Литмир - Электронная Библиотека
A
A

TERCERA PARTE

Capítulo 26

Querido Alex:

No sabes lo contenta que me puse cuando por fin conseguí dar carpetazo al horripilante día de ayer. «Sólo es un trabajo», dijo Greg. Bueno, pues si un trabajo es tan poco importante, ¿por qué se niega tan categóricamente a dejar el suyo? Pero es que no es sólo un trabajo. Me han propuesto un ascenso, y al hacerlo me han dado confianza y un poco de fe en mí misma. Fe para creer que mis esfuerzos se veían recompensados y que me consideraban competente y espabilada.

Pero esta vez ni siquiera tuve ocasión de fastidiarla yo misma. Esa decisión la tomaron por mí. Katie no está dispuesta a separarse de Toby y no acabo de odiar a Greg lo suficiente como para largarme sola a Cork hecha una furia. Aunque me falta el canto de un duro. ¡Dios, ese hombre hace que me hierva la sangre! Para él todo es siempre blanco o negro.

Según su opinión, él aquí tiene un trabajo fantástico con un buen sueldo y yo tengo un buen trabajo con un sueldo correcto. ¿Por qué diablos iba a querer mudarse a una ciudad donde su mujer tendrá un trabajo de fábula y ganará un montón de dinero? Ay, claro, se me olvidaba, en Cork no hay ni un banco, de modo que es imposible que encuentre trabajo o le trasladen. Allí todo el mundo guarda el dinero en cajas de zapatos debajo de la cama.

Además, todo (bueno, muchas cosas, como las casas para empezar) es más barato allí que aquí. Katie podría comenzar el primer curso de la secundaria en un colegio tan bueno como cualquiera, o sea que tampoco tendría que cambiar de centro en pleno curso. Todo saldría redondo.

Por otra parte, debo reconocer que su amistad con Toby probablemente es lo más importante para ella. Toby es uno de sus principales apoyos, la hace feliz y le conserva la inocencia en la mirada. Los niños necesitan amigos íntimos que los ayuden a crecer, a descubrir cosas sobre sí mismos y sobre la vida. También necesitan amigos íntimos para conservar la cordura y, tras la intentona de huida que ha protagonizado Katie, ahora comprendo que sin Toby, al menos en esta etapa de la vida, se volvería loca de remate.

¿Te das cuenta de que realmente habían reservado billetes por internet con la tarjeta de crédito de Greg para ir a verte? ¡Estaban en la cola de facturación cuando los agentes de policía los encontraron en el aeropuerto! Como si los viera: una chiquilla de pelo negro y piel vainilla sin más equipaje que una mochila con forma de oso a la espalda. A su lado un chiquillo de pelo rubio rizado a cargo de los billetes y los pasaportes. Una pareja de luna de miel en miniatura. Algún día lo recordaré y me echaré a reír. Cuando me haya recobrado del susto, el horror, la amargura y el resentimiento. Probablemente en mi próxima vida.

O sea que no puedo aceptar el trabajo de mis sueños porque mi familia no está dispuesta a mudarse conmigo. Claro, es que no hago lo imposible por ellos. Ni me organizo la vida como si ellos fueran el centro del mundo. Ni llego a casa cansada de trabajar y les pongo la cena en la mesa, ni desempeño a las mil maravillas las tareas conyugales como si no hubiera un millón de cosas que preferiría hacer. Ni defiendo sin tregua a mi hija en el colegio discutiendo con los maestros cada dos por tres para convencerlos de que no es la hija del demonio. Ni aguanto que la madre de Greg venga a comer cada domingo y escucho sus quejas sobre lo mal que cocino, sobre mi pelo, sobre mi forma de vestir y sobre la manera en que he decidido educar a Katie para luego pasarnos horas sentadas delante de la tele viendo reposiciones de sus seriales favoritos. Ni me toca siempre a mí tomarme el día libre en el trabajo cuando Katie está enferma o renunciar a los planes que tenga para echar una mano a quien convenga.

Claro, es que no hago ninguna de estas cosas.

Aunque, ¿qué más da? Recibo una tostada quemada y un té con demasiada leche una vez al año el día de la Madre en señal de agradecimiento. Y con eso debería bastarme, ¿no? Greg siempre me dice que voy persiguiendo un arco iris. Tal vez haya llegado la hora de dejar de hacerlo.

Besos,

Rosie

De: Alex

Para: Rosie

Asunto: ¡Rosie Dunne!

Me saca de quicio ver cómo pierdes otra oportunidad. ¿No puedes hacer nada para convencer a Comosellame?

De: Rosie

Para: Alex

Asunto: Familia

Gracias, Alex, pero no. No puedo obligar a mi familia a abandonar su hogar si no quieren hacerlo. Son importantes para mí. Tengo que respetar los deseos de Greg; no creo que me hiciera muy feliz alejarme de mi trabajo y mis amigos si tuviera que mudarme por culpa de su trabajo. No puedo vivir como si estuviera sola en el mundo. ¡Aunque sería mucho más fácil! En fin, sólo es otra oportunidad perdida.

Así que basta de mí. ¿Qué tal van esas conferencias? ¿Ya has averiguado quién es Don Cirujano Fantástico?

Gracias por tu apoyo, como siempre.

De: Katie

Para: Toby

Asunto: ¡Castigados!

¡No me puedo creer que estemos castigados! ¡En plenas vacaciones de verano! ¡Nuestros padres no tendrían que haberse puesto tan paranoicos! Al final no fuimos a ninguna parte, estábamos a menos de una hora de casa. No es justo que nos tengan encerrados en casa dos semanas. Te dije que lo mejor era tomar el ferry hasta Francia o algo por el estilo. En las películas, los aeropuertos es lo primero que controlan los polis. Ahí es donde nos equivocamos. He estado investigando y tendríamos que haber ido a la estación de autobuses y coger el primero que saliera hacia Rosslare. La próxima vez lo haremos así.

