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Rosie: No estoy a régimen, Ruby.

Ruby: Pero pareces enferma o que andes mal de salud; así es como quiero ver a mi Gary. Poco atractivo, flaco como un palillo, agotado…

Rosie: Gracias.

Ruby: Sólo quiero ayudar, Rosie. Dime qué está pasando.

Rosie: No puedes hacer nada para ayudar; Greg y yo tenemos que resolver esto solitos. Bueno, Greg, yo y Ursula, la maravillosa consejera matrimonial. Nos hemos convertido en un equipo tan fantástico que se me saltan las lágrimas.

Ruby: Cuánto me alegro por los tres. ¿Cómo es la maravillosa y eficacísima Ursula?

Rosie: Maravillosa y eficacísima. Ayer me dijo que tengo problemas para expresar mis sentimientos.

Ruby: ¿Y?

Rosie: Y le dije que estaba enfadada y que se fuera a la mierda.

Ruby: Bien expresado. ¿Qué dijo Greg sobre eso?

Rosie: No te lo pierdas. Fue de premio. Mi marido, con su asombrosa intuición, piensa que tengo «problemas para comunicarme con Ursula y para comprenderla».

Ruby: No me digas.

Rosie: Lo que oyes, así que propuse que Ursula y yo fuésemos a ver a un consejero para mejorar nuestras dotes de comunicación mientras Greg y yo sigamos yendo a su consulta.

Ruby: ¿Y qué dijo entonces Greg?

Rosie: Bueno, el portazo que di al salir del coche no me dejó oírlo muy bien. Aunque no creo que fuera muy positivo. Se desgañitaba y abría las ventanas de la nariz. También estoy pensando en comprar una cama más grande para hacerle un sitio a Ursula. Aunque puede que ya lo sepa absolutamente todo sobre nosotros. A lo mejor podría contar cuántos pedos me tiro durante la noche o algo por el estilo…

Ruby: ¿Tan chungo es realmente?

Rosie: Es que no veo que esas sesiones nos sirvan de nada. Ursula nos obliga a comentar todas las pequeñas cosas que nos molestan del otro y con eso sólo consigue que discutamos más. El día que observa que nos llevamos algo bien, prácticamente la veo sufrir por el alquiler del mes que viene. La semana pasada discutimos durante una hora entera sobre lo mucho que me molesta que Greg se deje esa marca de leche en forma de bigote a propósito para hacerme reír y que, cuando no me río, me siga por toda la casa dándome golpecitos en el hombro para que me fije en el asqueroso resto de leche, y que no pare hasta que me río.

Ayer discutimos sobre cuánto me molesta que tuerza los labios cuando digo algo mal. Si digo que el cielo es amarillo, su labio superior empieza a torcerse de aquella manera tan rara, como lo torcía Elvis. Me saca de quicio que no pueda dejar de hacerlo. Necesita demostrarme de una forma u otra que he captado mal alguna información «vital». ¡No, no, la hierba no es rosa! ¡Vaya! ¡Cuánto cambia nuestra vida una frase como ésa!

Me parece que la semana que viene sacaré a colación que siempre se pone los ridículos calcetines de fantasía que le compra su madre. Él los encuentra comiquísimos. A veces la llama expresamente para decirle que los lleva puestos. Calcetines amarillos con lunares de color rosa y azules con rayas rojas. Seguro que sus colegas del banco están de acuerdo en que son comiquísimos. Un director de banco tan enrollado, tan en la onda, que lleva calcetines de color rosa, ¡corre, vayamos a pedirle una hipoteca! Para colmo, cuando se sienta se le suben los pantalones y puedes vérselos a kilómetros…

Ruby: Caray, para que luego digan que tienes problemas para expresarte…

Rosie: Lo que digo es que les encanta perderse en detalles irrelevantes. Lo importante no tendría que ser si Greg me da un beso en la frente o en la mejilla cada mañana; lo que cuenta es si me besa o no.

Ruby: ¿Y esa estrafalaria consejera está ejerciendo alguna influencia positiva sobre tu matrimonio?

Rosie: La verdad es que no. Me parece que a Greg y a mí nos iría mejor sin ella.

Ruby: ¿Crees que ambos podríais dejar de verla?

Rosie: Bueno, deberíamos, de lo contrario mucho me temo que no vamos a seguir juntos para cuando Greg cumpla cuarenta…

Para mi marido

Felices cuarenta, corazón.

Besos,

Rosie

¡Feliz cumpleaños!

Ahora eres más feo y más viejo.

Para Greg

De Katie y Toby

Querido Alex:

Me parece que voy a organizar un equipo de búsqueda. ¿Te ha tragado la tierra? ¿Sigues vivo?

El otro día llamé a tu madre y tampoco sabe gran cosa de ti. ¿Va todo bien? Porque si no es así, tengo derecho a saberlo. Se supone que tienes que confiar en mí porque soy tu mejor amiga y… lo dicta la ley. Y si todo va bien, da señales de vida igualmente. Necesito cotilleos. Es la segunda parte de esa misma ley.

