David vio miedo en los ojos de Hu-lan mientras se llevaba una mano protectora al vientre.
– Conseguiré salir como sea… -Intentó aparentar tranquilidad y añadió-: También quiero volver a ver a Su-chee. Tan pronto pueda marcharme iré a la granja. ¿a qué hora es nuestro vuelo?
– Henry dijo que nos encontraríamos en el aeropuerto a las cinco.
– Le diré a Lo que me recoja en casa de Su-chee a las cuatro; puede dejarnos en el aeropuerto antes de volver con el coche a Pekín ¡Un momento! ¿Puedo ir contigo? ¿Es ético?
– Prohibido hacer preguntas.
– De acuerdo.
– ¿Cómo piensas presentarme?
– Como mi prometida. Pero lo digo en serio, Hu-lan, nada de preguntas. Nada de hacer investigaciones mientras estés conmigo.
Hu-lan aceptó sus condiciones y después preguntó:
– ¿Dónde estarás mañana?
David sonrió y contestó:
– Randall Craig y otras personas de Tartan llegan esta noche. Mañana hay una especie de fiesta; después tendremos más reuniones antes de volar a Pekín. -Reflexionó y añadió-: Intentaré hablar con Randall a primera hora de la mañana. Después iré a ver a Sun. ¿Quién sabe? Puede que me diga qué está ocurriendo.
Tenían un plan, pero se habían quedado muchas cosas en el tintero. Los dos sabían que tenían que seguir adelante pese al peligro físico, psicológico o profesional. Pero ahora estaban en campos opuestos. Cuanto más profundizaran en la investigación, más evidente sería. Cuanto más preguntaran, más probabilidades de que se convirtieran en blancos, como había ocurrido con Keith y Miao-shan.