¿Qué piensas que habría hecho Alex al vernos llamar a su puerta? Mamá dice que ni siquiera está en casa, que se ha ido a un congreso o lo que sea, pero me parece que miente para demostrarme que nuestro plan no habría dado resultado. Creo que Alex no se habría enfadado. Es muy enrollado. Aunque seguramente habría llamado a mamá y ella habría mandado diez millones de coches patrulla y helicópteros de rescate a buscarnos. Pobre mamá. Me alegra que no nos mudemos, pero lo siento por ella. Estaba la mar de entusiasmada con el nuevo trabajo y ahora está otra vez atrapada en ese mostrador donde lleva años trabajando. Me siento un poco culpable. Ya sé que me habría obligado a irme si Greg hubiese dicho que sí, pero aun así lo lamento por ella. Vaga por la casa con la cara muy triste y no para de suspirar como si estuviera muerta de aburrimiento y no supiera qué hacer a continuación. Igual que nosotros los domingos. Se levanta de un sofá, entra a otra habitación y vuelve a sentarse. Luego se levanta otra vez y cambia de habitación, y se pasa siglos mirando por la ventana, suspira unos tres millones de veces, cambia de habitación, sale, entra, sale… Sólo de mirarla me mareo. A veces, ya que no tengo permiso para salir al mundo exterior y no tengo nada mejor que hacer, la sigo de un lado a otro.

Ayer me puse a seguirla y empezó a caminar más deprisa cada vez y al final terminé persiguiéndola por toda la casa y fue muy divertido. Abrió la puerta principal y salió corriendo en bata, burlándose de mí porque no podía salir (por el castigo y tal). Pero me dio igual y salí y nos echamos una carrera alrededor de la manzana sin estar vestidas ni nada, ¡yo con mi pijama azul con corazones rosa y ella con su bata amarilla! La gente nos miraba, pero era muy divertido. Corrimos hasta la esquina donde está la tienda de Birdie y mamá me regaló un helado de fresa que fue lo mejor del día. Birdie no pareció muy impresionado al vernos, pero le señaló las piernas de mamá al viejo señor Fanning, que había ido a comprar el periódico. Por poco le da un ataque al corazón. Así que al menos salí un ratito a la calle.

En cuanto volvimos a entrar continuó vagando por la casa como si estuviera en un museo o algo así. Greg dijo que tenía el culo inquieto. Mamá replicó que le encantaría meterle un palo por el suyo. Greg no volvió a abrir la boca en todo el día.

Toby, si hubiésemos llegado hasta el principio de la cola en el aeropuerto, ¿crees que habríamos subido al avión? No estoy segura de si habría sido capaz de abandonar a mamá, aunque me parece que ahora no me creerá si se lo digo. Seguramente pensará que sólo lo hago para dejar de estar castigada, aunque tampoco es mala idea. ¡Bueno, te dejo!

¡Contéstame antes de que me muera de aburrimiento!

De: Alex

Para: Rosie

Asunto: ¡Obligaciones familiares!

Tú y tus obligaciones familiares. No quiero que seas la única persona que cumple las reglas, y ya está. Las conferencias van de fábula. ¿A que no sabes quién es el médico? Tu hombre predilecto: Reginald Williams.

De: Rosie

Para: Alex

Asunto: ¡Reginald Williams!

Pásame un cubo que vomito. ¿Te refieres al padre de Bethany la Putilla? ¡¡¿¿Han regresado desde el maligno pasado para martirizarnos??!!

De: Alex

Para: Rosie

Asunto: Re: ¡Reginald Williams!

¡Cálmate, Rosie, respira hondo! No es tan mal tipo. Y es muy inteligente.

De: Rosie

Para: Alex

Asunto: Re: Re: ¡Reginald Williams!

¿A qué se dedica ahora, al hipnotismo? ¿Te ha manipulado el cerebro? Por eso ha salido en todos los diarios de aquí. Me negaba a leerlos para protestar por su existencia y la de su familia. ¡Dios mío, Reginald Williams! ¿Y crees que tienes alguna posibilidad de ser uno de los «elegidos» para trabajar con él? Al fin y al cabo fuiste su casi yerno, y no hay nada mejor que un poco de nepotismo para que el mundo siga siendo un lugar justo e igualitario.

De: Alex

Para: Rosie

Asunto: ¡Nepotismo!

Me parece que las posibilidades de que eso ocurra son muy escasas. ¡Creo que firmé mi condena cuando planté a su adorada hija única!

De: Rosie

Para: Alex

Asunto: Bethany la Putilla

No sé si firmaste tu condena. En mi opinión fue la mejor decisión que has tomado en tu vida. Ahora que lo pienso, hará unos diez años que no veo a Bethany la Putilla. Me pregunto qué habrá sido de ella. Seguramente vive en una mansión de las colinas y se pasa el día contando dinero y riendo malvadamente…

De: Rosie

Para: Stephanie

Asunto: Los amigos íntimos duran toda la vida

¡Oh, sabia y maravillosa hermana Stephanie, llevabas razón! Cuando tenía diecisiete años me dijiste que las novias vienen y van, pero que los amigos íntimos duran para siempre. Hoy me he encontrado a mí misma diciendo: «Me pregunto qué habrá sido de Bethany la Putilla…». Justo la frase que nunca he querido que Alex dijera de mí. ¡¡Entonces no te creí, pero ahora sí!! Gracias, Steph. ¡Es verdad que los grandes amigos duran toda la vida!


28
{"b":"89007","o":1}