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— Lo supongo. Nos conocemos bastante bien ahora, pero seguimos encontrándonos raros a veces. Sin embargo, ya no me importa.

— Ni a mí — en aquel momento, los dos se miraron con una sensación casi de perfecta comprensión, mayor que la que nunca hubiera existido entre ellos ni fueran a conseguir después.

XIII. ASTRONOMÍA; XENOLOGÍA

El módulo que llevó el informe geológico a los astrónomos también transportó a Dar Lang Ahn y a Nils Kruger de regreso al Alphard. Dar había seguido la explicación, pero no veía la necesidad de los astrónomos para comprobar las teorías de los especialistas en rocas. Su curiosidad por todas las disciplinas relacionadas con las ciencias físicas había llegado a un nivel tal que pocos seres humanos alcanzan después de salir de la infancia.

Escuchó atentamente la grabación de los geólogos al ser oída por los astrónomos, pero no había nada que no recordara de su emisión original. También escuchó atentamente la conversación de estos nuevos científicos y nunca creyó que pudieran tomar como una descortesía sus palabras, lo que de hecho no hizo la mayoría.

— Me temo no poder entender lo que quieren decir cuando se refieren a que Arren puede haber «capturado» a Theer y a Abyormen — preguntó en una ocasión.

— Creo que el joven Kruger te explicó algo de las leyes de Newton — fue el principio de la respuesta —. Normalmente, cada dos cuerpos se atraen de acuerdo a una ley definida, y dicha atracción, unida al corriente hecho de la inercia, que es lo que sostiene a una piedra en el aire después de que haya salido de la mano que la lanzó, produce unos movimientos definidos y precisos en dichos cuerpos, como, por ejemplo, el Alphard girando alrededor de tu planeta en este momento. Por «captura» entendemos simplemente que originariamente Theer no viajaba alrededor de Arren, sino que tenía su propio camino en el espacio, camino que le llevó cerca de Arren. Las fuerzas de atracción de la estrella cambiaron los rumbos, de forma que ahora viajan el uno alrededor del otro.

— Eso parece estar suficientemente claro. Pero ¿he deducido correctamente al pensar que algunos de vosotros encontró extraña esta idea?

— Mucho. Las capturas no ocurren normalmente; necesitan circunstancias muy especiales.

— ¿Por qué? Si la fuerza varía con la distancia como has dicho, debo creer que todo lo que haría falta es que los dos objetos se acerquen lo suficiente. De hecho, no veo la razón por la cual Theer y Arren no se han precipitado uno sobre el otro hace mucho tiempo, si lo que dices es cierto.

— Buena pregunta. El problema es que, al precipitarse contra otro los dos objetos, aumenta su velocidad; puedes verlo. A menos que no sean dirigidos exactamente desde el principio, no chocarán, y a menos que choquen empezarán a separarse de nuevo, deteniéndose justamente en el lugar donde antes cogieron velocidad. El rumbo exterior tendrá la misma forma que el interior, de forma que no les verás haciendo espirales juntos. Mira, te lo mostraré.

Al encontrarse el Alphard ingrávido fue bastante sencillo demostrar ese punto. Dos bolas de tuétano cargadas de electricidad colocadas en una de vacío se comportaron de una manera tal que hizo el fenómeno bastante claro para el curioso abyormenita.

— Entonces, ¿cómo se puede efectuar una captura? — preguntó a su instructor cuando éste volvió a entrar a la parte principal de la nave y se hubo quitado su traje espacial —.

Supongo que será posible de algún modo, o si no, no lo hubieras mencionado.

— Es posible. Si hay un tercer objeto, moviéndose en la dirección oportuna respecto a los otros, las cosas pueden suceder así, aunque la probabilidad de un evento tal no es muy alta que digamos, y de haber introducido aire en la cámara hace un momento, su fricción hubiera provocado que las bolas de tuétano se moverían juntas en forma de espirales.

— Supongo que la idea es que alguna otra de las estrellas del sistema sirvió de tercer cuerpo.

