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QUINTA PARTE

Uno

Azucena abrió los ojos antes de tiempo. Su respiración era agitada. Había salido de la regresión en un estado muy alterado. Supo de inmediato que esa mujer que gritaba desesperada por la muerte de su hijo no era otra que Citlali, y que ese niño que sólo vivió unos minutos no era otro que ella misma en su otra vida. La conmovió mucho saber que esa mujer a quien tantos celos le tenía fue en otra vida su madre. Ya no podía verla con los mismos ojos. Tampoco a Rodrigo. Le resultó muy impactante enterarse de que Rodrigo, su adorado Rodrigo, el hombre por el que estaba dispuesta a todo, había sido el conquistador que la había matado a sangre fría. Le tomó un instante ligar la imagen de Citlali con la de la india que Rodrigo había violado. ¡Se trataba de la misma mujer! Lo sabía porque había visto la foto de la violación mil veces. Conocía el rostro de esa india de memoria. La foto formaba parte de la regresión de Rodrigo, y Azucena la había guardado por morbosa. Infinidad de veces se había regodeado en el sufrimiento de ver a Rodrigo poseer a otra mujer y de ver la lujuria de sus ojos. Ahora podía abordar la imagen desde otra perspectiva. Debió de ser terrible para Citlali haber sufrido una violación a manos del asesino de su hijo. ¡Qué experiencia más tremenda! Azucena sintió mucha pena por ella.

Teo, de inmediato lo comprendió todo. Abrazó a Azucena y la consoló dulcemente. Con palabras suaves empezó a tranquilizarla. La hizo que se relajara y entrase nuevamente en un estado Alfa. Le sugirió que preguntara cuál era su misión en esa vida. Azucena siguió sus instrucciones dócilmente. Al poco rato respondió que era hablar a los aztecas sobre la importancia de la Ley del Amor , porque la estaban rompiendo y corrían el peligro de que la Ley de la Correspondencia actuara en su contra. Teo le preguntó si logró dar ese mensaje. Azucena le respondió negativamente. Le explicó que la mataron antes de que pudiera darlo. También habló de que tuvo otra oportunidad en su vida de 1985, pero tampoco la dejaron hablar. Finalmente comprendió que ahora tenía otra oportunidad de decir lo que tenía que decir.

En ese momento, Azucena empezó a comprender el porqué de todo lo que le había pasado. Encontró que existía una relación lógica entre todos los hechos. Cada uno es el resultado de otro anterior. Aparentemente no hay nada injusto.

Lo único que aún no le había quedado claro era por qué ella. ¿Por qué no eligieron a otra para dar ese mensaje tan importante? A esa pregunta aún no le encontraba respuesta, pero al menos tomó conciencia de su misión y retomó el entusiasmo por cumplirla. Lo malo era que ahora tenía un nuevo impedimento. No podía regresar a la Tierra porque tanto ella como los demás ocupantes de la nave eran buscados por la policía. En eso llegó Cuquita a traerle una gran noticia. Acababa de escuchar en la radio que una peregrinación interplanetaria se dirigía a la Villa a ver a la Virgen de Guadalupe. Si lograban infiltrarse entre la multitud sería imposible que los detectaran al llegar a la Tierra. Azucena se alegró enormemente. De inmediato lo consultó con todos y decidieron abandonar la nave del Palenque Interplanetario en el planeta más cercano y yiajar en la nave inmensa que transportaba a los peregrinos.

Dos

Verdaderamente, Azucena no tiene remedio. No importa cuanta ayuda se le dé. ¡Siempre termina cagándola!

Yo protesté guardar y hacer guardar la Ley del Amor, y estoy a punto de romperla. Ya no puedo impartir justicia. Estoy faltando a la ética y, lo que es peor, me siento completamente cínico sentado en una silla de Ángel de la Guarda cuando lo que tengo ganas de hacer es acabar con una bola de hijos de la chingada: empezando con Isabel y terminando con Nergal, el jefe de la policía secreta del Infierno.

Yo creí que, con la ayuda de Teo, Azucena iba a reaccionar y a cumplir con su misión. ¡Y pues no! Resulta que se ha enamorado de Teo como una adolescente y no hace otra cosa que pensar en él. ¡No, si no cabe duda, que todo el mundo hace muy bien su papel menos yo! Teo, nuestro Ángel de la Guarda undercover, es demasiado eficiente el cabrón. Es más, bien que le encanta andarse fajando a Azucena por todos los rincones. El pretexto es que lo hace para mantenerla alineada con el Amor Divino, pero lo que le anda alineando es otra cosa. ¡Y yo aquí de su pendejo!, mientras Nergal destituye a Mammón de su puesto de Demonio de Isabel, y Mammón, con todo el tiempo libre del mundo, se dedica a coquetear con Lilith, mi novia, y mientras Azucena, inflamada de amor romántico, planea con el compadre Julito una revolución armada para acabar con Isabel. ¡Dios nos agarre confesados!

La imposibilidad que tiene Azucena de verse el interior la hace centrar su atención en los problemas de los demás para tratar de encontrarles solución. ¡Claro! Es mucho más fácil ver la paja en el ojo ajeno. El terror de meterse de cabeza en sus entrañas, el miedo a removerlas, a llenarse de mierda, la ha empujado a buscar una solución colectiva a su problema olvidando que las soluciones colectivas no siempre funcionan, porque cada persona tiene su propia evolución espiritual. Ninguna organización social va a encontrar un camino que sea bueno para todos porque los problemas que Azucena, al igual que los demás seres humanos, tiene en su vida diaria son el resultado de desajustes que fue incapaz de solucionar en el pasado. Por eso, cada caso es único y diferente del de los demás. Por supuesto que de cualquier manera afectan su participación en el mundo público, pero no es cambiando la colectividad como se arreglan las cosas, sino cambiando uno mismo. Al lograrlo, automáticamente se modifica la colectividad. Todo cambio interior repercute en el exterior, porque lo que es adentro es afuera.

