Литмир - Электронная Библиотека

UNDÉCIMA ENTREGA

Se fue en silencio, sin un reproche,

había en su alma tanta ansiedad…

Alfredo Le Pera

Junio de 1939

Los pañuelos blancos, todos los calzoncillos y las camisetas, las camisas blancas, de este lado. Esta camisa blanca no, porque es de seda, pero todas las otras de este lado, una enjabonada y a la palangana, un solo chorro de lavandina. Las sábanas blancas, no tengo ninguna, la enagua blanca, cuidado que es de seda: se hace pedazos si la meto en lavandina. Una camisa celeste, los pañuelos de color, las servilletas a cuadritos, en este fuentón, y primero de todo los calzoncillos y las camisetas porque no son de color, los pañuelos blancos y este corpiño ¿cómo me voy a aguantar hoy sin verlo a mi nene? que es por el bien de él, guacha fría que está el agua. Una enjabonada en la batea, mi tía lavando afuera en el rancho con el agua de la bomba y se muere de frío pero en este lavadero de la niña Mabel cerrando la puerta no entra el ventarrón ¡si mañana lo encuentro dormido yo me lo despierto al Panchito de mamá!… mañana a la tarde hago los mandados ¿y después el tren toda la noche de Buenos Aires hasta Vallejos? ¡qué lejos estaba Buenos Aires del hijito mío! mañana hago los mandados y las quince cuadras llego caminando, lo hago jugar con la pelota y al volver le lavo los platos de la cena a la señora, al señor y a la niña Mabel: el Panchito es igualito al padre, detrás del tapial está en uniforme el Francisco Catalino Páez ¿qué hace? le da un rebencazo a un preso y todos se agachan del miedo, hasta que termina de trabajar, se pone el capote y al doblar la esquina la sorpresa que le espera. Con este broche una punta de la enagua la tiendo con la otra punta, otro broche con la camisa blanca de seda que no me toque las servilletas a cuadritos y mañana ya están secas hará frío en la esquina con el vestido nuevo? pero la ropa tendida adentro del lavadero no se va a poner negra de tierra. ¿Cuál es tu nombre? le van a preguntar al Panchito, « yo me llamo Francisco Ramírez, y voy a estudiar de suboficial» cuando el padre sea viejo le va a dejar el trabajo de suboficial al hijo. Pero un día por la calle yo voy con el Panchito que ya camina solo ¿para siempre esas patas chuecas? yo lo llevo de la mano pero todos los piojitos son chuecos y después crecen y tienen las patas derechas, al padre lo encuentro de casualidad y si va por la vereda de enfrente yo me cruzo y se lo muestro ¡claro que le va a gustar! que es igualito a él y así nos casamos un día cualquiera, sin fiesta ¿para qué gastar tanto? así el Pancho ve que ya volví de Buenos Aires y a la mañana después de la misa de seis no va nadie a la iglesia, por la puerta chiquita del fondo entra el Pancho, yo, la madrina y el padrino, al señor y a la señora les pido que sean padrinos, la niña Mabel a la mañana trabaja en la escuela, «…y el gaucho extrañado le dijo no llores mi pingo, que la patroncita ya no volverá…» es un tango triste, porque cuando se muere la china el gaucho se queda solo con el caballo y no se puede acostumbrar «…tal vez por buena y por pura Dios del mundo la llevó…» y no dice que le haya quedado un hijo, al Pancho le quedaría el Panchito si yo me muero ¿en qué rancho? ¿en el de él o el de mi tía? estamos en la pieza solos y con este broche cuelgo la camisa celeste de una manga y los pañuelos de color ya están colgados así me falta nada más que la otra camisa blanca de seda que si me muero al quedarse solo con el Panchito tan triste no se va a quedar, por lo menos le dejé un hijo bien sano y bien lindo «…entró al rancho en silencio y dos velas encendió, al pie de la virgencita que sus ruegos escuchó, decíle que no me olvide, virgencita del perdón, decíle que su gaucho se quedó sin corazón, tal vez por buena y por pura Dios del mundo la llevó…» y lo veo que llora y reza por mí ¡yo le perdono todo! ¿no es cierto virgencita que lo tengo que perdonar? y la ropa en lavandina cuando vuelvo de la calle la saco y con la última enjuagada ya está: aunque si me muero él se puede casar con otra, pero por lo menos él ya habrá cumplido conmigo de casarse, y si me muero no es la culpa de él, es la voluntad de Dios, qué triste el paisano no le queda más que el pingo, «…y dos velas encendió, al pie de la virgencita que sus ruegos escuchó…» por la Nené yo un día voy a rezar que sea feliz y tenga muchos hijos que me fue a despedir al tren con el corte de género, de sedita linda para el verano, en la esquina con el escote cuadrado como la niña Mabel ¿llorará el Panchito que hoy no voy a verlo? es por tu bien, negrito de mamá, mírala a mamá en este espejo ¿te gusta cómo le queda el vestido nuevo? que «…en un taller feliz yo trabajaba, nunca sentí deseos de bailar…» las de Buenos Aires en un taller ganan más y lo mismo se van a embromar, que se rían

