Литмир - Электронная Библиотека

– ¿Cómo? -repitió Roger, con la rabia a flor de piel.

– Bobby montó un accidente, una pelea con una banda, me parece. Se lo llevaron al hospital, y tenía tajos por todas partes. Había un guardia fuera de la habitación, pero no adentro. Hicimos el cambio. Yo me vestí como esos tíos de la limpieza y entré sin problemas. Claro que Bobby tuvo que cortarme, y esa parte no me gustó mucho, pero funcionó, y vine aquí y él salió del hospital. Fue totalmente perfecto.

– ¿Y qué hay de tus huellas dactilares? -preguntó Cullen.

– Antes de que Bobby se fuera de Louisiana, se metió en el sistema informático y cambió nuestros números de identidad. Ya sabéis, con huellas dactilares y todo. Está todo ahí, en el ordenador. Y Bobby es muy listo. Jugó bien desde dentro. Consiguió acceso a la biblioteca y a las oficinas. Conocía a un tipo de la trena que estaba encerrado por fraude informático, y él le ayudó.

– ¿Quién era? -preguntó el alcaide.

– No lo pregunté -dijo Lloyd, encogiéndose de hombros.

Rowan apenas creía lo que Lloyd les contaba. Bobby llevaba catorce meses en la calle. Seguro que durante un tiempo se había mantenido fuera de circulación para comprobar que el sistema penitenciario no se había dado cuenta, y cuando no vio nada en los periódicos, empezó a seguirla. Leyó sus libros. Planeó las torturas psicológicas. Cómo matar a sus personajes y hacerla sufrir.

– Eres un cabrón. -Estiró las manos sobre la mesa. Tenía los nudillos blancos.

– ¡Oiga! Yo no he matado a nadie. No mato a las personas. Yo soy un ladrón. -Lo dijo con orgullo, y Rowan sacudió la cabeza y se apretó el puente de la nariz. Bobby estaba vivo. Andaba suelto matando a gente.

– ¿Sabes dónde está MacIntosh ahora? -preguntó Roger, con voz queda.

– No hemos estado en contacto, a ver si me entiende -dijo Lloyd, encogiéndose de hombros-. ¿Para qué? Él tenía lo que quería y yo también.

– Llévenselo de vuelta a su celda -ordenó el alcaide, con cara de repugnancia.

Los guardias levantaron a Lloyd y lo hicieron salir. Por encima del hombro, miró a Rowan.

– Bobby me dijo que usted era una zorra débil. No lo sé. Creo que la subestima -dijo, y guardó silencio. Y luego añadió-: Pero sé que usted no debería subestimar a Bobby.

El alcaide Cullen les cedió su despacho mientras él se reunía con su personal en otra sala para ponerlos al corriente de la situación.

Roger reforzó el aviso que Quinn Peterson había emitido antes a todas las unidades, envió un equipo a vigilar su casa y proteger a Gracie y, cuando no tuvo más llamadas que hacer, se sentó y finalmente miró a Rowan.

– Lo siento, Rowan.

– Eres un cabrón. Yo confiaba en ti.

Él cerró los ojos. Cuando los abrió, Rowan se sorprendió al ver las lágrimas. Roger tragó saliva.

– Sólo quería protegerte, Rowan. Eres la hija que nunca tuve. Pero fui un desastre de padre, maldita sea. Nunca estaba para apoyarte. Te empujé para que ingresaras en el FBI, para que conocieras el mundillo y para que te quedaras. Pensé, diablos, no sé qué pensé. Retribución, justicia, ¿yo qué sé?

Rowan se sorprendió cuando sintió que las lágrimas afloraban, ardiendo, a sus propios ojos. Quería odiar a Roger por haberle ocultado una información tan importante, por mentirle, pero no podía odiarlo.

Rowan sentía amargura y rabia. Roger le había decepcionado. El sistema sabía que Bobby estaba vivo y Roger tendría que haber dicho la verdad cuando toda aquella pesadilla comenzó a gestarse.

Podrían haber sabido antes la verdad. Y haberle salvado la vida a alguien. A Michael, por ejemplo.

– Roger, tú fuiste el padre que yo necesitaba. Jamás creí que me mentirías. Que me ocultarías un secreto tan importante. ¿Y qué hay de la gente que ha muerto a causa de tu silencio? ¿Qué hay de Michael?

– Créeme cuando te digo que comprobé una y dos veces lo de Bobby. No tenía razón alguna para pensar que no estaba en la cárcel.

– Pero ¿y cuándo todas las pistas resultaron falsas? ¿Cuándo la leve esperanza de que fuera alguien relacionado con el asesinato de los Franklin no dio resultado? ¿Qué pasó con ellos?

Rowan se pasó la mano por la cara, secándose las lágrimas con gesto impaciente. Una rápida mirada hacia Quinn y John, que permanecían a un lado, le recordó que no estaba sola con Roger. Estaban tan callados que había olvidado que seguían en la habitación.

– No lo sé -dijo Roger, en voz baja-. No sé si podríamos haber evitado lo que sucedió.

– Tienes razón. No lo sabemos. No lo sabemos porque nunca tuvimos la oportunidad de intentarlo. -Rowan miró a Collins y vio a un hombre que ya no reconocía. Tenía el físico de Roger Collins, pelo oscuro entrecano, ojos azules y claros, arrugas incipientes en torno a los ojos y la boca. Pero no era el Roger con que ella había vivido la mitad de su infancia, el hombre que le había enseñado que merecía la pena luchar por la verdad y la justicia. El hombre que tenía ante ella era un mentiroso, y eso dolía.

– Peter. -Abrió exageradamente los ojos al caer en la cuenta de que si Bobby sabía de su existencia, tenía que saber algo de Peter-. Peter, ¡irá a buscarlo!

