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Hizo una pausa, esperando la afirmación o la refutación de Eve, pero no obtuvo más que silencio. -Ok, sigo. La coartada de él es sólida, y aún si hubiera arreglado el asesinato, me parece que debería haber estado nervioso o molesto cuando nos metimos en su agradable nueva vida y abriendo la posibilidad de exponerlo. Por el otro lado, cuando ella llegó, se asustó, se enojó, y quiso que nos fuéramos. Fuera de su agradable nueva vida con el esposo de su amiga muerta. Tal vez es una reacción normal, pero podría tomarse fácilmente como ser culpable y con miedo a quedar expuesta.

– Culpable porque ella estaba… como era eso? Enroscándose con el esposo de su amiga muerta antes de que la amiga estuviera muerta?

– Tal vez, pero que si no lo estaba? -Ansiosa y un poco excitada, Peabody se giró en el asiento para enfrentar el perfil de Eve. -Que si ella sólo lo deseaba? Que si ella estaba enamorada de él, y él está ahí, justo cruzando el hall, día tras día, felizmente casado, viéndola como a una amiga de su esposa? Ella lo quiere para sí, pero él nunca se va a fijar en ella mientras esté Marsha en el cuadro. Es culpa de Marsha que él no pueda amarla. Es culpa de Marsha que ella no esté viviendo en ese agradable hogar soñado, con su grandioso esposo, tal vez un par de bonitos niños por el camino. Eso la jode, la hace infeliz. Ella siempre estuvo actuando como la amiga y vecina y no puede sacarse de la cabeza la fantasía de cómo podría ser.

– Que crees que hizo ella?

– Ella tuvo un enfrentamiento con Marsha. Boyd está fuera de la ciudad, ahora es el momento. Atacó a Marsha por salir a trabajar cada día en vez de quedarse en casa y cuidar de su hombre. Ella no se merece a Boyd. Si ella fuera su esposa, se quedaría ahí para hacer las comidas, comprar los alimentos. Le daría un hijo. Le daría una familia. Pelearon por eso.

Ella quería verlo así, y sabía que Eve podía ver más cosas. Pero las imágenes era indistintas. -Probablemente Marsha le dijo que se fuera al infierno. Que se mantuviera fuera del camino de su esposo. Apuesto que le dijo que le iba a decir todo a Boyd. Que ninguno de ellos querría tener nada que ver con ella otra vez. Eso fue demasiado para Maureen. Empujó a Marsha y cuando cayó, se partió la cabeza. El archivo dice que había caído contra la esquina de una mesa de vidrio reforzado y eso la mató. Ella entró en pánico, trató de cubrirlo. Desnudó a Marsha, la puso en la bañera. Tal vez creerían que se había resbalado, golpeado la cabeza en la bañera y se había ahogado.

– Pero luego empezó a pensar de nuevo, y pensó que tal vez no creerían que era un accidente. Más aún, era una oportunidad. Como un regalo. Ella no había querido matarla, pero había pasado. No podía remediarlo. Si Boyd y la policía creían que Marsha tenía un amante, podía resolver todo. Lo iban a ver como un sospechoso. Porque iban a fijarse en ella? Así que escribió las cartas, las plantó, y luego se fue a casa y esperó para hacer su juego. Apuesto a que después de un tiempo, empezó a creer que había sucedido en la forma que ella había hecho ver. Era la única manera que podía vivir con eso, la única manera en que podía dormir junto a él nocha tras noche y no enloquecer.

Ella suspiró, tragando duro porque su garganta estaba seca. -Esa es la teoría que estoy trabajando. Vas decirme que la jodí?

– Como llegaste a eso?

– Estuve revisando los reportes, los datos, las fotografías. Leí las declaraciones hasta que me dolieron los ojos. Luego estuve tendida en la cama anoche con todo eso dando vueltas por mi cabeza. Entonces lo puse todo en esta esquina de mi cerebro, y usé el resto de él para tratar de pensar como tú. O como creo que tú piensas. Tú sabes, como caminas por la escena del crimen y empiezas a visualizar, como si estuvieras viendo todo lo que sucedió. Y esa fue la forma en observé lo que sucedió. Un poco turbia, pero es como yo lo vi.

Empezó a soltar otro profundo suspiso, y parpadeó. -Estás sonriendo.

– Vas a ir a verla cuando él no esté alrededor. Vas a interrogarla cuando esté sola. Con él y la niña, ella va tener las defensas levantadas. Puede decirse a sí misma que los está protegiendo. Llévala a Entrevista. Hazlo formal. Ella no va a querer, pero el uniforme puede intimidarla ahí adentro. No es probable que chille pidiendo un abogado enseguida, porque le va a preocupar que la haga aparecer culpable. Déjame saber cuando estés lista para meterla ahí y voy a tratar de observar.

Peabody sintió que su corazón latía otra vez. -Piensas que estoy en lo cierto? Piensas que ella lo hizo?

– Oh sí, lo hizo.

– Lo sabías. En el minuto en que ella entró en el apartamento, lo supiste.

– No es la cuestión lo que yo sabía o lo que se. Es tu caso, así que la cuestión es que tú lo sepas y la lleves a ella para que te lo diga.

– Si tú haces la entrevista…

– Yo no voy a hacer la entrevista, tú la harás. Es tu caso. Trabaja con tu enfoque, tu tono, y luego traéla y quiébrala.

Eve se metió en una entrada, y Peabody miró alrededor confundida. De alguna manera habían llegado a los suburbios de la ciudad.

– Ahora pongamoslo de esta forma. -ordenó Eve. -Pettibone está al frente y al centro ahora.

