121› demasiada mucha información en NASA. es divertido entrar pero demasiado mucha información para mirar y mirar.
Pbl› [Private to Jhn] No he podido leerlas todas, John, no te cabrees, lo siento, estoy metido en un lío de cojones. Ya hablaremos. Te enviaré un mail o te llamaré por teléfono.
Puck› 121 ¿no puedes enseñarme cómo entrar en la NASA? Es un buen sitio para hacer travesuras.
Woung› Me ha contado John que encontraste el texto en la Red. Lo que me extraña es que no hubiera oído hablar de él antes. No es tanto lo que se conserva escrito en inglés medio, y yo estoy acostumbrado a manejar los principales catálogos. Quizá investigando la dirección en la que lo has encontrado podrías averiguar algo más.
121 › qué cosa dice travesuras?
Jhn› [Private to Pbl] Eso espero. Te va a costar justificar el día que me has hecho pasar.
Pbl› 121 "travesura" significa Schelmenstreich; no hagas caso a Puck: Puck es nombre de Poltergeist. Oye: ¿no puedes decirme nada, absolutamente nada, respecto al dominio que me interesa?»Ya sé, Woung: en eso estoy, 121 está investigando el sistema de origen.
Puck› Yo no soy ningún poltergeist, soy un duende.
Jhn› Puck: ¿cómo demonios has venido a parar a este chat?
Woung› Si consigues más información házmela llegar a [email protected]. Te lo agradecería. Entretanto leeré el poema entero. ¿Puedes darme una dirección-e?
Jhn› [Private to Pb!] Ya te dije que a Günter hay que estimularlo un poco. Está remolón. Preséntale el trabajo como la resolución de un misterio interesante, sino se olvidará de ti en cuanto salga del chat y se dedicará a cualquier cosa más divertida que tus paranoias.
121› lo siento Pbl. todavía no averiguado.
Jhn› Puck: Poltergeist significa "duende" en alemán. ¿Ves como éste es un chat serio?, hasta hablamos alemán.
Puck› Jhn: a los duendes nos gusta meternos donde no nos llaman. En la NASA, por ejemplo.
Pbl› Woung: [email protected] Es mi dirección del Metaphisical.
Puck› Esto se está poniendo muy aburrido. Jhn: deberías decir para todos esas cosas tan divertidas que me cuentas en private acerca de Pbl.
Woung› Por cierto, Pbl y Jhn, he sabido que en Richmond hay un estudiante interesado en componer una tesis sobre las ideas que difundís desde este site. Está tratando de que el departamento de filosofía contemporánea acepte la petición, y parece que lo conseguirá. He oído algunas versiones muy atractivas de esa teoría vuestra de la Realidad Inventada. Estáis de moda en las facultades de letras de la Costa Este, estuve por allí este invierno.
Jhn› No sé de qué hablas, Puck, yo no te he enviado ningún private.
Pbl› Puck: en español diríamos que se te ve el plumero.
Jhn› Si Pbl bebiera un poco menos y trabajara un poco más lograríamos publicar algo coherente, pero ni siquiera tenemos la teoría definida formalmente, no es más que un montón de mensajes electrónicos desperdigados por la Red. No estaría mal que me pusieras en contacto con el estudiante del que hablas. Quizá para ayudarnos a recopilar. Nos vendría bien un becario.
Puck› Bah, y quién habla español… Sois muy aburridos. Me voy: quizá encuentre a Oberón en el bosque.
– Puck left the chat at r7:26 (GTM + i).
Jhn› Menudo gilipollas, el duende.
Pbl› [Private to 121, Jhn] Günter, he de aclararte algo. Tu ayuda y la de tus amigos resulta de vital importancia. Ya sé que parece una locura, pero, en resumen, estamos tratando de descubrir el origen de un poema del siglo XIV que (presta atención) contiene información sobre lo ocurrido durante los seis siglos posteriores a su redacción. Woung está trabajando con nosotros: es un especialista en literatura medieval inglesa, acaba de confirmarnos la antigüedad del texto. Sabemos que el dominio worm.com está relacionado con ese poema y pensamos que llegando hasta el sistema de origen tendremos acceso a más datos. ¿Comprendes la importancia de vuestro trabajo? Están implicados en la investigación expertos de todo el mundo, pero nos falta un buen equipo de informáticos. Piensa que estamos tratando de obtener INFORMACIÓN SOBRE EL FUTURO. Por favor: envíame un mail en cuanto tengas alguna noticia. Estaré pendiente del correo. Y sé discreto, no conviene que esto que te digo se divulgue demasiado, informa sólo a tus colaboradores más inmediatos.
En fin, supongo que me pasé un poco de rosca, pero confié en que mis palabras surtieran efecto: para un chaval de trece años todavía es posible la aventura, por descabellada que parezca. Por lo menos prometió hacer algo esa misma tarde y enviarme un mensaje en cuanto tuviera algo. Por lo demás, el lío de intervenciones cruzadas siguió aún durante unos minutos, pero yo había obtenido ya toda la información posible y me desconecté en cuanto el mínimo sentido de la cortesía me lo permitió. Como de costumbre, mis esfuerzos indagatorios terminaban siendo estériles: por un lado The Stronghold se revelaba auténticamente antiguo, pero por otro ya no estaba muy seguro de que eso fuera tan extraño. Es verdad que toda la historia de la filosofía es una contante reformulación y se le pueden encontrar antecedentes a cualquier idea pretendidamente contemporánea.