¿Qué hay que cambiar hacia adentro? La respuesta está en el pasado. Cada uno tiene que investigar y descubrir cuáles son los problemas que no pudo solucionar en otras vidas para superarlos en ésta. De no hacerlo, mantendría lazos con el pasado que tarde o temprano se convertirán en pesadas cadenas que le impedirán realizar la misión que le corresponde. El conocimiento del pasado es el único camino para liberar esas amarras y cumplir con su misión, su única, intransferible e individual misión. ¿Quién demonios le dijo a Azucena que organizando una guerrilla es como va a solucionar todos sus problemas? Una guerra o una revolución, a pesar de que a veces son necesarias y logran la obtención de beneficios colectivos, pueden retardar la evolución individual. Es más, en este momento una actividad de ese tipo sólo la va a distraer de su misión.

Hay otras causas que impiden cumplir con la Voluntad Divina. La más dañina y frecuente es el Ego. A todo el mundo le gusta sentirse importante, valorado, reconocido, galardonado. Para conseguirlo, generalmente hacen uso de los dones que la naturaleza les dio. Los elogios que reciben a su manera de escribir, de cantar, de bailar o de dirigir un país, los hace olvidar la razón por la que les fueron dados tales dones. Si nacieron con ellos, no fue para su lucimiento personal, sino para que los pusieran al servicio de la Voluntad Divina.

El don de organizadora que Azucena tiene es la mejor arma con la que cuenta para realizar su misión, pero, pa- radójicamente, puede llegar a ser su peor enemigo. Está tan atrapada en los elogios que el compadre Julito le hace a su capacidad organizativa y a su inteligencia, ¡se siente tan importante la señorita!, que está utilizando su libre albedrío en la toma de decisiones que la van a conducir a obtener un triunfo. Triunfo que obviamente le acarreará más elogios, pero que, al mismo tiempo, la estará alejando cada vez más de su misión.

¿Por qué? Porque si triunfa se convertirá en una dirigente política. El poder le va a dar la sensación de que es muy importante. Al sentirse importante, creerá que se merece todo tipo de honores y reconocimientos. Si no los obtiene de inmediato se va a sentir ofendida, lastimada, disminuida, y va a reaccionar con odio hacia la persona o personas que le negaron el reconocimiento. ¿Por qué? Porque hasta ahora nadie que detente el poder ha podido reaccionar de otra manera. Nada más por eso.

¿Después qué? Tratará de mantenerse en el poder a como dé lugar. Intrigando, asesinando y en pocas palabras, odiando. Enseguida el rencor vendrá a cubrir su aura con una capa densa de polo negativo. Mientras más rencor acumule, menos capacitada estará para escuchar mis consejos, pues éstos viajan en vibraciones muy sutiles de energía que chocarán contra la cortina de elogios que la mantendrá atrapada en el engaño.

¿Y luego? Pues nunca más podremos cruzar palabra alguna. Esa capa provocará que rompamos relaciones de cualquier tipo y me botará de su lado. ¡A mí, que soy su Ángel de la Guarda, y últimamente con el que tiene que trabajar y de quien debería estar esperando reconocimiento y no del pendejo del compadre Julito! ¡Qué horror! ¡Pero qué digo! Estoy insultando a un inocente. Es que Azucena realmente me está haciendo perder la cabeza. Si no reacciona creo que voy a terminar realmente loco. Lo que más le recrimino es que por su culpa estoy perdiendo a Lilith. ¡No lo soporto! Sé muy bien que se trata de un vulgar problema de Ego y que lo más conveniente es hacerlo a un lado si no quiero que obstaculice el cumplimiento de mi misión al lado de Azucena, pero qué quieren, no puedo controlarlo. ¡Qué vergüenza! Sé que es muy lamentable el espectáculo que ofrezco. ¡Un Ángel de la Guarda muerto de celos! Sería una buena nota para un periódico amarillista. Lo más increíble es que hice un doctorado sobre la manera en que un Ego deformado puede arruinar una relación de pareja. Les aseguro que me sé de memoria la teoría.

Una persona con problemas de ego querrá tener a su lado una pareja que sea un objeto preciado y valorado por todos los demás. El más bello, el más inteligente, etcétera. Un objeto que sólo él posea, porque si todo el mundo lo tuviera perdería su valor. Ya que lo obtiene, cuidará enormemente su propiedad para que nadie lo toque, para que nadie se lo quite, porque si lo pierde su Ego se verá disminuido. La pareja se convertirá en una propiedad que da estatus y provoca admiración. Nunca se preguntará si esa pareja era la que le correspondía tener en esa vida de acuerdo con el Plan Divino. Tal vez la pareja adecuada pasó frente a sus ojos y ni siquiera la vio porque no tenía suficiente talento y no había acumulado los músculos, la belleza o la inteligencia que esperaba. Su incapacidad de ver en el fondo del alma humana le impidió reconocerla, y en cambio, la voz del Ego le hizo unirse a una persona que no le correspondía.



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