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Mirando mía foto del cráter Copérnico

(Norte del ecuador lunar)

Cuando el corazón carece de absoluto, ama.
De cara al misterio
de las piedras y al mar alborotado,
ama y puede albergar
al mundo en su ternura,
alentar la piedad
desde lo lejos,
y ceñir dulcemente
el silencio invernal
que viene de la Luna.
Tengo los labios entreabiertos
a sus copos de nieve,
ellos me alumbran
el camino.
Y el alba, con su fuerza,
me acaricia la boca.

Conversación sobre el mundo

Ellos se abrazan y se besan
para que ni un detalle
escape a su control.
Digamos que estos ritos
le sorprenden. Mirando
el mar tampoco nunca
llegará a saber nada.
Como hilos de oro sobre las mareas
hierve la realidad en torno suyo.
Hay que estar preparados,
dice. Cuando del rostro
ha desaparecido la última partícula
de esperanza, sonríe,
y observa el Sol de frente
y sin pestañear.

Historia general de la naturaleza

Su vida no es inútil,
empieza
debajo de los corredores.
Nunca había hecho nada parecido
a vivir, y no sabe.
La muchacha no vuelve
la vista atrás.
Esto es el futuro,
piensa ella.
La tarde pierde la paciencia y,
mientras dura el viaje,
la tristeza aprovecha la oportunidad.
Desea retirarse
viva, atrapar esa pureza,
soltar su carcajada,
y volver a ganar
altura con los brazos.
La vida es su
coraza. Apenas más humana
que un palacio de mármol,
la muchacha
siega el maíz del tiempo
con un impulso de cristal.

El argumento del designio

– Hay secretos enraizados
en cada ángulo de mi boca-.
Una bruma
de oro ha recubierto
la tierra yerma, ensimismada.
Sé que la oscuridad
también comete errores
que
aguardan a su tiempo
tras la puesta del Sol.
Soy la extranjera. Poco a poco
me acostumbro al color,
a los niños que sueñan
con sus ojos enormes
clavados en el rumbo
de esa estrella irreal
que nunca explica cómo
buscar sustento para el corazón.

La ausencia de prueba no es prueba de ausencia

Nacen los vientos desde el cielo
y me señalan el camino.
¿En qué lugar
de estas aguas profundas
encontrará reposo
mi mirada?
Cuando haya muerto,
¿podré yo amar?, ¿y a quién?

Cielo a la deriva

Voy caminando por el valle
de las mil lunas,
donde el crepúsculo
ha metido
al cielo de cabeza en los arroyos.
Con ellos va,
¡hay tanto cielo a la deriva
que se va!
Camino junto a los brotes, me apresuro
en burdeles que frecuentan los ángeles.
Soy una nube baja:
no rozaré jamás
las cumbres.
Ah, si vieras
cómo tiemblo,
sola junto a las azaleas del patio,
haciendo sortijas con la luz de los astros.

Materia oculta

Hollar un trozo
del dulce paraíso
donde nada ha cambiado,
tampoco la belleza
de los bosques demándalo,
ni siquiera las nieves
de los muchos inviernos
ya pasados.

La red del sistema

Estambres de antiguo fuego estelar,
cúmulos, supernovas,
gloriosos resplandores del pasado:
aunque muera por mí
la vida, aunque me atrapen
sus perfumes, mi gozo
nunca será más dulce,
pues todo cuanto puede
ser definido bien
es esta luz tan pura,
hendida allí donde comienza
la niebla de mi desengaño.

La perfección siempre es estéril

Por las rosas perdidas
que tejen en las ramas
su encanto solitario
sin saber qué es la vida.
Por la luz que se olvida
y es acaso un afán
de descifrar caminos
del tiempo que transcurre
en extraño silencio,
a solas con él mismo.
Como una flor, despierto
cada vez que la tarde
reposa sus colores
sobre el mundo.
¿Cómo será la eternidad que ahora
gana tiempo?
¿Cómo serán los años que no quedan?
La vida se entreabre,
sólo a mí me presagia
con las rosas perdidas
que tejen en las ramas
su encanto solitario
sin saber qué es la vida.
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