Tomás Zubía: Nunca, señor.
Allister Randoll: ¿Tampoco de labios del coronel Vonderschmidt?
Tomás Zubía: Tampoco, señor.
General Eisenhower: Bien, señores, por mi parte creo que nuestro interlocutor está siendo sincero y que se puede confiar en él, ¿no les parece? Señor Zubía, dentro de diez días volverá a Madrid. Lo que ha hecho hasta ahora no tiene nada que ver con lo que tendrá que hacer de ahora en adelante. El peligro que va a sufrir es inmenso, pero es usted la única persona que puede enfrentarse a la misión que le vamos a encomendar con un mínimo de posibilidades de éxito. Si fracasa, su muerte es segura, pero si triunfa, cambiará el curso de la guerra. Ahora, acompañe al señor DeFargo, que le pondrá al corriente de todo. acompañe¡Y que Dios le bendiga!