– Por ahora guárdalos aquí -dijo-. Tu hija sabía cómo ocultarlos. -y añadió-: Te prometo que encontraré al que la ha matado.
En cuanto el coche desapareció por el camino de tierra, Su-chee se encaminó hacia el cobertizo para volver a esconder los papeles que quizá le habían costado la vida a su hija.