de mí «…hasta que un joven que a mí me enamoraba llevóme un día con él para tanguear…» sería morocho, cuando me aprieta tanto el Pancho es para no soltarme más… ¿por qué la habrá dejado el novio a esa chica del taller? esta peineta en el pelo así no me despeina el viento en la esquina con ese frío me pongo el tapado viejo? «…fue mi obsesión el tango de aquel día en que mi alma con ansias se rindió, pues al bailar sentí en el corazón que una dulce ilusión, nació…» cada paso, una cortada, él adelanta la pierna y empuja la pierna mía, no sé bailar bien el tango, siempre yendo para atrás, él iba para adelante y a mí me tocaba ir para atrás, las piernas de él me empujaban a mis piernas para atrás, y cuando se quedaba un poquito quieto esperando arrancar de nuevo al compás qué suerte no me soltaba porque de golpe él paraba de bailar y yo me podía caer, pero me tenía agarrada ¡el novio la dejó a la del taller porque no tenía vestido nuevo! «…era tan dulce la armonía, de aquella extraña melodía, y llena de gozo yo sentía mi corazón soñar… mi corazón sangrar…» el corazón sangrándole, se podía morir la del taller y dejar al hijo solo, ¿llora todas las noches como yo? pero no se muere y deja al nene solo, llorar no mata a ninguna «…cómo esa música domina, con su cadencia que fascina, adónde irá mi pobre vida, rodando sin cesar…» del taller lavan a echar, y se va a ir de sirvienta, «…la culpa fue de aquel maldito tango, que mi galán enseñóme a bailar, y que después hundiéndome en el fango, me dio a entender que me iba a abandonar…» las mangas deshilachadas y la solapa, si me pongo el tapado no se ve que el vestido es nuevo «…y adónde irá mi pobre vida, rodando sin cesar…» ¡que se embrome por vaga! qué saben las de las fábricas de Buenos Aires lo que es trabajar, porque son de Buenos Aires se creen que son más que las sirvientas ¡nunca me voy a ir de la casa de la niña Mabel! que me da permiso todas las tardes para ver a mi nene y cuando vuelva de la calle la ropa del balde está blanqueada ¿saldrán bien las manchas de café? y si no salen las refriego de nuevo con jabón que por suerte me acordé de esta peineta ¡viento inmundo asqueroso! y a las siete Pancho da vuelta a la esquina como todos los días y se pone contento de verme después de tanto tiempo, no digas que fui mala que no te vine a esperar antes, es que quería estrenar vestido ¡ya hace dos semanas que volví de Buenos Aires! ¿alguien te lo dijo o no sabías nada? el corte me lo regaló la Nené ¿te acordás de ella? y el Pancho me pide que le muestre al nene y le digo que no puedo ir hasta lo de mi tía porque no terminé de enjuagar la ropa blanca pero que él si quiere puede ir que allá está mi tía con el Panchito ¿le gusta el nombre? le gusta mucho que le puse el nombre de él y en esta esquina Dios quiera que no me venga una pulmonía ¿y si lo hubiese traído al Panchito? lo envolvía en la pañoleta que me dio la Nené Fernández y no hubiese tomado frío y así el padre ya lo veía y nos íbamos a la iglesia porque yo le digo que no está bautizado, entonces el Pancho