El caso es que la ensalada mental que tenía ya a aquellas alturas era importante, necesitaba desintoxicarme un poco, y, visto que ya no podía hacer más desde casa, pensé hacer la prometida visita a la familia y de paso ver si SP había averiguado algo interesante respecto al accidente de Robellades-hijo.
Estaba ya en la puerta cuando sonó el teléfono.
– Holaaa, qué tal…
La que faltaba.
– Ya ves, aquí, contestando al teléfono…
– Y qué, qué explicas.
– No explico nada, Fina, absolutamente nada: estoy sencillamente esperando a saber para qué demonios has llamado.
Antes de enterarme tuve que disculparme por ser tan antipático y finalmente supe que José María iba a volver tarde de la oficina, así que ella había resuelto, citarse conmigo; a condición, claro está, de que yo actuara como si fuera ella la que me hacía el favor. Pero yo tenía otros planes para esa noche.
– No puedo, Fina, quedamos mañana si quieres.
– Ah… ¿Y se puede saber por qué no puedes?
Mierda: a improvisar otra vez:
– Pues… tengo una cita.
– ¿Una cita?, ¿tú?, ¿no será con alguna pelandusca?
Cacé la idea al vuelo:
– No es ninguna pelandusca.
– Mira que lo sabía… apareces un día con un cochazo impresionante, te disfrazas de treintañero moderno, llevas fajos de billetes grandes por los bolsillos… Y eso no es lo peor. Lo peor es que ya ni haces payasadas de las tuyas. Estás… aneblao.
– Ya ves. Yo pensaba que a estas alturas no podía pasarme algo así.
Lo dije con tono de corderito, como avergonzado.
– La muy zorra… ¿Y quién demonios es, si puede saberse?
– La conocí en la cena de cumpleaños de mi madre. Es hija de unos amigos de la familia. He quedado con ella para cenar… y tomar una copa…
– Será… En cuanto cuelgue no te vuelvo a hablar en la vida. Así que me dejas plantada por la primera guarrona amater que se te cruza en el camino, ¿no?
– Chica, así son las cosas…
– Y una leche: me hiciste una promesa, ¿no te acuerdas? Me prometiste que si alguna vez te enamorabas de alguien sería de mí.
– No seas ridícula, Fina: ¿qué clase de promesa es ésa?
– Una de las tuyas, ya lo ves. Y ahora me sales con que «Me he encoñao de una guarra amiga de mis padres»…
– Yo no he dicho eso. Y no es ninguna guarra.
– ¿Que no? Pues te ha seducido como a un… teenager: te pones guapo, y te echas colonia cara, y te quedas como… ausente. Y qué: ¿ya habéis follado, o para eso quedáis esta noche…?
– Fina, por favor…
– «Fina, por favor…», pues sabes lo que te digo, que pienso salir por ahí yo sola. Yo también tengo admiradores, para que lo sepas.
En fin.
Ya en la calle, avisé de mi destino a los Ángeles de la Guarda, que seguían en el Kadett entreteniendo la espera con un siete y medio. No había ya rastro del motorista; supongo que, vista mi renuncia a escapar de la vigilancia, SP había prescindido de sus servicios. Como no tenía ganas de caminar pensé en Bagheera, pero justo por delante del Kadett pasó un taxi y lo paré casi en un movimiento reflejo. Nunca sabré si aquel taxi me perjudicó o me salvó el pellejo, el caso es que hoy puedo contarlo.
En el jol de mis SP's ya no estaban ni Mariano el portero ni el guardia jurado de uniforme. Ahora el despliegue de gorilas a la vista era impresionante: dos rondando por la calle, dos más en el vestíbulo y otros dos arriba, en la puerta del piso; eso sin contar con los que no vi. Todos parecían estar conectados por radio, o teléfono, algo que les colgaba de la oreja. Uno de los de abajo me pidió que tomara el ascensor de servicio. Al parecer el acceso a la entrada principal estaba intervenido mediante no sé qué gaita electrónica, pero aquello me pareció como si el puente levadizo se hubiera alzado. El gorila más grande de los de arriba tuvo que llamar veinticinco veces a la puerta, hasta que terminó abriendo mi Señora Madre, lo que desde luego era inaudito. Su aspecto, sin embargo, era el de rutina: blusón con bordados exóticos, maquillaje de ver la tele y las perlas de estar por casa. Incluso me pareció que no estaba tan nerviosa como cabía esperar. ¿El Valium?, ¿la sauna?, ¿las manazas de Gonzalito?
– Ah, Pablo José, pasa, hijo. Esto es una locura. Estamos sin asistenta (el bruto de tu padre la ha despedido esta mañana, ya te contaré…). Y no sé qué pasa con Eusebia que no abre la puerta -se introdujo un poco en el corredor de servicio y alzó la voz-: ¡Eusebia, ¿es que no has oído el timbre?! -Volvió a prestarme atención a mí-: No te sienta nada bien este bigote, Pablo José -me presentó las mejillas para que se las besara-, pareces un árbitro de fútbol; un árbitro de fútbol gordísimo… Tendrías que ir a algún gimnasio, hijo. Y afeitarte ese bigote horrible.
A todo esto, se había oído una cisterna y rumor de grifos procedentes del corredor de servicio. Al poco apareció la Beba estirándose las sisas de la falda.
– ¿No has oído el timbre, Eusebia?
– Claro que l'hi oído: media docena de veces; pero es que estaba en el váter haciendo un pipí…
– Te tengo dicho que es suficiente con saber que estabas en el baño, no es necesario que especifiques qué hacías adentro. El otro día me hiciste la misma delante de la señora Mitjans.