— Odio tener que depender de eso, ya que están muy lejos, pero por lo menos justificaría la situación.

— De cualquier forma, es posible que sea ésta la causa del comienzo de las épocas calientes para Abyormen.

— Posible. No me gustaría decir más — el abyormenita tenía por el momento que conformarse con aquello.

Naturalmente, no fueron necesarias muchas preguntas conteniendo los términos «quizá» y «probablemente» para hacer que Dar empezara a pensar en una pregunta tal «cómo-lo-puedes-saber». Llegó un momento en que los astrónomos, aunque aún le soportaban, le sugirieron que pidiera a Kruger que le enseñara un poco de álgebra elemental.

En ningún momento se sintió Dar ofendido. Estaba un poco enfadado consigo mismo por no haber pensado en ello antes, ya que todas sus respuestas contenían un poco de matemáticas. Fue alegremente a buscar a Kruger, quien ya no le acompañaba a todas partes después de sus grandes progresos del inglés.

Dar no se dio cuenta de la pequeña consternación que su ruego había causado en su amigo humano; se sentó y quiso aprender en seguida el álgebra. Kruger hizo lo que pudo, pero no era el mejor profesor del mundo. Podría haberlo hecho mejor si no hubiera estado obsesionado con que esto iba a destruir el interés de Dar por la ciencia.

No tenía por qué preocuparse. La mayoría de la gente a quienes fastidian las matemáticas padecen esto porque las tratan como algo que hace falta memorizar, y la memorización no le producía ningún terror a Dar Lang Ahn. Tal vez por esa razón tardó tanto tiempo en aprender la idea básica del álgebra como herramienta para resolver otros problemas; podía aprender todas las reglas. Pero al enfrentarse con un problema tenía las mismas dificultades que tantos flamantes recién graduados. Sin embargo, fue más bien Kruger que Dar quien trató de cambiar de tema.

Encontrar una nueva materia que interesara a Dar no era difícil, pero por razones privadas Kruger sintió que debía ser esta vez una no matemática. Compartía la creencia general de que la biología no lo era, así que decidió que había llegado el momento de averiguar lo que descubrieron los científicos sobre la vida en Abyormen.

Resultó que este equipo había estado durante algún tiempo tratando de examinar la única forma disponible de vida «caliente», es decir, a alguno de los Profesores de los refugios caldeados por volcanes. El individuo del poblado de los géiseres no estaba muy dispuesto a cooperar, pero creyeron conocerle mejor que a ninguno; fue él quien quedó seleccionado para hacer de estrella invitada en un robot improvisado por los ingenieros del Alphard que llevaba un equipo de televisión incorporado. Dar, al ver este nuevo invento, se sintió de nuevo maravillado, y a Kruger se le encomendó que le explicara la televisión y el control remoto. Estaba aún intentándolo cuando todo el mundo se fue al módulo de aterrizaje con el robot.

De hecho, Dar creyó tener ya una buena idea de cómo funcionaba el aparato y empezaba a considerar sus posibilidades de saber cómo estaba hecho. Escuchó cuando Kruger habló con el Profesor en la radio del módulo, pero no hizo ningún comentario propio.

— Le agradeceríamos que permitiera que nuestro robot entrara en su retiro. Estamos seguros de que podrá soportar las condiciones.

— ¿Por qué debo hacerlo? ¿Qué beneficio reportaría a vosotros o a mí?

— Usted nos ha visto, y a partir de ello debe haber sacado algunas de sus conclusiones.

¿No opina que podemos modificar alguna de nuestras ideas después de verle? Al fin y al cabo, se ha quejado muchas veces de que no le comprendemos, dado que no compartimos sus puntos de vista sobre la difusión de la cultura. Me parece que está deseando hacer cualquier cosa que haga que le comprendamos mejor.

— ¿Cómo sabéis que os he visto alguna vez? Te dije que no sabía de ningún material capaz de mantener nuestros medios separados y a través del cual se pueda ver.

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