Aquí todo es tan desquiciado e impredecible como siempre. Katie ya tiene once años, como bien sabes. Gracias por tu regalo. Es tan mayor que me dice que no tiene por qué informarme sobre adónde va durante el día ni a qué hora regresará a casa. Ésas son informaciones sin importancia que según parece una madre no necesita saber. Pensaba que aún me quedaban unos años antes de que se convirtiera en un monstruo, antes de que me viera como alguien que se interpone en su camino, dispuesto a hacerle la vida imposible a propósito. (De acuerdo, a veces lo hago.) Ahora la niña se pinta los labios, Alex. De un color rosa brillante. Se pone brillantina en los ojos, en las mejillas y en el pelo; estoy criando a una discotequera. Ahora tengo que llamar tres veces a la puerta de su dormitorio si quiero que me deje entrar, porque así puede identificar al intruso. (Estoy muy celosa de Toby porque sólo tiene que llamar una vez. Greg, en cambio, tiene que llamar trece veces. Pobre Greg. A veces, por no decir casi siempre, pierde la cuenta y Katie le niega la entrada por motivos de seguridad. Pero, vamos a ver, ¡¿quién más iba a llamar trece veces a su puerta o, al menos, a intentarlo?! Aunque me he vuelto muy lista y a veces sólo llamo una vez; así cree que soy Toby y me deja ver el sanctasanctórum de Katie Dunne.Te esperarías encontrar paredes pintadas de negro, sin luz, y pósteres horripilantes, pero tiene la habitación sorprendentemente limpia y ordenada.)

No sé si te sigue escribiendo, pero si te desvela algún aspecto interesante de su terriblemente ocupada y secretísima vida, te ruego que me lo cuentes. Soy su madre y esto sí que lo dicta la ley.

En el trabajo todo va bien. Sigo en el hotel y me he convertido en la empleada que lleva más tiempo en plantilla. Curioso, ¿verdad? Pero -siempre tengo que tener un pero-, aunque ya sé que siempre he estado obsesionada por el funcionamiento interno de los hoteles, a veces me pregunto: «¿Y ya está? ¿Sólo consiste en esto?». Hacer lo que hago está bien y no me quejo, pero me gustaría subir un poco. No descansaré hasta ser la directora de los hoteles Milton.

Greg dice que estoy loca. Dice que sería un disparate dejar un trabajo con un buen sueldo, un buen jefe y un buen horario. Piensa que aquí lo tengo fácil y que debería estar satisfecha. Supongo que lleva razón.

¿Cómo está Josh? Me encantaría volver a verle. Tenemos que organizar un encuentro pronto. No quiero que no sepa quién soy. Siempre prometimos que nuestros hijos serían grandes amigos, ¿te acuerdas?

No quiero convertirme en uno de esos desconocidos que de repente llegan de visita y sin que venga a cuento le meten un billete en la mano. Aunque a mí me gustara mucho esa clase de gente, en mi caso preferiría significar algo más para Josh.

Bueno, pues creo que éstas eran todas las apasionantes novedades que tenía para contarte. Escríbeme, llámame, mándame un e-mail o coge un avión y ven a verme. O haz todas esas cosas. Haz lo que sea con tal de que sepa que sigues en este planeta.

Te añoro.

Besos,

Rosie

Querida Rosie:

Sólo cuatro líneas para que veas que sigo vivo (o casi). Sally está consumiendo todas mis reservas de vitalidad últimamente. Estamos ultimando el divorcio… ¡Qué pesadilla!

Y eso es todo por estos pagos. Te dejo. Tengo que hundir mis manos en el pecho de un paciente.

Dale un beso a Katie.

Alex

De: Rosie

Para: Stephanie

Asunto: Re: ¡Cotilleo!

Gracias por tu carta, Steph. Estoy la mar de bien, gracias. Todos estamos bien y con buena salud. No tenemos de qué quejarnos.

Tengo la impresión de haber tomado la decisión correcta a propósito de Greg y, por lo que cuenta Alex sobre los trámites de su divorcio, me alegra que Greg y yo no hayamos optado por esa vía. Al menos Sally y Josh no se han mudado muy lejos de Alex, de modo que se las apaña para ver a su hijo con relativa frecuencia.

Mi peor pesadilla sería perder a Katie. No sé qué haría. Puede que se pase todo el día viendo la MTV, que ponga música a todo volumen en su habitación, que me fastidie los días libres obligándome a ir al colegio a discutir con la señorita Narizotas Aliento Apestoso Casey, que deje rastros de purpurina por todos los sofás y las alfombras, que me dé un susto de muerte cada vez que se retrasa un minuto después del toque de queda de las nueve… pero es lo más importante de mi vida. Siempre es lo primero.

Estoy muy contenta de que Alex no acudiera al baile de debutantes y muy contenta de que Brian el Llorica fuese una persona tan aburrida. Los hombres de mi vida me han fallado, pero la niña de mi vida me recompensa con creces a diario.

Apreciada señorita Rosie Dunne:

Confío en que esté libre el próximo lunes 16 a las nueve de la mañana para reunirse conmigo en el colegio. Los padres de Toby Flynn también acudirán. Se trata de los resultados del último examen de matemáticas. Al parecer Katie y Toby pusieron las mismas soluciones en todos los problemas. Lo que me llamó la atención fue que casi todas las soluciones fuesen erróneas. He hablado con Katie y Toby e insisten en que es pura coincidencia.

Copiar, como bien sabe, se considera una falta muy grave en la Escuela Primaria San Patricio. Me parece un caso de déjà vu, Rosie…

Por favor, llame para confirmar su asistencia.

Señorita Casey

Capítulo 23

De: Rosie

Para: Alex

Asunto: Adultos

¿Qué imagen debemos de dar? Iba a decir que quién se hubiese figurado que íbamos a pasar por tantos «problemas de adultos», pero no considero que nuestras situaciones, tú pasando por un divorcio y yo intentando recomponer mi matrimonio, sean especialmente adultas. Creo que ambos teníamos las cosas bastante claras cuando jugábamos a policías y ladrones en el jardín de atrás. ¡Desde entonces todo ha ido cuesta abajo!


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