Ella se tomó un momento, estudiando la casa de ladrillos rosados. Era bastante modesta, casi sencilla hasta que agregabas los jardines. Inundaciones, ríos, piscinas de flores fluyendo desde la base de la casa, bordeando todo el camino hacia la entrada. No había césped propiamente dicho, había altas terrazas de una especie de hierba ornamental creativamente trabajada en el mar de color.

El camino de entrada en piedra esta ribeteado de esa manera desde la base de un porche cubierto donde florecían vides, con sus flores de púrpura profundo, siguiendo su camino hacia arriba por los postes.

Había sillones con almohadones blancos en el porche, mesas con tapas de vidrio, y todavía más flores en macetas artísticamente desteñidas en verdín. Obviamente a Shelly Pettibone le gustaba sentarse y contemplar sus flores.

Mientras Eve pensabe eso, la mujer salió por la puerta del frente cargando una bandeja.

Estaba profundamente bronceada, lo que se notaba en sus brazos largos y delgados contra las mangas cortas de una camiseta suelta color azul. Vestía jeans recortados a la mitad de la pantorrilla.

Ella depositó la bandeja, observando a Eve salir del auto. La brisa reolvió su cabello castaño desteñido por el sol, que llevaba corto y despeinado alrededor del rostro atemperado y atractivo de una mujer que vivía una gran parte de su vida al aire libre.

Cuando Eve se acercó, vió que los ojos de la mujer eran castaños y brillaban con los estragos del llanto.

– Hay algo que pueda hacer por usted?

– Sra. Pettibone? Shelley Pettibone?

– Sí. -Su mirada se desvio hacia Peabody. -Es sobre Walter.

– Soy la teniente Dallas. -Eve mostró su placa. -Mi ayudante, Oficial Peabody. Lamento molestar en este difícil momento.

– Necesita hacerme preguntas. Justo acabo de cortar el enlace con mi hija. No veo como puedo hacer algo para ayudarla. No puedo pensar en las palabras justas. No puedo pensar en nada. Lo siento, siéntense por favor. Iba a tomar un poco de café. Voy a buscar más tazas.

– No se moleste por nosotras.

– Me da algo que hacer, y justo ahora no tengo casi nada para hacer. Es un minuto. Es mejor si hablamos aquí afuera, no? Prefiero estar afuera por ahora.

– Seguro, está bien.

Ella volvió a entrar, dejando la puerta abierta.

– Si un tipo te echa a la basura por una modelo joven después de treinta años, -empezó Eve- Como te sentirías tú si eso te pasara?

– Difícil de decir. No puedo imaginarme viviendo con alguien por tres años, mucho menos por treinta. Tú eres la casada aquí. Como te sentirías?

Eve abrió la boca para hacer algún comentario intrascendente, y se detuvo. Estaría herida, pensó. Dolorida. Lo que fuera que él hiciera, ella sufriría por la pérdida.

En vez de responder, miró alrededor, fijándose en la puerta. -Bonito lugar, si te gustan este tipo de cosas.

– Nunca había visto nada como este patio. Es realmente mágico y debe costar un montón de trabajo mantenerlo. Se ve natural, pero está realmente bien planeado. Tiene todo plantado para el máximo efecto estacional, fragancias, colores y texturas. Estoy oliendo arvejillas. -Olió profundamente el aire. -Mi abuela siempre tenía arvejillas fuera de la ventana del dormitorio.

– Le gustan las flores, Oficial? -Shelley regresó, con tazas en la mano.

– Sí, señora. Su jardín es hermoso.

– Gracias. Es lo que hago. Diseño de paisajes. Estaba estudiando horticultura y diseño cuando conocí a Walter. Un millón de años atrás. -dijo suavemente. -No puedo dejar de pensar que él se ha ido. No puedo pensar que nunca lo voy a ver otra vez.

– Lo veía a menudo? -preguntó Eve.

– Oh, cada semana o dos. No sólo estuvimos casados mucho tiempo, sino que teníamos un gran interés en común. -Ella sirvió el café con manos que no llevaban anillos. -El a menudo me recomendaba a sus clientes, como yo a él. Las flores eran uno de los vínculos entre nosotros.

– Sin embargo se divorciaron, y él se volvió a casar.

Sí. Y sí, él fue el que quiso terminar el matrimonio. -Recogió sus piernas y levantó la taza. -Yo estaba satisfecha, y estar satisfecha era suficiente para mí. Walter necesitaba más. Necesitaba ser feliz, ser excitado e involucrado. Perdimos esa chispa esencial a lo largo del camino. Con los chicos crecidos y fuera del hogar, con el envejecer de los dos… Bueno, no pudimos revivir la chispa. Necesitaba más de lo que yo le daba. Pienso que era difícil para él, me dijo que necesitaba un cambio.

– Se debe haber sentido molesta.

– Lo estaba. Molesta, herida y desconcertada. Nadie quiere ser descartado, aunque sea gentilmente. Y él era gentil. No tenía un hueso de maldad en su cuerpo.

Sus ojos brillaron otra vez, pero parpadeó para alejar las lágrimas, y tomó un profundo sorbo de café. -Si yo hubiera insistido, si lo hubiera puesto contr el rincón nuestro matrimonio hubiera seguido, él se hubiera quedado.

– Pero no lo hizo.

– Yo lo amaba. -Ella sonrió cuando lo dijo, forzando el corazón. -Fue su culpa, mi culpa, que nuestro amor hubiera caído en algo demasiado cómodo, demasiado insulso para ser interesante a la larga? No puedo decir que no fue difícil dejarlo ir, enfrentar la vida por mis propios medios. Estuvimos casados más de la mitad de mi vida. Pero mantenerlo junto a mi por obligación? Tengo demasiado orgullo para eso, y demasiado respeto por ambos.

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