Литмир - Электронная Библиотека
A
A

En Bolívar tomé un taxi.

Mientras íbamos camino a mi cuarto de azotea, que por entonces estaba en la colonia Escandón, me puse a llorar. El taxista me miró de lado. Parecía una iguana. Creo que pensó que era una puta y que había tenido una noche mala. No llore, güera, me dijo, no vale la pena, ya verá como mañana ve las cosas de otra manera. No se me haga el filósofo, le contesté, y conduzca con cuidado.

Cuando bajé tenía los ojos secos.

Me preparé un té y me puse a leer acostada en la cama. No recuerdo qué leí. Seguro que no a Pedro Garfias. Finalmente desistí y terminé de beberme mi té a oscuras. Luego amaneció una vez más en la capital de México.

23
{"b":"87579","o":1}