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– ¿Por qué?

– Me pasa como a ti. Las tripas me siguen diciendo que Ferrer estaba metido hasta las cachas en un trabajo de investigación, pero los hechos no han confirmado esta opinión. Mira, la gente suele tener razón en parte cuando dice que nosotros conocemos a los camellos y no los detenemos. Es verdad, pero es una verdad muy simplificada. ¿De qué sirve detener a un vendedor cuando al día siguiente otro ocupa su puesto? Muchas veces es preferible darles carrete y ver hasta dónde pueden llevarnos, aunque en cantidad de ocasiones investigaciones fructíferas son paralizadas por órdenes superiores. Eso sí, cada cierto tiempo, y previo aviso a bombo y platillo en los telediarios, se produce una operación Primavera, o Verano, o como coño quieran llamarla, por la que se nos obliga a hacer unas redadas absurdas a fin de detener a miles de infelices que no sirven ni para tacos de escopeta y de los que no vamos a sacar nada en limpio. Quiero recalcarte con esto que, como ya supondrás, conocemos muy bien el mundillo de la droga. Pues bien, en este mundillo Andoni Ferrer no era conocido, y eso no es normal. Cuando en ciertos ambientes aparece un extraño, en seguida es avistado y catalogado. Sin embargo, nadie ha visto u oído a Andoni Ferrer, y eso no es lógico si ha estado interesado en el tema.

– De modo que vosotros tampoco podéis ayudarme. ¡Qué se le va a hacer! No voy a tener más remedio que cerrar el caso.

– Nunca se cierra un caso, y tú debieras saberlo. En lo que a mí concierne no está cerrado. Sigue habiendo cosas extrañas que aún no puedo explicar, ni siquiera me atrevo a afirmar que estén relacionadas con la muerte de Ferrer.

– ¿Como cuáles?

– De un tiempo a esta parte, dos o tres años a lo sumo, hemos observado un aumento del consumo en nuestra zona; sin embargo, no se han abierto, o no los hemos detectado, nuevos canales de abastecimiento. Sospechamos que algún nuevo distribuidor, posiblemente un mero intermediario en la sombra, se ha introducido en el mercado, pero se lo ha debido montar tan bien que estamos in albis, y no sólo eso, sino que tampoco se ha producido ningún conflicto o guerra entre clanes. Es un asunto francamente raro y sobre el que no tenemos información. Supongo que los de la DEA, que son como Dios, por su poder y porque están en todas partes, sabrán lo que se cuece, pero esos cabrones nunca facilitan información de balde y nosotros no tenemos con qué pagarles. La verdad es que si esto se supiera íbamos a parecer el grupo antidroga más incompetente de toda España, cuando, modestia aparte, siempre hemos sido de lo más efectivo. Pues bien, alguna que otra vez he fantaseado con la posibilidad de que Ferrer hubiera contactado con ese nuevo grupo distribuidor, pero me temo que no sea más que una fantasía sin fundamento.

– Tal vez, pero no es una idea desdeñable. Podría ser un punto de partida.

– No lo pongo en duda, pero si Ferrer está muerto y de ese hipotético grupo no sabemos nada, estamos como estábamos: con el cielo arriba, la tierra debajo y el culo al aire.

– Entonces no hay nada que hacer.

– Sí, lo de siempre. Tomárselo con calma, con mucha calma, y trabajar. La rutina diaria. Hablando de eso, no creo que sirva para nada, pero podíamos ir a visitar a un confidente al que no he visto desde la muerte de Ferrer. ¿Te viene bien esta noche a las diez?

– Si puede ayudarme en algo me viene bien a cualquier hora.

– ¡Ojo!, no te prometo nada, más bien lo contrario, pero por intentarlo que no quede. Entonces, a las diez aquí mismo. ¿De acuerdo?

– Estaré contando las horas.

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