"- ¿Cómo es que el pan está frío y el maíz semi-molido?
" Aquélla respondió:
"-Oh Rey, hace algún tiempo otro Raja estuvo aquí; lo que él y su ejército dejaron sobrante a ti te lo he servido.
"Cuando el rey se alejaba, pensó:
"-De igual forma nos comportamos los Rajas.
Su orgullo había sido humillado y abandonando sus belicosas intenciones retornó a su reino.
Y el Baba concluyó su bella historia cantando esta canción:
A los leones y halcones
El hace comer hierba.
y los que comen hierba,
carne les da como alimento.
Tal es su juego.
En ríos profundos
crea arenosos cúmulos
y en yermos páramos
lagos sin fondo.
Mata a sus criaturas
y las devuelve a la vida.
A una pequeña hormiga
le da el más inmenso dominio.
Y a una armada la reduce a cenizas.
Como al Señor le place
así reparte sus manjares.
Entonces Mardana se postró a sus pies.
CAPITULO XVI
EN EL PAIS DE CACHEMIRA
El Guru Baba y su amigo arribaron al país de Cachemira.
En ese tiempo el Raja del reino, por nombre Samudar, había muerto. Su esqueleto había quedado sin quemar en la pira, tan sólo su carne se consumió. Los astrólogos de palacio sentenciaron:
– Este monarca alguna vez dijo una mentira, por eso su alma se ha encontrado con dificultades.
La gente de este país decía siempre la verdad. Y añadieron:
– Nuestro Raja se liberará cuando el pie de un santo le toque.
El camino al país fue cerrado, sólo una puerta permaneció abierta para que si por suerte llegaba un faquir fuera por ella conducido adentro.
En ese tiempo Nanak y Mardana llegaron a la ciudad.
Acercándose a la pira, el Baba puso su pie en el esqueleto y éste al instante se convirtió en cenizas; el Raja había sido liberado.
Entonces toda la gente del país vino a postrarse a sus pies y Nanak les cantó así:
En los pies del verdadero Señor
se halla la gema de la liberación
El Santo Nombre os regalará
el tesoro de la devoción.
El Baba permaneció unos días más en aquel lugar y todo el país se hizo devoto del Santo Nombre. Nanak estaba muy contento. Y después de permanecer unos días más siguieron su camino.
CAPITULO XVII
MARDANA RECIBE EL CONOCIMIENTO
En su viaje llegaron a un gran y solitario desierto. Mardana, que estaba muy hambriento, exclamó:
Debido a mi apego por ti me convertí en tu músico y comí de lo que mendigaba a los lugareños; ahora incluso esto se me es negado. ¿y si apareciera un león y nos devorase?
– Mardana, sé prudente, nadie se acercará a ti -replicó el Baba.
– ¿Cómo voy a ser prudente si he venido a dar a un desierto salvaje?
– No estamos en ningún desierto, estamos en una ciudad, dondequiera que el nombre sea recordado por tu mente.
Y el Baba cantó este poema:
En medio del desierto del mundo
yo estoy a tu lado.
En medio de tu necesidad
Yo calmaré tu sed.
Luego le dijo:
– Mardana, toca tu cítara.
– Mi cuerpo está transido por el hambre. No puedo ni tocar música -le contestó aquél.
– Entonces ven conmigo, iremos al pueblo más cercano.
– No tengo fuerzas ni para moverme; yo soy Mardana, necesito comer, no me alimento del aire como tú.
– Amigo, sé sensato, no te voy a dejar morir.
– ¿Cómo voy a ser sensato si estoy al borde de mis fuerzas?
El Baba dijo entonces:
– Come el fruto de este árbol hasta que estés saciado, pero no guardes ninguno en tu morral.
Mardana asintió y comenzó a comer. Y como le gustara mucho el sabor de aquel fruto pensó:
"Guardaré algunos por si tengo hambre más adelante."
Pasado un buen rato, Mardana sintió hambre de nuevo y tomando una de las frutas se la llevó a la boca. En el mismo momento cayó inerte a tierra.
– ¿Qué te sucede, amigo mío? -le preguntó Nanak.y éste le respondió:
– He comido uno de aquellos frutos que me prohibiste guardar.
El Guru le dijo:
– Has hecho muy mal, pues eran frutas muy venenosas que yo momentáneamente por el poder de mi Palabra las había convertido en néctar -y poniendo su pie sobre su cabeza le sanó.
Mardana se sentó y dijo:
– Señor, es muy difícil servirte. Eres un gran hombre, libre del placer y del dolor. Nunca comes ni bebes nada, ni entras en ningún poblado. ¿Cómo puedo quedarme contigo?
Te ruego que me permitas partir.
– Estoy muy contento contigo, ¿por qué quieres marcharte? -replicó el Baba.
Pero Mardana no parecía muy dispuesto a seguir filosofando:
– Está muy bien que estés contento conmigo, mas déjame partir.
– ¡Mardana, quédate de todos modos!
– Me quedaré si calmas mi hambre; haz que tu alimento sea el mío también. Si así lo haces permaneceré a tu lado. Si me prometes que pensarás en mí y compartirás conmigo tu secreto manjar me quedaré; si no, habré de abandonarte.
El Baba dijo entonces:.
– Amigo mío, largo tiempo he esperado oír de tus labios esta petición. En verdad te digo que serás ensalzado no solo en este mundo sino en el otro.
Y Mardana cayó a sus pies. Por el Guru Baba tantos regalos le fueron impartidos allí. Cuando levantó la cabeza le fue revelado el Divino Conocimiento del cual hablan los Shastras y los Vedas.
Hacia el mediodía del siguiente día Mardana aún se hallaba inmóvil en el mismo sitio sumido en profunda meditación.
El Sol se ocultaba tras las arenas, cuando por fin abrió los ojos. Miró alrededor y vio a Nanak que contemplaba el poniente ensimismado.
Le parecía que el corazón se evadía de él, que flotaba ingrávido en el nuevo mundo que le había sido revelado. Sentía la emoción del nacer y del morir, de la actividad y el reposo, del principio y fin de cada rosa y parecía unirse a este latir incesante de su aliento, la realidad de lo infinito, la realidad de algo definitivo en donde ya no existe luz ni sombra.
De aquella música celeste, de aquella vibración indecible emergía todo el amor del universo, como la única razón en el vacío del mundo.
CAPÍTULO XVIII
GURU NANAK VUELVE A SU HOGAR
Doce años después de haberse convertido en un Udasi, Nanak arrivó a Talvandi, su ciudad natal, y se sentó a dos Kos de ella en un solitario y relumbrante desierto. Mardana le suplicó:
– Si me das permiso, iré a preguntar sobre los míos, veré si están bien o si alguien ha muerto.
El Baba contestó riéndose:
– Mardana, toda tu gente morirá un día u otro, ¿por qué te apegas tanto a este mundo? Pero si en tu mente está esta intención, entonces ve y una vez les hayas visto, regresa rápido.
Ve también ala casa de Kalú, mas no menciones mi nombre.
Mardana besó sus pies y llegando hasta Talvandi entró a su casa. Al verle, una gran muchedumbre se congregó y todos se postraron a sus pies.
– Es Mardana -exclamaron-, el músico, el que era 1a sombra de Nanak. Pero ahora ya no lo es, se ha hecho más grande que el mundo.
Y a medida que iban llegando todos le besaban los pies.