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IX. Septiembre. Chocolate y Rosca de Reyes

INGREDIENTES:

2 libras cacao Soconusco

2 libras cacao Maracaibo

2 libras cacao Caracas

Azúcar entre 4 y 6 libras según el gusto

Manera de hacerse:

La primera operación es tostar el cacao. Para hacerlo es conveniente utilizar una charola de hojalata en vez del comal, pues el aceite que se desprende de los granos se pierde entre los poros del comal. Es importantísimo poner cuidado en este tipo de indicaciones, pues la bondad del chocolate depende de tres cosas, a saber: de que el cacao que se emplee esté sano y no averiado, de que se mezclen en su fabricación distintas clases de cacao y, por último, de su grado de tueste.

El grado de tueste aconsejable es el del momento en que el cacao comienza a despedir su aceite. Si se retira antes, aparte de presentar un aspecto descolorido y desagradable, lo hará indigesto. Por el contrario, si se deja más tiempo sobre el fuego, el grano quedará quemado en gran parte y contaminará de acrimonia y aspereza al chocolate.

Tita extrajo sólo media cucharadita de este aceite para mezclarlo con aceite de almendras dulces y preparar una excelente pomada para los labios. En invierno se le partían invariablemente, tomara las precauciones que tomara. Cuando era niña esto le causaba gran malestar, pues cada vez que se reía, se le abrían sus carnosos labios y le sangraban produciéndole un intenso dolor. Con el tiempo lo fue tomando con resignación. Y como ahora no tenía muchas razones que digamos para reír, no le preocupaba en lo más mínimo. Podía esperar tranquilamente hasta la llegada de la primavera para que desaparecieran las grietas. El único interés que la movía a preparar la pomada era que por la noche vendrían a la casa algunos invitados a partir la rosca de Reyes.

Por vanidad, no porque pensara reírse mucho, quería tener los labios suaves y brillantes durante la velada. La sospecha de estar embarazada no la hacía sentirse como para tener la risa a flor de labio. Nunca pensó en esta posibilidad al consumar su amor con Pedro. Aún no se lo comunicaba a él. Esta noche pensaba hacerlo, pero no sabia cómo. Qué actitud tomaría Pedro y cuál serla la solución a este gran problema, lo ignoraba por completo.

Prefería tratar de no atormentarse más y procurar desviar los pensamientos de su mente hacia cosas más triviales como la preparación de una buena pomada. Para esto no hay como la crema de cacao. Pero antes de ponerse a elaborarla era necesario que dejara listo el chocolate.

Cuando el cacao ya está tostado como se indicó, se limpia utilizando un cedazo para separar la cáscara del grano. Debajo del metate donde se ha de moler, se pone un cajete con buena lumbre y cuando ya está caliente el metate, se procede a moler el grano. Se mezcla entonces con el azúcar, machacándolo con un mazo y moliendo las dos cosas juntas. En seguida se divide la masa en trozos. Con las manos se moldean las tablillas, redondas o alargadas, según el gusto, y se ponen a orear. Con la punta de un cuchillo se le pueden señalar las divisiones que se deseen. Mientras Tita daba forma a las tablillas, añoró con tristeza los días de Reyes de su infancia, en los que no tenía problemas tan serios. Su mayor preocupación en esa época era que los Santos Reyes nunca le traían lo que ella pedía, sino lo que Mamá Elena pensaba que sería lo más adecuado para ella. Hasta hacía algunos años no se había enterado de que la causa por la que en una sola ocasión sí recibió el regalo esperado fue porque Nacha se pasó algún tiempo ahorrando de su salario para comprarle un «cinito» que había visto en el aparador de una tienda. Le llamaban cinito, por ser un aparato qué proyectaba imágenes en la pared utilizando un quinqué de petróleo como fuente de luz, dando un efecto parecido al del cine, pero su nombre verdadero era el de «zootropo». Qué enorme felicidad le proporcionó verlo junto a su zapato, al despertarse por la mañana. Cuántas tardes gozaron ella y sus hermanas viendo las imágenes en secuencia que venían dibujadas en tiras de cristal, y que representaban diferentes situaciones de lo más divertidas. Qué lejos le parecían ahora esos días de felicidad, cuando Nacha estaba a su lado. ¡Nacha! Extrañaba su olor a sopa de fideos, a chilaquiles, a champurrado, a salsa de molcajete, a pan con natas, a tiempos pasados. ¡Por siempre serían insuperables su sazón, sus atoles, sus tés, su risa, sus chiqueadores en las sienes, su manera de trenzarle el pelo, de arroparla por las noches, de cuidarla en sus enfermedades, de cocinarle sus antojos, de batir el chocolate! ¡Si pudiera volver un solo momento a aquella época para traerse de regreso un poco de la alegría de esos instantes y poder preparar la rosca de Reyes con el mismo entusiasmo que entonces! Si pudiera comerla más tarde con sus hermanas como en los viejos tiempos, entre chanzas y bromas, cuando aún no tenían que disputarse Rosaura y ella el amor de un hombre, como cuando ella aún ignoraba que le estaba negado el matrimonio en esta vida, como cuando Gertrudis no sabía que huiría de la casa y trabajaría en un burdel, como cuando al sacarse el muñeco de la rosca se tenia la esperanza de que lo que se deseara se cumpliría milagrosamente al pie de la letra. La vida le había enseñado que la cosa no era tan fácil, que son pocos los que pasándose de listos logran realizar sus deseos a costa de lo que sea, y que obtener el derecho de determinar su propia vida le iba a costar más trabajo del que se imaginaba. Esta lucha la tendría que dar sola, y esto le pesaba. ¡Si al menos estuviera a su lado Gertrudis, su hermana! Pero parecía más probable que un muerto volviera a la vida que Gertrudis regresara a la casa.

