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Estas últimas semanas ha hecho un tiempo maravilloso. Me encanta Dublín en junio. Los edificios grises parecen menos grises, las caras tristes parecen más alegres. Aunque en el trabajo hace un calor infernal. Toda la fachada del hotel es de cristal y en días como el de hoy es como si estuviéramos trabajando en un invernadero. Es un contraste total con los meses de invierno cuando los goterones de lluvia que revientan contra el cristal resuenan en el silencio del vestíbulo. Es un sonido agradable, pero a veces el granizo repica con tanta fuerza que amenaza con romper el cristal. Si ahora levanto la vista veo un cielo azul intenso moteado de ovejas de algodón de azúcar blanco. Es precioso.

Los coches deportivos van con la capota bajada y la música a todo volumen, los hombres de negocios se pasean con desenfado por delante del hotel, con las chaquetas colgadas al hombro y las camisas arremangadas, demorando el regreso a sus despachos. Parece que los estudiantes universitarios se hayan puesto de acuerdo para cancelar sus planes de asistir a clase y están tumbados a la bartola en grandes corros por todo el parque. Los patos se apiñan en la orilla del estanque, contentos por no tener que buscarse la comida. Trozos de pan mojado flotan en la superficie del agua esperando ser picoteados. Una pareja flirtea persiguiéndose alrededor de la fuente dejando que el agua pulverizada les moje los brazos y las piernas desnudos para refrescarse. Las parejas de enamorados se tienden en la hierba y se miran con ansia a los ojos. Los niños juegan en los columpios mientras sus padres descansan al sol con un ojo cerrado y el otro medio abierto vigilando a sus emocionados retoños, que chillan de placer.

Los tenderos montan guardia en las puertas de las tiendas vacías viendo la vida pasar. Los oficinistas se asoman con ojos soñadores a las ventanas altas de las oficinas bochornosas y mal ventiladas, observando con envidia el vibrante bullicio de la ciudad.

El buen humor flota en el aire, la gente se deshace en sonrisas y camina con brío. La veranda del hotel está llena de clientes que toman bebidas al sol: té frío de Long Island, ginebra con tónica, zumo de naranja con hielo, brebajes de color verde lima, cócteles con frutas y helados. La ropa empieza a sobrar y cuelga de los respaldos de las sillas.

Las mujeres de la limpieza tararean para sí y sonríen mientras limpian los dorados, agradeciendo los rayos de sol que llegan a raudales hasta sus rostros. Días como éste no se dan a menudo y salta a la vista que todo el mundo desea que fueran más frecuentes.

Y yo estoy aquí sentada y pienso en ti. Te mando todo mi amor.

De: Alex

Para: Rosie

Asunto: ¡Feliz!

¡Parecías feliz y muy inspirada! Acabo de regresar de un fin de semana con Josh. Se ha convertido en un batallador nato, Rosie. Va de un lado para otro sin parar intentando agarrarlo todo. Casi no me atrevía a pestañear por miedo a que la habitación se viniera abajo. Pero está en plena forma y me siento feliz y rejuvenecido después del fin de semana. Verle siempre me levanta el ánimo, como si le diera a un interruptor secreto de mi cuerpo. Podría quedarme mirándolo para siempre. Observar cómo aprende, cómo descubre cosas por sí mismo, cómo termina por hallar el modo de hacer algo sin ayuda de nadie. Josh corre riesgos; es más valiente que yo. Siempre va un paso más allá aunque sabe que no debería. Pero lo hace igualmente y aprende. Pienso que los adultos tenemos mucho que aprender de eso. Quizá no deberíamos ser tan miedosos y sensatos cuando se trata de alcanzar nuestras metas.

De modo que estoy siguiendo el consejo de Josh. Un eminente cirujano va a dar una conferencia esta semana. Son varios días de seminarios sobre un nuevo procedimiento para intervenciones coronarias de su invención. Voy a intentar conocerlo -junto con los otros mil aspirantes a cirujanos del corazón que asistirán-. Corre el rumor de que es irlandés y que ha venido aquí para seguir desarrollando sus investigaciones, o sea que necesitará ayuda. Cruza los dedos y reza para que ocurra un milagro.

De: Rosie

Para: Alex

Asunto: Reunión misteriosa

Tengo una reunión misteriosa con Bill, mi jefe, la semana que viene. No tengo ni idea del motivo, pero estoy muy nerviosa. Ayer llegó de Estados Unidos con un humor de perros y hoy ha tenido un montón de reuniones secretas durante todo el día. Varios personajes de aspecto sospechoso, vestidos con traje negro, han ido llegando para hablar con él a cada hora. Tengo una sensación espantosa en la boca del estómago.

Para acabar de empeorar las cosas, resulta que su hermano Bob llega mañana por la mañana. Sólo los he visto juntos cuando tienen que contratar o despedir a alguien. En realidad me parece que eso es lo único que hace Bob. Bill lleva las riendas de los hoteles que tienen por todo el mundo y Bob gasta su parte de dinero en casas, coches, viajes y mujeres, según dicen. ¿Por qué será que la gente siempre pone a las mujeres en la misma categoría que los coches y los viajes, como si fuésemos premios de un concurso de la tele? Si yo fuese millonaria no oirías a nadie decir: «Caray, mira cómo se lo monta Rosie Dunne. Lo único que hace es gastar dinero en zapatos, ropa y hombres». No suena muy bien, ¿verdad?

Espero que no me despidan. No sabría qué hacer. Me parece que sería capaz de acostarme con Bill con tal de seguir trabajando aquí. Para que veas cuánto me gusta. O el miedo que me da tener que buscar trabajo en otro sitio. O lo desesperada que estoy por acostarme con un hombre que no sea Greg para variar. Le quiero, pero, por Dios, no tiene ni pizca de imaginación.

