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– Déjame apuntarte que soy un médico, ya te había visto desnuda, y soy además un miembro de la especie que tiene el mismo equipamiento que tú. Sientes algún dolor?

– No. Estoy tratando de tomar una ducha.

– Sigue entonces. Te duele la cabeza?

Eve siseó, luego metió la cabeza bajo el burbujeante rocío. -No.

– Si te sientes mareada, siéntate. Siéntate donde sea que estés. Es mejor que caerse. Problemas de movimiento en el hombro?

Eve lo demostró levantando los brazos y refregando el champú en su cabello.

– Cadera?

Eve meneo el trasero e hizo reir a Louise. -Me alegra ver que te sientes juguetona.

– Eso no es juguetear. Te lo estaba mostrando, lo que se supone es insultante.

– Pero es que tienes un lindo culito.

– Es lo que yo siempre digo. -agregó Roarke.

– Jesús, todavía estás ahí? Vete, váyanse todos. -Se echó el pelo hacia atrás, volviéndose, y lanzó un gritito cuando Peabody entró.

– Hey! Como te sientes?

– Desnuda. Me siento desnuda e invadida.

– La cara no se ve ni la mitad de mal. -Peabody miró alrededor. -Está aquí, McNab, está mucho mejor.

– El entra aquí, -dijo Eve ominosamente- y alguien va a morir.

– Los baños pueden ser verdaderas trampas mortales, -agregó Roarke. -Porque no llevo a Peabody y McNab, y Feeney, -agregó cuando escuchó la voz del capitán de DDE junto a la de McNab, -arriba a tu oficina. Louise puede quedarse hasta que esté satisfecha de que capaz de regresar al trabajo.

– Soy capaz de patear sus virtuosos culos si una persona más ve mis tetas esta mañana.

Ella giró otra vez y trató de enterrarse en agua y vapor.

– Tuviste mucha suete. -le dijo Louise un poco después, cerrando su maletín. -Podías haberte fácilmente fracturado el cráneo en vez de abollártelo. A pesar de todo, es un pequeño milagro que estés de pie esta mañana. Sam es muy talentoso, y fue de gran ayuda.

– Se la debo. -Eve se abotonó la camisa. -Les debo a ambos.

– Y aquí está mi factura. Hay una colecta de fondos el sábado a la noche para reunir dinero para tres nuevas van-médicas. Ya te han enviado una invitación, la cual tú, o me imagino que Roarke, ha aceptado. Pero sé que a menudo encuentras la manera de escapar de estas cosas. Esta vez, te quiero ahí.

Eve no dijo nada. Ella quería pagarle a Louise en otro momento, de otra forma. Roarke no iba a ir a ninguna función pública hasta que Julianna Dunne estuviera encerrada en una celda.

Louise dió una mirada a su unidad de muñeca. -Debo irme. Le dije a Charles que lo iba a recoger en el aeropuerto. Egresa de Chicago esta mañana.

– Okay. -dubitativa, Eve alcanzó el arnés con el arma. -Louise, realmente no es un problema para ti? Lo que él hace?

– No, eso no me molesta. Creo que me estoy enamorando de él, y es adorable. -Su rostro parecía irradiar felicidad. -Tú sabes como es cuando ahí está la otra mitad de ti, y eso corre dentro de ti?

– Sí. Sí. Supongo que lo se.

– El resto? Son solo detalles. No te sobrecargues, Dallas. Cuando te sientas cansada, siéntate. Cuando te sientas mareada, acuéstate, y no te hagas el héroe. Toma algo para las molestias. -Inclinó la cabeza e hizo una pausa en la puerta. -Un poco de maquillaje cubriría la mayor parte de esos moretones.

– Cual es el punto?

Riendo, Louise salió por la puerta, Y Eve hacia el elevador.

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