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– Usted violó a Julianna, Sr. Parker?

Su rostro de endureció, como cuero viejo estirado sobre un marco. -Si quiere decir que la forcé, no lo hice. He pagado mucho por lo que hice, teniente.

Se detuvo en un potrero cercado, apoyando una bota sobre el primer peldaño, viendo fijamente a sus hombres y caballos. -Hubo un momento en que puse toda la culpa sobre ella. Me tomó un largo rato antes de poder sacarlo fuera de mi y tratar con eso. Ella tenía quince, cronológicamente hablando. Quince, y para un hombre de más de cincuenta no es apropiado andar tocando a esas buenas chicas. Un hombre casado con una buena mujer, y maldito si alguna mujer va a aceptar que toques a su hija. No hay excusas.

– Pero usted no la tocó.

– Lo hice. -El enderezó sus enormes hombros como si cargara un peso. -Le voy a contar mi versión, empezando por decir que yo sé que lo hice estaba mal, y tomo la culpa y responsabilidad por eso.

– De acuerdo, Sr. Parker. Dígame su versión.

– Ella se deslizó por la casa vistiendo casi nada. Se instaló en mi regazo y me llamó Papi, pero no había nada de hija en como lo dijo.

El apretó los dientes, mirando más allá de Eve, sobre su tierra. -Su propio papi era un hombre duro con las mujeres, pero casi adoraba a esa chica, según me dijo su madre. Julianna no se equivocaba y cuando ella lo hizo, él culpó a su madre. Yo amaba a esa mujer. Amaba a mi esposa. -dijo, retrocediendo, apartando su mirada del rostro de Eve antes de reanudar la caminata. -Era una buena mujer, iba a la iglesia, de naturaleza tranquila, resistente. Si tenía un lado ciego, era esa chica. Tiene una forma de enceguecer a la gente.

– Ella fue provocativa con usted.

– Mierda. Perdone mi francés. Cincuenta años, y ella sabía bien como envolver a un hombre alrededor de su dedo, conseguir todo lo que quería. Ella removió algo en mí que no debería haber sido removido. No debí permitir que sucediera. Empecé a pensar en ella, mirarla en una forma que me condenaba derecho al infierno. Pero no pude parar. O no quería hacerlo, no entonces. Yo sabía que estaba mal, teniente. Sabía malditamente bien donde estaba la línea.

– Y la cruzó.

– Lo hice. Una noche cuando su madre salió a una de sus reuniones de mujeres, ella vino a mi estudio, se sentó en mi regazo. No voy a entrar en los detalles, excepto para decir que no la forcé a una maldita cosa. Ella estaba dispuesta a hacerlas. Pero yo crucé esa línea, una en la que un hombre no puede retroceder.

– Usted intimó con ella.

– Lo hice. Esa noche, y cada vez que podía por casi tres años siguientes. Ella lo hacía fácil de organizar. Le decía a su madre que fuera con amigas a un fin de semana de compras. Y yo me quedaba con mi hijastra en mi cama matrimonial. Yo la amaba, Dios es mi testigo, la amaba en una forma insana. Creí que ella sentía lo mismo.

El sacudió la cabeza ante su propia estupidez. -Un hombre bastante viejo para darse cuenta. Le di dinero. Dios solo sabe cuanto más durante esos tres años. Le compré automóviles, ropas de moda, lo que ella pidiera. Me dije que ibamos a estar juntos. Tan pronto como ella fuera mayor, iba a dejar a su madre y nos iríamos donde ella quisiera. Fui un tonto. Tuve que aprender a vivir con eso. Es duro aprender a vivir con los pecados cometidos.

Ella se lo imaginó sentado en la silla de los testigos en el juicio de Julianna, hablando de toda esa mierda. Las cosas, dicidió Eve, hubieran sido diferentes si él lo hubiera hecho.

– Después de su arresto, durante el juicio, ella reclamó que usted la había violado y abusado, y usó eso para regatear por una sentencia menor. Usted no quiso ir al estrado para defenderse.

– No, no lo hice. -El bajó la mirada hacia Eve, por debajo del ala amplia de su sombrero. -Alguna vez ha sentido una cosa, teniente, algo que lo avergüence tan profundo que le ponga miedo en la garganta y hielo en sus tripas?

Ella pensó en Dallas, y en lo que se escondía allí. -Sé lo que es tener miedo, Sr. Parker.

– Tenía miedo de ella. Tenía miedo de lo que había hecho con ella. Si yo testificaba sobre lo que había pasado hubiera quedado como un hombre mayor que había cometido adulterio con la hija menor de edad de su propia esposa. En ese momento estaba con apoyo sicológico, empezando a trabajar en aceptar mi responsabilidad. Nada podía hacer por los hombres que había matado. Y el hecho era, que habría sido su palabra contra la mía. Si yo no hubiera estado presente en ese momento, le habría creído a ella.

– Demostró comportamiento violento durante el tiempo que vivió con usted?

– Demonios. -El rió.-Tenía un temperamento como un latigazo, golpeaba rápido y afilado, cortando derecho al fondo. Luego desaparecía. Es fácil ver ahora lo que no vi entonces. Es fría, fría hasta los huesos. Ella me odió desde el momento en que empecé a ver a su madre. Ahora lo veo. Me odiaba en esa forma tan helada de ella, porque yo era un hombre, un hombre que podía dominarla y darle órdenes. Entonces dio vueltas alrededor hasta que tuvo todo lo que quiso. Luego me humilló porque fui débil, humilló a su madre porque me amaba. Salió muy oronda por la puerta y nos dejó destrozados. Justo en la forma en que nos quería.

– Pero usted no se quedó destrozado. -apuntó Eve. -Reconstruyó su vida. Ella lo sabe. Está liquidando viejos asuntos, Sr. Parker. Apuesto fuerte a que usted es parte de ellos.