Más vale que vaya a fingir que estoy muy atareada para que no tengan ningún motivo para despedirme. Cruza los dedos por mí, que yo los cruzo por ti.

De: Alex

Para: Rosie

Asunto: Re: Reunión misteriosa

¡No te preocupes, todo irá bien! ¡No tienen ningún motivo para despedirte! (¿Lo tienen?) No has hecho nada malo desde que comenzaste a trabajar ahí. De hecho, ¡casi nunca has llamado con la excusa de encontrarte mal! Todo irá como la seda. Ahora mismo salgo hacia el seminario. ¡Buena suerte para los dos!

De: Rosie

Para: Alex

Asunto: Re: Re: Reunión misteriosa

Tienes razón. No pueden despedirme. Estoy siendo una tonta. Soy una gran empleada. No tienen ningún motivo. Al menos ninguno que sepan. O sea, no es posible que se enteraran de la vez que enseñé a Ruby la suite del ático. Y aunque supieran eso, de ningún modo podrían saber que llamamos al servicio de habitaciones y nos quedamos a dormir allí. ¿Cómo iban a averiguarlo?

Quizá se dieron cuenta de que alguien se había llevado los albornoces. Pero eran tan cómodos que tuve que llevarme uno a casa…

O igual fue por el minibar vacío. Aunque recuerdo con toda claridad haber pedido a Meter que rellenara la nevera y me debía una de cuando apliqué el descuento de San Valentín a sus padres en pleno mes de mayo. Así que eso queda descartado… Dios mío, esto me está matando. Lo último que quiero es volver a trabajar para Randy Andy y creo que no tengo energías para volver a mandar mi CV a diestro y siniestro. Y tampoco para soportar la tensión de otra entrevista de trabajo.

Sólo quieren reunirse conmigo. Pero Bill no me sonrió al decírmelo y sus ojos no brillaban como de costumbre. ¿Qué piensas que significa eso? Por Dios, la chica nueva, la flaca, también está citada la semana que viene. Es la peor trabajadora del mundo. Ha estado más días de baja que trabajando. Seguramente se debe a que nunca come. Las pausas para almorzar son un desperdicio en su caso. Se queda mirando tu plato desde el otro lado de la mesa, torciendo el gesto como si la comida fuese el mismísimo diablo, mientras bebe a sorbitos de una botella de agua. Cuando llega a la mitad de la botella ya se siente llena, cierra el tapón y se marcha dejándola en la mesa.

Me parece que más vale que empiece a buscar trabajo.

De: Alex

Para: Rosie

Asunto: ¡Relájate!

¡Por el amor de Dios, Rosie Dunne, te quiero con toda mi alma, pero necesitas relajarte!

Tiene un mensaje instantáneo de: RUBY

Ruby: Vaya, así que te quiere con toda su alma, ¿eh?

Rosie: Oh, deja de leer mis e-mails, Ruby.

Ruby: Ponte una contraseña menos evidente, «Amapola». Últimamente os estáis poniendo muy coquetos y ligones.

Rosie: ¡Qué dices! ¡¿¿A santo de qué nos llamas ligones??!

Ruby: Lo sabes muy bien.

Rosie: Por favor, creía que por una vez en la vida ibas a tener razón.

Ruby: La tengo y lo sabes.

Rosie: Sólo volvemos a llevarnos bien como en los viejos tiempos, y punto. Alex se ha reanimado. Creo que vuelve a ser feliz.

Ruby: Porque está enamorado…

Rosie: No está enamorado. Bueno, en cualquier caso no de mí.

Ruby: Vaya, perdona, me había parecido que en su e-mail te decía que «te quiere con toda su alma».

Rosie: Como un amigo quiere a una amiga, Ruby.

Ruby: Tú eres mi amiga y no te quiero con toda mi alma. Demonios, si a duras penas quiero a Teddy con toda mi alma.

Rosie: Pues muy bien, Alex y yo estamos enamorados perdidos y vamos a fugarnos y a vivir una aventura apasionada.

Ruby: ¿Lo ves? No cuesta tanto admitirlo, ¿verdad?

Rosie: Espera un momento, Ruby.

[ROSIE se aleja del ordenador.]

Rosie: Dios mío, el fideo acaba de salir de su reunión con Bill y Bob y está llorando a moco tendido. La han despedido. Soy la siguiente. Mierda. Te dejo. Mierda. Mierda. Mierda.

ROSIE se ha desconectado.

Capítulo 24

Kevin:

Hola, hijo. Ya sé que no soy muy dado a escribir cartas, pero no estoy seguro de que nos dieras bien el número de teléfono de la residencia de empleados. Cada vez que llamo nadie contesta sea la hora que sea del día o la noche. O nos diste mal el número, o vuestro teléfono no funciona bien, o todo el mundo trabaja tanto que nunca hay nadie. No me gustaría nada la idea de tener que compartir el teléfono con otros treinta empleados. ¿Por qué no te agencias uno de esos teléfonos móviles? Así tu familia tendría ocasión de ponerse en contacto contigo de vez en cuando.

Espero que no estés haciendo ninguna tontería ahí abajo. Rosie se jugó el cuello para conseguirte ese puesto en la cocina. No la pifies como has hecho otras veces. Ahora tienes una buena oportunidad para empezar tu vida con buen pie. Tu viejo ya tiene sesenta años; no estaré aquí para siempre así que tendrás que dejar de contar conmigo, ¿sabes?


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