– ¿De verdad fue usted el que escribió este libro, pandit?
Sonrió y asintió.
Mientras nos alejábamos de la casa, dije:
– ¿Sabes, mamá? Ojalá pudiera yo leer todos esos libros que tiene el pandit Ganesh.
Por eso me sentó mal y me sorprendió que, al cabo de dos semanas, mi madre dijera:
– ¿Sabes qué? Que estoy por dejarte y que te cures tú solo. Con sólo haber ido a ver a Ganesh de buena fe, ahora estarías mejor y andarías.
Al final fui a un médico en St Vincent Street que le echó un vistazo a la pierna y dijo:
– Un absceso. Hay que rajar. Y cobró diez dólares.
No llegué a leer el folleto de Ganesh, 101 preguntas y respuestas sobre la religión hindú, y aunque tenía que tomar aquel repugnante brebaje tres veces al día (me negué a que me lo pusieran en las comidas), no le guardaba rencor. Por el contrario; pensaba muchas veces, con interés y perplejidad, en aquel hombrecillo encerrado con mil quinientos libros en la calurosa y aburrida aldea de Fuente Grove.
– Trinidad está llena de locos -dije.
– Tú di lo que te dé la gana -espetó mi madre-. Pero Ganesh no es tan tonto como tú crees. Es la clase de hombre que en la India sería rishi. Llegará el día en que te sientas orgulloso de decirle a la gente que conociste a Ganesh. Así que a callar, que te voy a poner la venda.
Menos de un año después, Trinidad se despertó con la noticia en tercera página de The Trinidad Sentinel, en forma de anuncio a una columna con una fotografía de Ganesh y lo siguiente: Se rogaba a quienes estuvieran interesados que contestaran a Fuente Grove para recibir gratuitamente un folleto plegable e ilustrado con todos los detalles.
No creo que escribiera mucha gente para recibir más información sobre Ganesh. Estábamos acostumbrados a esa clase de anuncios, y el de Ganesh apenas llamó la atención. Ninguno de nosotros previo sus asombrosas consecuencias. Hasta más adelante, cuando Ganesh obtuvo una fama y una fortuna bien merecidas, la gente no lo recordó. Igual que yo.
1946 supuso el momento decisivo en la carrera de Ganesh, y como para destacar el acontecimiento, aquel mismo año publicó su autobiografía, Los años de culpa (Editorial Ganesh, S.A., Puerto España, 2,40 dólares). El libro, descrito como relato de misterio espiritual y como novela policíaco-metafísica, fue muy apreciado en América central y el Caribe. Sin embargo, Ganesh confesó que la autobiografía había sido un error, de modo que el mismo año de su publicación la retiró y liquidó la Editorial Ganesh. En el resto del mundo no conocen las primeras obras de Ganesh, y Trinidad se lo toma a mal. Estoy convencido de que, en cierto modo, la historia de Ganesh es la historia de nuestra época, y puede que haya personas que acojan con agrado este imperfecto relato sobre ese hombre llamado Ganesh Ramsumair, sanador, místico y, desde 1953, miembro de la Orden del Imperio Británico.