– Cree que ella va a venir por mi?

– Si, lo creo. Temprano o tarde. Tiene que alertar a su seguridad. Revisar minuciosamente cada nuevo empleado en su negocio y en su casa. Sería inteligente de su parte hablar con las autoridades locales, como lo haré yo, así ellos pueden saber que y quien buscar.

– Esa chica no podía esperar a sacudirse el polvo de Texas de los pies. -El se miró la punta de las botas y sacudió la cabeza. -No la veo regresando aquí para tratar de asesinar a un hombre que vale menos que el polvo para ella. -Suspiró. -Pero tengo sesenta y seis años, soy lo suficiente viejo para saber que no te puedes sentar a rascarte el culo esperando que una serpiente suba por tus pantalones. Pensaba tomarme unas pequeñas vacaciones de negocios, ir a Europa y ver algunas cosas. Puedo adelantarlo.

– Apreciaría si me dejara saber cuando se va y adonde.

El estudió a Eve otra vez. -Usted va a ir a atraparle, no es así, chica de ciudad?

– Sí, señor. Lo haré.

– Creo que lo hará. Pero no se si algo de lo que dije aquí le va a ayudar, y no puedo creer que ella pierda tiempo conmigo. Yo no fui el primero.

– Como lo sabe? -preguntó Eve.

– Ella no era virgen cuando se deslizó en mi regazo esa noche. Al menos ese es un pecado que no cometí.

– Sabe con quien estuvo antes de usted?

Parker movió los pies. -Contar historias de mi mismo, y contarlas de algún otro…

– Esto no es chismorreo. Es una investigación criminal.

– No es cuestión de fastidiarse. -dijo él suavemente, y bufó. -Sospecho que se había revolcado con Chuck Springer. Sé que su madre estaba algo preocupada por eso. Pero según lo que recuerdo, él empezaba a verse con una de las chicas de Larson. Tal vez la de los rulos. Eran chicos, -agregó. -No pensé mucho en eso. Luego cuando empecé a andar con Julianna, no pensé en nada más que ella.

– Sabe donde puedo encontrar a este Chuck Springer?

– Es uno de mis revoltosos. Mire, él es un hombre casado, tiene un niño pequeño y otro en camino.

– Revoltoso? Sería como un vaquero?

Parker se rió, ajustando el ala de su sombrero. -New York, -dijo sacudiendo la cabeza- Que demonios es un revoltoso sino un vaquero?

– Me gustaría hablar con él.

Parker suspiró. -Entonces vamos a cazarlo. -Rodeó el potrero, cabeceando en dirección a los caballos que pastaban dentro. -Tenemos algunos ejemplares finos ahí. Usted monta?

– Nada que tenga más piernas que yo. -respondió Eve y lo hizo aullar de la risa.

– Y usted? -le preguntó a Roarke-

– Lo hice.

Eso detuvo a Eve en seco. -En un caballo? Montaste un caballo?

– Y sobreviví. En realidad, es estimulante. Te gustaría.

– No lo creo.

– Solo hay que hacerles saber quien es el jefe. -le dijo Parker.

– Son más grandes, son más fuertes. Yo diría que son los jefes.

El rió por lo bajo, luego gritó a uno de sus hombres. -Donde está Springer?

– En las pasturas del este.

– Sería una buena cabalgata -dijo Parker coloquialmente -Puedo sentarla sobre un caballo bonito y tranquilo.

– Voy a fingir que usted no está amenazando a un oficial de policía.

– Usted me gusta, chica de ciudad. -Sacudió un pulgar. -Vamos a tomar un Jeep-.

Probablemente era un paseo estimulante. Ciertamente a Eve le pareció que Roarke lo disfrutaba. Pero en lo que a ella concernía, estaban saltando a través de un peligroso terreno lleno de grandes bovinos, mierda de vaca, y cualquiera podía estar acechando en la alta hierba.

Ella vió otro Jeep. En la plana llanura podía haber estado a media milla, y acercándose, cabalgando a lo largo de una línea de vallas, un trío de hombres a caballo. Parker giró hacia ellos, dando un bocinazo. El ganado se apartó del camino con mugidos de protesta.

– Necesitamos hablar contigo, Chuck.

Un hombre delgado y de huesos marcados en el uniforme ranchero de botas, jeans, camisa a cuadros y sombrero, hizo girar su montura. Se acercó al trote, lo que hizo que Eve fuera cautelosamente hacia la puerta más alejada del Jeep.

– Jefe- Cabeceó hacia Roarke y se tocó el ala del sombrero dirigiéndose a Eve. -Señora.

– Esta dama de aquí es la teniente Dallas, policía de la ciudad de New York. Necesita hablar contigo.

– Conmigo? -El tenía un rostro alargado, con un bronceado intenso y dorado como un ciervo. Mostraba una expresión confundida. -Nunca he estado en la ciudad de New York.

– Usted no está en problemas, Sr. Springer, pero puede ayudarme en una investigación. -Y como demonios se suponía que iba a entrevistarlo cuando él estaba allá arriba de ese caballo? -Si puede darme unos minutos de su tiempo.

– Bueno. -El se movió en la montura. Esta crujió. -Si el jefe lo dice.

Desmontó, con más crujidos, y con una fluidez que hizo pensar a Eve en agua deslizándose sobre rocas. Mantuvo las riendas en una mano y su caballo bajó la cabeza y empezó a masticar pasto.

– Es con respecto a Julianna Dunne. -empezó Eve.

– Escuché que había salido de prisión. Dijeron que había asesinado a un hombre.

– Su cuenta subió a tres en este momento. -corrigió Eve. -Usted la conoció cuando ella vivía en esta área.

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