Nunca habían vuelto a recibir noticias de ella, desde que Nicolás le había hecho entrega de su ropa, en el burdel donde había ido a caer. En fin, dejando orear al lado de sus recuerdos las tablillas de chocolate que acababa de terminar, se dispuso a preparar la rosca de Reyes.

INGREDIENTES:

30 g de levadura fresca

1 ¼ kg. de harina 8 huevos

2 cucharadas de agua de azahar 1 ½ tazas de leche 300 g de azúcar 300 g de mantequilla 250 g de frutas cubiertas 1 muñeco de porcelana

Manera de hacerse:

Con las manos, o utilizando un tenedor se desbarata la levadura en un cuarto de kilo de harina, agregándole poco a poco media taza de leche tibia. Cuando están bien incorporados los ingredientes se amasan un poco y se dejan reposar en forma de bola, hasta que la masa crezca el doble de su tamaño.

Justo cuando Tita ponía la masa a reposar, Rosaura hizo su aparición en la cocina. Venia a pedirle su ayuda para poder llevar a cabo la dieta que John le había recetado. Desde hacía unas semanas tenia graves problemas digestivos, sufría de flato y mal aliento. Rosaura se sintió tan apenada por estos trastornos que inclusive tuvo que tomar la decisión de que Pedro y ella durmieran en recámaras separadas. De esta manera aminoraba un poco su sufrimiento al poder desalojar ventosidades a su antojo. John le había recomendado abstenerse de alimentos tales como raíces y legumbres y realizar un activo trabajo corporal. Esto último se le dificultaba por su excesiva gordura. No se explicaba por qué desde que regresó nuevamente al rancho habla empezado a engordar tanto, pues seguía comiendo lo mismo de siempre. El caso es que le costaba un trabajo enorme poner en movimiento su voluminoso y gelatinoso cuerpo. Todos estos males le estaban acarreando infinidad de problemas, pero el más grave era que Pedro se estaba distanciando de ella cada día más. No lo culpaba: ni ella misma soportaba su pestífero vaho. Ya no podía más.

Era la primera vez que Rosaura se abría, de capa con Tita y trataba estos temas con ella. Inclusive le confesó que no se le habla acercado antes por los celos que le tenia. Pensaba que entre ella y Pedro había una relación amorosa, latente, escondida bajo las apariencias. Pero ahora que veía lo enamorada que estaba de John, y lo cercano de su matrimonio con él, se habla dado cuenta de lo absurdo que era seguir guardando este tipo de recelos. Confiaba en que aún era tiempo para que entre ellas surgiera una buena comunicación. ¡La verdad, la relación RosauraTita hasta ahora había sido como la del agua en aceite hirviendo! Con lágrimas en los ojos le rogó que por favor no le guardara rencor por haberse casado con Pedro. Y le pidió su consejo para recuperarlo. ¡Como si ella estuviera para darle ese tipo de consejos! Con pena, Rosaura le comentó que Pedro tenía muchos meses de no acercársele con intenciones amorosas. Prácticamente la rehuía. Esto no le preocupaba mucho, pues Pedro nunca había sido muy dado a los excesos sexuales. Pero últimamente no sólo eso, sino que detectaba en sus actitudes un abierto rechazo a su persona.

Es más, podía precisar exactamente desde cuándo, pues lo recordaba perfectamente. Fue la noche en que el fantasma de Mamá Elena había empezado a aparecer. Ella estaba despierta, esperando que Pedro regresara de un paseo que habla salido a dar. Cuando regresó, casi no le prestó atención a su historia del fantasma, estaba como ausente. Durante la noche ella había tratado de abrazarlo, pero él, o estaba muy dormido o fingió estarlo, pues no reaccionó a sus insinuaciones. Más tarde lo había escuchado llorar quedamente y ella a su vez había fingido no oírlo.

Sentía que su gordura, su flato y su mal aliento definitivamente estaban alejando a Pedro de su lado cada día más y no le veta solución. Le pedía por lo tanto su ayuda. La necesitaba como nunca y no tenía a nadie más a quien recurrir. Su situación cada día era más grave. No sabría cómo reaccionar al «qué dirán» si Pedro la abandonaba, no lo resistirla. El único consuelo que le quedaba era que al menos tenla a su hija Esperanza, ella tenía la obligación de estar a su lado para siempre.

Hasta este momento todo iba muy bien, las primeras palabras de Rosaura habían causado estragos en la conciencia de Tita, pero en cuanto escuchó por segunda ocasión cuál sería el destino de Esperanza tuvo que hacer un soberano esfuerzo por no gritarle a su hermana que esta idea era la más aberrante que había escuchado en toda su vida. No podía iniciar en estos momentos una discusión entre ellas que diera al traste con la buena voluntad que sentía de compensar a Rosaura del daño que le estaba causando. Así que en lugar de externar sus pensamientos, le prometió a su hermana prepararle una dieta especial para ayudarla a bajar de peso. Y amablemente le proporcionó una receta de familia contra el mal aliento: «El mal aliento tiene su origen en el estómago y son varias las causas que contribuyen a ello. Para hacerlo desaparecer debe principiarse por gargarismos de agua salada, sorbiéndola al propio tiempo por las narices, mezclada con algunas gotas de vinagre de alcanfor pulverizado. Paralelamente hay que masticar continuamente hojas de menta. El plan propuesto, seguido con constancia, es capaz por si solo de purificar el aliento más pestilente».

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