De ‹[email protected]› a ‹[email protected]›:
No hagas nada con Dahlman. Deja que se vaya. A Finansmagasinet Monopol no le queda mucho tiempo. Introduce más material freelance en este número. Y búscate otro secretario de redacción, por Dios. M.
P.S. Me gustaría mucho verte desnuda en la plaza de Slussen.
De ‹[email protected]› a ‹[email protected]›:
¿La plaza de Slussen? In your dreams. Pero Mikael, siempre hemos contratado juntos a la gente nueva. Ricky.
De ‹[email protected]› a ‹[email protected]›:
Y siempre hemos estado de acuerdo en a quién contratar. Así será también esta vez, elijas a quien elijas. Vamos a darle un buen golpe a Wennerström. Y ya está, eso es todo. Déjame que termine mi trabajo tranquilamente. M.
A principios de octubre, Lisbeth Salander leyó una noticia publicada en la edición electrónica del Hedestads-Kuriren. Se la comentó a Mikael. Isabella Vanger había fallecido después de una breve enfermedad. Harriet Vanger, su recién resucitada hija, lamentaba lo sucedido.
Correo electrónico encriptado
de ‹erika.berger@millennium.se› a ‹[email protected]›:
Hola, Mikael.
Hoy Harriet Vanger ha venido a visitarme a la redacción. Me ha llamado cinco minutos antes de subir y me ha cogido completamente desprevenida. Una mujer guapa con ropa elegante y una mirada fría.
Ha venido a comunicarme que sustituía a Martin Vanger como la representante de Henrik en la junta directiva. Se ha mostrado educada y amable y me ha asegurado que el Grupo Vanger no tiene intención de dar marcha atrás al acuerdo, sino todo lo contrario: que la familia apoya completamente el compromiso que Henrik tiene para con la revista. Me ha pedido que le enseñe la redacción y se ha interesado por saber cómo estaba viviendo yo la situación.
Le he dicho la verdad: que me siento como si no estuviera pisando suelo firme, que me has prohibido ir a visitarte a Sandhamn y que ignoro en qué estás trabajando; que lo único que sé es que piensas asestarle un buen golpe a Wennerström. (Supongo que podía contárselo; al fin y al cabo, está en nuestra junta directiva.) Arqueó una ceja, sonrió y me preguntó si dudaba de que fueras capaz de hacerlo. ¿Qué contestas a una cosa así? Le dije que estaría infinitamente más tranquila si supiera lo que se está tramando. Bueno, claro que me fío de ti. Pero es que me sacas de quicio.
Le he preguntado si ella sabía lo que te traes entre manos. Me ha contestado que no, pero me ha dicho que le has dado la impresión de ser una persona de notables recursos, altamente perspicaz e imaginativa. (Ésas fueron literalmente sus palabras.)
También le he dicho que tenía entendido que algo muy dramático había ocurrido en Hedestad y que me estaba volviendo loca de curiosidad con toda la historia de Harriet Vanger. En resumen, que me sentía como una idiota. Ella me ha contestado con otra pregunta: si tú realmente no me habías comentado nada. Me ha soltado que sabe que tú y yo tenemos una relación especial y que, sin duda, me lo contarás en cuanto puedas. Luego me ha preguntado si podía confiar en mí. ¿Qué podía responderle? Ella está en la junta directiva de Millennium y tú me has abandonado sin dejarme nada con lo que negociar.
Luego dijo algo raro. Me pidió que yo no os juzgara ni a ti ni a ella con demasiada acritud. Dijo que tenía una deuda de gratitud contigo y que le gustaría mucho que nosotras también pudiéramos ser amigas. Después prometió contarme la historia en cuanto se presentara la oportunidad, si tú no eras capaz. Se ha despedido de mí hace apenas media hora y me ha dejado bastante aturdida. Me ha caído bien, pero no sé si puedo fiarme de ella. Erika.
P.S. Te echo de menos. Me da la sensación de que algo terrible ocurrió en Hedestad. Christer dice que tienes una marca rara -¿de estrangulamiento?- en el cuello.
De ‹[email protected]› a ‹[email protected]›:
Hola, Ricky. La historia de Harriet es tan desgraciada y tan triste que no te la puedes ni imaginar. Me parece estupendo que te la cuente ella misma. Apenas soy capaz de pensar en ello.
En espera de eso, te garantizo que puedes confiar en Harriet Vanger. Ella decía la verdad cuando hablaba de su deuda conmigo; y créeme: nunca hará nada para dañar a Millennium. Hazte su amiga si te cae bien. Y si no, no lo hagas. Sea como fuere, se merece un respeto. Se trata de una mujer que lleva una pesada carga a sus espaldas y siento una gran simpatía por ella. M.
Al día siguiente Mikael recibió otro correo.
De ‹[email protected]› a ‹[email protected]›:
Hola, Mikael. Llevo varias semanas intentando encontrar un momento para ponerme en contacto contigo, pero las horas no me cunden. Desapareciste tan apresuradamente de Hedeby que no tuve ocasión de despedirme.
Todo este tiempo que llevo en Suecia, lleno de duro trabajo, he estado bastante aturdida. En las empresas Vanger reina el caos más absoluto y tanto Henrik como yo hemos trabajado con gran empeño intentando poner orden en los negocios. Ayer visité Millennium; entro como la representante de Henrik en la junta. Henrik me ha puesto al día de tu situación y la de la revista.
Espero que aceptes que entre de esa manera. Si no me quieres a mí (ni a nadie más de la familia) en la junta directiva, te entenderé, pero te aseguro qué haré todo lo posible para ayudar a Millennium. Tengo una gran deuda contigo y te garantizo que mis intenciones al respecto siempre serán las mejores.
He conocido a tu amiga Erika Berger. No sé muy bien qué impresión le habré causado y me ha sorprendido que no le hayas contado lo que ocurrió. Me gustaría mucho ser tu amiga, si es que aguantas a alguien de la familia Vanger de ahora en adelante. Saludos cordiales. Harriet.
P.S. Me he enterado por Erika de que piensas atacar a Wennerströrn de nuevo. Dirch Frode me ha contado cómo te engañó Henrik. No sé qué decir. Lo siento. Si hay algo que yo pueda hacer, dímelo, por favor.
De ‹[email protected]› a ‹[email protected]›: