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— Me parece que esa gran cooperación, si sucediera, sería un buen ejemplo para todos los demás. Estas razas no están de momento muy próximas a una relación tal.

— No, y es en provecho propio por lo que debemos ver que nunca lleguen a conseguirlo.

No me gustaría hacerlo mejor que usted, o que lo que el joven Kruger lo haría, pero me temo que lo único que podemos hacer razonablemente es impedir que Dar Lang Ahn lleve a su gente los conocimientos que ha adquirido. A menos que lo hagamos así, les habremos entregado la galaxia.

— Lleva razón, aunque me pese reconocerlo. ¿Cómo podemos justificar algo así después de haberle instado nosotros mismos a que aprendiera todo lo que pudiese?

— No podemos justificarlo — dijo Burke implacablemente —, pero tenemos que hacerlo. De acuerdo que me odiaré durante el resto de mis días; pero, a mi juicio, es lo mejor para la raza humana que Dar Lang Ahn no vuelva a ver a su propia gente.

— Me temo que tiene usted razón, aunque ello no me haga muy feliz.

— Ni a mí. Bueno, será más honrado que se lo digamos ahora. Convocaré una reunión de todo el grupo y dejaré que cualquier otro que tenga datos que puedan ayudarnos los presente. Eso es más o menos lo más noble que puedo hacer.

— El joven Kruger puede que no tenga datos, pero pondrá objeciones.

— Me doy cuenta. No sabe el favor que le estaré haciendo — el biólogo miró duramente al viejo oficial, pero Burke ya no tenía más que decir.

XV. ASTRONOMÍA; LÓGICA

Dar Lang Ahn oyó el informe biológico sólo con el interés usual, ya que frases tales como hidrocarbonos fluorados aún significaban poco para él. Sí reaccionó, sin embargo, al anuncio hecho por el comandante Burke, y su reacción no fue débil.

Aunque su emoción fuera devastadora, no la tradujo en palabras, ya que Nils Kruger empezó antes a hablar. Dar escuchó los argumentos sobre juego limpio, honradez y decencia que habían sido discutidos por Burke y Richter, pero no entendió del todo los términos utilizados. De cualquier forma, no prestó mucha atención; estaba tratando de decidir su propia línea de acción.

Discutir sería presumiblemente inútil. Los hombres se habrían formado ya sus opiniones basándose en lo que habían aprendido de él y su gente. No podía ver el motivo por el cual Abyormen constituía un peligro para la galaxia, pero había aprendido a tener en gran estima las opiniones de los científicos humanos. A pesar de esto, se encontró con que su natural sentido del deber le urgía a ir en contra de la decisión de Burke: discutir, mentir o utilizar la violencia para llevar a su gente lo que consideraba una información vital. Un tercer impulso estaba provocado por su natural curiosidad; si no hubiera sido por el deber, no había nada que le agradara más que la idea de viajar a la Tierra con sus amigos, si es que aún podía llamarles así, y ver algunos de los mundos que Kruger y los astrónomos le habían descrito. Podía haber tratado de hablar, haciendo público su dilema, pero Kruger no le daba oportunidad. El chico estaba olvidando toda la disciplina que su entrenamiento de cadete le había inculcado y acercándose peligrosamente a abusar personalmente del comandante. El completo significado de esto se le escapaba a Dar, por supuesto, ya que éste tenía sólo una idea muy vaga del trasfondo cultural de Kruger, pero sí entendió claramente que el chico quería dejarle volver con su gente.

Parecía improbable que Kruger ganara en su discusión con el comandante; Dar tenía alguna idea de los rangos relativos envueltos. ¿Podría deslizarse y robar uno de los módulos de aterrizaje mientras discutían? Había mirado con atención más de una vez cuando volaba en ellos; ¿podría manejar solo uno de ellos? Con la memoria que tenía no podía darse el caso de que pulsara un botón equivocado después de haber visto apretar alguna vez el correcto. Sin embargo, su vida de piloto impidió que cometiera lo que habría sido, con toda certeza, un error fatal. Se dio cuenta de que manejar cualquier tipo de nave espacial era más problemático de lo que hubiera podido aprender por la mera observación en una docena de viajes.

¿Podría meterse de polizón? Improbable. A estos hombres, aunque fueran otras cosas, no podía llamárseles estúpidos. Una vez que el comandante había ordenado que Dar Lang Ahn no debía volver a Abyormen, se tomarían las medidas necesarias para hacer cumplir esa decisión.

— ¿Podría Kruger robar un módulo y bajarle? Sin duda que sí, ya que podía manejar las máquinas, pero a Dar no le era posible responder a esta pregunta por su ignorancia del peso de la autoridad en los seres humanos. No había manera de decir si el chico lo haría.

Consciente de su falta de conocimientos al respecto, archivó la idea para posterior comprobación cuando pudiera ver a Kruger a solas.

Podría…

Su meditación fue interrumpida en ese momento por la recién elevada voz del comandante Burke.

— ¡Señor Kruger! Convoqué esta reunión para hablar inteligentemente, no para lloros o abusos personales. A menos que tenga algún argumento significativo, se mantendrá en silencio. Entiendo lo que siente. Lo comparto con usted, habiendo sopesado los aspectos morales relacionados con este asunto, por lo menos tan cuidadosamente como usted.

Haga el favor de comprender que tengo una cantidad de responsabilidades que no comparte todavía y que evidentemente no ha considerado. No pedí un voto ni una expresión de la opinión de nadie. Constato una conclusión a la que he llegado, por mi propio juicio, cual es la de que la raza, o razas, supongo que debería decir, de Dar Lang Ahn constituirán un peligro para la humanidad si salen de su planeta nativo. Creo firmemente que el gobierno compartirá esta opinión. De todas maneras, si usted o alguien más tiene alguna información que implicara su modificación, por lo que más quiera, que hable.

Kruger permaneció en silencio, dándose cuenta de repente de lo lejos que había llegado y sintiendo gratitud hacia el oficial por la relativa suavidad de su reprimenda. Por desgracia, no tenía nada que decir que pudiera considerarse como información.

El silencio fue interrumpido por otro de los amigos de Dar, un astrónomo llamado Murchinson.

— Me temo que hay que considerar otro punto — dijo lentamente —, y estoy bastante seguro de que no sólo hará que el gobierno llegue a una conclusión diferente a la suya, sino que hará que se pongan por todos los medios a su alcance a tratar de educar a las dos razas de abyormenitas tan pronto como sea posible.

— ¡Veámoslo! — replicó instantáneamente el comandante.

— La cuestión principal es que si dejamos a esta gente en este planeta, estaríamos realizando un genocidio. Este planeta es un mal cobijo para nosotros y en este momento una mala casa para sus habitantes, pero dentro de poco no va a poder cobijar a nadie.

— ¿Cuánto tiempo? ¿Y por qué no?

— Porque éste no es un sistema estable. Abyormen parece haberse convertido en planeta del sol rojo que los nativos llaman Theer en una forma más o menos normal, pero en aquella época Alcyone no estaba en los alrededores. La presión de la luz de Alcyone es tan fuerte que no se puede formar un planeta en sus alrededores.

— Había oído eso antes, pero no veo cómo vas a mantener esa teoría, ya que el planeta está aquí.

— Tampoco yo, hasta hace poco. Sin embargo, hay evidencia geológica de que lo que digo es cierto; los tremendos cambios estacionales de este planeta, debidos a la ruta elíptica de Theer alrededor de Alcyone, no ocurrieron en la primera parte de la historia del mundo, sino sólo durante los últimos millones de años. Una de dos cosas sucedió: o Theer fue capturado por Alcyone recientemente, o la estrella gigante se formó realmente en las proximidades del sol. Me inclino por esta última posibilidad; nos encontramos en un sistema estelar donde el espacio está cargado, relativamente hablando, de gas y polvo.

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