Mirando mía foto del cráter Copérnico (Norte del ecuador lunar) Cuando el corazón carece de absoluto, ama. De cara al misterio de las piedras y al mar alborotado, ama y puede albergar al mundo en su ternura, alentar la piedad desde lo lejos, y ceñir dulcemente el silencio invernal que viene de la Luna. Tengo los labios entreabiertos a sus copos de nieve, ellos me alumbran el camino. Y el alba, con su fuerza, me acaricia la boca. Conversación sobre el mundo Ellos se abrazan y se besan para que ni un detalle escape a su control. Digamos que estos ritos le sorprenden. Mirando el mar tampoco nunca llegará a saber nada. Como hilos de oro sobre las mareas hierve la realidad en torno suyo. Hay que estar preparados, dice. Cuando del rostro ha desaparecido la última partícula de esperanza, sonríe, y observa el Sol de frente y sin pestañear. Historia general de la naturaleza Su vida no es inútil, empieza debajo de los corredores. Nunca había hecho nada parecido a vivir, y no sabe. La muchacha no vuelve la vista atrás. Esto es el futuro, piensa ella. La tarde pierde la paciencia y, mientras dura el viaje, la tristeza aprovecha la oportunidad. Desea retirarse viva, atrapar esa pureza, soltar su carcajada, y volver a ganar altura con los brazos. La vida es su coraza. Apenas más humana que un palacio de mármol, la muchacha siega el maíz del tiempo con un impulso de cristal. El argumento del designio – Hay secretos enraizados en cada ángulo de mi boca-. Una bruma de oro ha recubierto la tierra yerma, ensimismada. Sé que la oscuridad también comete errores que aguardan a su tiempo tras la puesta del Sol. Soy la extranjera. Poco a poco me acostumbro al color, a los niños que sueñan con sus ojos enormes clavados en el rumbo de esa estrella irreal que nunca explica cómo buscar sustento para el corazón. La ausencia de prueba no es prueba de ausencia
Nacen los vientos desde el cielo y me señalan el camino. ¿En qué lugar de estas aguas profundas encontrará reposo mi mirada? Cuando haya muerto, ¿podré yo amar?, ¿y a quién? Cielo a la deriva Voy caminando por el valle de las mil lunas, donde el crepúsculo ha metido al cielo de cabeza en los arroyos. Con ellos va, ¡hay tanto cielo a la deriva que se va! Camino junto a los brotes, me apresuro en burdeles que frecuentan los ángeles. Soy una nube baja: no rozaré jamás las cumbres. Ah, si vieras cómo tiemblo, sola junto a las azaleas del patio, haciendo sortijas con la luz de los astros. Materia oculta Hollar un trozo del dulce paraíso donde nada ha cambiado, tampoco la belleza de los bosques demándalo, ni siquiera las nieves de los muchos inviernos ya pasados. La red del sistema Estambres de antiguo fuego estelar, cúmulos, supernovas, gloriosos resplandores del pasado: aunque muera por mí la vida, aunque me atrapen sus perfumes, mi gozo nunca será más dulce, pues todo cuanto puede ser definido bien es esta luz tan pura, hendida allí donde comienza la niebla de mi desengaño. La perfección siempre es estéril Por las rosas perdidas que tejen en las ramas su encanto solitario sin saber qué es la vida. Por la luz que se olvida y es acaso un afán de descifrar caminos del tiempo que transcurre en extraño silencio, a solas con él mismo. Como una flor, despierto cada vez que la tarde reposa sus colores sobre el mundo. ¿Cómo será la eternidad que ahora gana tiempo? ¿Cómo serán los años que no quedan? La vida se entreabre, sólo a mí me presagia con las rosas perdidas que tejen en las ramas su encanto solitario sin saber qué es la vida. |