios una centella? ¡qué cosa de decir! ¿y cómo me atrevo a sacar a colación esa tontería? Y bien, fue el verano pasado: venía yo de lo de mi hermana y quien mucho necesita de Dios eleva siempre su mirada al cielo, un cielo azul mar de tardecita calurosa, y por la vereda adornada de alguna pareja y una que otra comadre que sale a tomar el fresco mirando a lo alto vi una centella… ¡un deseo! ¡pronto! ¡hay que pedirle a la centella un deseo! pero me avergüenzo de sólo recordarlo, y no sé si me animaré a contarlo en estas cuartillas. Pude pedir más salud para mi madre… pude pedir la confirmación de mi beca… pude pedir más aún: que mis estudios puedan continuar hasta recibirme de médica… pude pedir ¿por qué no? una bicicleta para el Dardito… o la lotería, para todos olvidarnos de estrecheces y pagarle servicio doméstico a mi madre… ¿y qué fue lo que pedí? tan sólo se me ocurrió (en ese instante que me desnudó ante mí misma) lo que podría haber pedido Graciela, o tal vez también Laurita: cuatro letras me subieron a la garganta, me embriagaron cuatro letras como un trago de la grapa más fuerte, y una chiquilina más… pidió Amor.

Bueno, la cuestión es que ayer, a la hora en que el sol estaba en el cénit de un cielo casi blanco de luz, apenas terminamos el almuerzo llegó Casals a la mesa pero ya Laurita se había levantado y se sentó al lado mío y fuimos al parque hasta que sonó el timbre de vuelta a clase. El pasto todavía estaba mojado y hay mucho barro todavía pero por fin pudimos caminar un poco al sol y aprovechar nuestro inmenso parque después de tantos días de lluvia.

Casals entonces (ni que yo se lo hubiera pedido), empezó a hablarme de Graciela, y que Laurita antes hablaba mal de Graciela pero ahora la defiende y que Graciela es una porquería. Así se expresó Casals: «Graciela, sabés Esther, estábamos el domingo con mi prima en la Cabaña Canadiense comiendo panqueques después del cine y pasó por la mesa con esa amiga que vino con ella para el partido intercolegial, esa nariz ganchuda y se pusieron a hablar ahí paradas al lado de la mesa y mi primo les dijo que se sentaran y yo lo hubiese matado que se sentaron y pidieron también panqueques y tuvo que pagar mi primo con la plata mía para Adlon» ¡y Casals se quedó sin Adlon! y a esas dos asquerosas le dijo que había visto el estreno de Ginger Rogers y según las palabras de Casals: me dicen que es vieja Gingers Rogers, que no les gusta y me miraron con una cara como diciendo que yo era un tarado y le preguntaron a mi primo si le había gustado la película ¡y el idiota les dice que no! y yo creí que le había gustado y ellas le preguntan si yo había elegido el programa y él les dice que sí, que yo siempre elijo y ellas le dijeron pobre, qué paciencia ¡mira qué inmundas!» y para colmo llovía y qué iban a hacer hasta la hora de volver al colegio si no tenían plata para Adlon y no podían ir a caminar por el centro porque llovía y se tuvieron que quedar ahí en esa mesa, y decía Casals «¡qué domingo! y Laurita dice que Adlon estuvo fenómeno, llegó el Charrúa con las dos Kraler, la de quinto y la de tercero también». «Nunca hablé con las de Kraler ¿vos hablaste con ellas alguna vez? el padre es dueño de casi la mitad de Río Negro, es alemán. La más grande es la más linda ¿no te parece a vos? y la orquesta dice Laurita que tocó el "Boogie de los lustrabotas" y la de Kraler sabía toda la letra en inglés y cantó despacito en la mesa y la otra de Kraler dice Laurita qué toca la batería con las cucharitas de la mesa y los vasos y las tazas y todas las mesas los miraban que ellos eran los que se divertían más.»

Me contaba el pobre chico: «Héctor nos dejó en la estación y en el tren si te digo que la nariguda compró chocolate y le pedí un pedacito y me dijo que me comprara y yo le dije que la había invitado con el panqueque o si ya se había olvidado y entonces me dio la mitad y me dijo que yo era muy chico para salir con ellas» ¡y tiene catorce años igual que yo y que él! Casals me hizo sentir avergonzada cuando agregó «yo sé que a casi todas ustedes les gustan los de 5° ¿pero no te parece que son grandes para ustedes? tienen diecisiete o dieciocho años».

Y fue entonces que me animé, en la vida se necesita coraje, bien dicen que sin coraje no hay guerra, y le dije que me moría de ganas de conocer a Adlon, y recién entonces se le ocurrió decirme por fin dónde está Adlon, en frente de la joyería y al lado de pieles «Fantasio»… pero en el primer piso, y la entrada está al fondo de la galería y por más que pase por la vereda no se ve la entrada, y habrá que mirar arriba para ver las ventanas de donde sale la música, dice Casals, cuando toca la orquesta Y… «¿por qué no venís un domingo con nosotros?», y Esther azorada «¿adonde?» y respondió «al cine a la marinee, y después basta que me des para pagarte el panqueque y dos pesos más para una naranjada en Adlon, nos sentamos en la mesa con Laurita y así mi primo habla con ella por primera vez». Y le pregunté qué es lo que hacen los muchachos y las chicas los domingos desde que se encuentran hasta que se separan. Y dijo así: «Se encuentran en el cine y están toda la película con la mano agarrada, después van a comer algo al bar lácteo y después a Adlon donde tocan la música especial para parejas. Y en la mesa se dicen que se quieren, hablan de la película que vieron y planean qué película van a ver el domingo siguiente y lo mejor de todo es si en la semana hay un feriado así no tienen que esperar una semana y la hora se acerca de acompañar el muchacho a la chica al colegio y en esas cuadras oscuras se besan y se aprietan.» E inquirí: «¿es eso lo que te cuenta Héctor?» pero vi pasar como una sombra por su rostro y continuó con lo siguiente: «Adhemar cuando salía con la más chica de Kraler el año pasado, como ella también está pupila él la acompañaba hasta la verja del pabellón de chicas y desde ahí los espía la vieja celadora de las chicas, que es tan buena, y la Kraler no toma alcohol porque es protestante pero Adhemar en Adlon tomaba un "Manhattan", mezcla de whisky no sé qué más y me parece que con eso se le iba la timidez y le decía a la de Kraler lo que todos los pupilos sabíamos». E inquirí sobre lo que todos los pupilos sabían. A lo que respondió: «yo le pregunté a Adhemar si la quería a la Kraler y me contestó que "vina piba así merece que la quieran para toda la vida". Quién sabe por qué se habrán peleado…» Y Esther taimada le dice a Casals «a vos la que te gusta es la de nariz ganchuda y no lo querés decir, claro, porque es más linda que Laurita, que creí que era la que te gustaba». Y respondió Casals con voz que le salía del cofre de sus sueños: «Laurita es la mejor».

Pero a ella le gusta el Charrúa que tiene veinte años. Y me preguntó Casals: «¿no le gusta Adhemar? el Charrúa es un salvaje de la selva», a lo que añadí: «Pero si Laurita te gusta a vos, por qué le querés hacer gancho con tu primo?» «Mi primo tiene cuatrocientas novias, qué le importa a él de Laurita, pero lo mejor es hacerse de la barra de las de Kraler y Laurita y todos. Y esto es secreto: el año que viene mi primo no está porque le toca el servicio militar, y yo ya quedo adentro de la barra.»

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