Roger negó con la cabeza.

– No, porque cree que Peter está muerto.

Ella lo miró, desconcertada.

– ¿Por qué?

– Cree que Peter murió esa noche, que fuiste la única que sobrevivió. Aludió a ello cuando lo interrogué, y yo nunca lo saqué de su error.

– ¡Es evidente que habrá visto los recortes de prensa y descubierto que no era verdad!

– Se dijo que Peter estaba en estado crítico, pero nunca se publicó una nota de prensa aclarando si sobrevivió o si falleció.

– ¿En estado crítico? -Rowan recordaba que Peter había quedado tan trastornado emocionalmente que lo habían sedado después de los asesinatos. Pero no había resultado herido. Respiró hondo-. Tenemos que comprobar la versión de este tipo y averiguar qué ha estado haciendo Bobby los últimos catorce meses. -Dio un puñetazo en la mesa al tiempo que se hundía en una silla-. ¡Bobby lleva catorce meses en la calle y nadie tenía ni puñetera idea!

Rowan respiraba a duras penas y John le puso una mano en el hombro. Curiosamente, se sintió mejor. John, con su presencia serena durante el vuelo, el interrogatorio y, ahora… era justo lo que necesitaba. Alzó la mirada y él le respondió con un leve gesto de la cabeza.

– Hay algo más que tengo que decirte -avisó Roger sentándose en la silla del alcaide.

Ella se giró hacia él, preparándose para lo peor, pero se sorprendió cuando le dijo:

– Creo que Bobby visitó a tu padre dos veces el año pasado.

Ella lo miró con ojos desorbitados.

– ¿Y nadie se dio cuenta?

– Utilizó un nombre y una identificación falsos. Bob Smith. Intenté recuperar las cintas de vídeo, pero el protocolo exige que las borren cada tres meses. Se conservan en formato digital en un archivo fuera del estado, y todavía me las tienen que mandar. Debería recibirlas esta noche o mañana.

– No necesitamos las cintas. Era Bobby.

– Estoy de acuerdo, pero así tendremos una foto más reciente.

– Quiero ir a Boston -anunció Rowan, después de respirar hondo.

– No me parece una buena idea -dijo John, que todavía no había hablado.

Ella se volvió para mirarlo. Tenía la mandíbula tensa y la boca apretada en una línea delgada y furibunda. Daba igual. Ella tenía que ir.

– Tengo que ver a mi padre. Quizá sepa algo de los planes de Bobby. Sería muy típico de Bobby lo de alardear -dijo, y guardó silencio-. Él pensaba que nuestro padre era débil. Le encantaría restregárselo por la cara y demostrar que él es más fuerte. Que es capaz de matar sin venirse abajo y que disfruta haciéndolo. Que pensaba matarnos a todos.

– Quiero que mañana te traslades a una casa segura -dijo Roger-. Tendremos a docenas de agentes en las calles buscando a MacIntosh. Pero él te busca a ti. No quiero exponerte al peligro.

– No -dijo Rowan-. Voy a ir a Boston. Voy a ver a mi padre y luego llamaré a Peter y le contaré la verdad. Tengo que hacerlo. No puedo dejar que siga viviendo una mentira. Y aunque Bobby no sepa que existe, sabe lo bastante acerca de mí como para encontrarlo. Hay que alertar a Peter.

– No puedo hacerte cambiar de opinión -dijo Roger. Aquello era una constatación de la realidad.

Ella sacudió la cabeza.

– Mañana por la mañana cogeré el avión a Boston. Contigo o sin ti.

John se inclinó y le susurró en un oído.

– No irás a ningún lugar sin mí, Rowan. Todavía necesitas un guardaespaldas.

Ella se volvió y buscó su mirada. John no había dicho palabra en todo el día. La culpaba a ella de la muerte de Michael y se culpaba a sí mismo. Ella lo había visto con sus propios ojos. Pero ¿y ahora? Estaba dolido. Quería venganza. Pero también había desplegado aquella defensa invisible a su alrededor para protegerla. Se sentía más fuerte cuando él estaba presente, como si ahora fuera capaz de superar aquello. Se sentía viva, y bien.

– Gracias -dijo, sin palabras, y luego se volvió hacia Roger-. A las seis. En el vestíbulo. Y no dejes que el doctor Christopher le diga que iré a verlo. Puede que en este caso funcione el elemento sorpresa.

El lunes por la mañana, Bobby MacIntosh entró en una importante librería de Dallas para comprar un ejemplar de Crimen de riesgo .

No lo necesitaba. Pero quería otro ejemplar. Seguir el mismo patrón. Dejar el libro con la víctima. Aunque estaba seguro de que Rowan, por estúpida que fuera, ya lo habría entendido.

Rowan . ¿De dónde había sacado ese nombre tan ridículo? Quizá pensaba que así lo engañaría. Que nunca la encontraría si se cambiaba el nombre. Sonrió. Puedes huir, pero no podrás esconderte, Lily.

El fin estaba cerca. Un libro más, una víctima más. Ya había escogido a la persona perfecta, tenía planeado el crimen perfecto, y era tanta la expectación que casi lo mareaba. Había llegado la hora. Una víctima más y podría enfrentarse a su hermana.

No podía estar más contento, si hubiera sido él mismo el que hubiera escogido todas las variables. Desde luego, Doreen Rodríguez era la que había requerido más esfuerzo y planificación. Pero ahora este asesinato tenía que ser perfecto para demostrarle a Lily que él era más listo que ella.

A esas alturas, la muy zorra debía estar aterrorizada. Había contratado a un guardaespaldas, pero ya se había ocupado de él. Un tipo débil. Un inútil.

55
{"b":"97332","o":1}