se cree la mentira y vamos a la iglesia a bautizarlo, y ahí él ya se decide y nos casamos. El uniforme, las botas y la gorra, pero es gordo ¡el comisario! ¿ya serán las siete? ¿vendrá a meterme presa? que tuve un hijo sin casarme, y el corte de género me lo regalaron ¿se creerá que lo robé? ¡el comisario se mete en la confitería! y si un día me arresta yo le cuento en todas las casas que trabajé y que hable con mi patrona y la niña Mabel, ¿por qué tarda tanto en salir el Pancho? «…desde el día que de paseo vi en un banco a una cieguita, y a su lado a una viejita que era su guía y su amor…» ¿se me pasa la enagua? ¡la niña Mabel no me dijo que el vestido está chingado! «…y observé que la chiquita de ojos grandes y vacíos, escuchaba el griterío de otras nenas al jugar…» jugaba la Celina, la Mabel, la Nené, siguieron hasta sexto grado, en el recreo saltando a la cuerda «…y le oí que amargamente en un son que era de queja preguntábale a la vieja ¿por qué yo no he de jugar?…» los pelos en las piernas tiene mi tía y los bigotes, si se afeita le salen cada vez más, y las manos negras, y várices verdes, pero hay una sirvienta, la del Intendente Municipal, que es blanca, pero el Pancho es también negro como todos los que viven en los ranchos «…ay cieguita dije yo con gran pesar, ven conmigo, pobrecita, le di un beso y la cieguita tuvo ya con quien jugar…» ¿y el padre de la cieguita? un día pasa por la plaza y le hace un desprecio, entonces la viejita no tiene fuerza porque es muy vieja para clavarle un cuchillo a ese hombre tan malo, pero la mujer buena vino a ayudarla a la vieja «…y así fue que diariamente al llegar con la viejita me buscaba la cieguita con tantísimo interés… qué feliz era la pobre cuando junto a mí llegaba y con sus mimos lograba que jugásemos los tres…» y ni bien nos casemos el nene que está en una cuna blanquita y el padre llega cansado a la cama, estuvo de suboficial, y después hizo un pozo, para empezar la pared, del baño de la casita, se lava con el agua fría de la bomba, que después ya tendrá la ducha, y el Pancho se tira a la cama cansado pero bien limpio, y el Panchito en la cuna se para solito y mira, agarrado a la baranda, ¡qué me importa que el rancho esté sin cocina! primero que el Pancho se dé el gusto de levantar el baño de material, cuando pueda hará la cocina y yo me lavo al aire libre los platos, las cacerolas, tiro si quedan sobras todo para las gallinas, y cuando entro a la pieza qué cansada, y están los dos jugando, «…pero un día bien me acuerdo no fue más que la viejita, que me dijo la cieguita está a punto de expirar, fui corriendo hasta su cuna, y al morirse me decía ¿con quién vas ahora a jugar?…» y esa mujer tan buena que la hace jugar a la cieguita un día lo ve pasar al padre de la cieguita y le pregunta por qué no la quiere ¿y el hombre es bueno o malo? «…¡ay cieguita! yo no te podré olvidar, pues me acuerdo de mi hijita que también era cieguita… y no podía jugar…» negrito no te enfermes… coméle toda la papa que te da la tía vieja, negrito come la papa así no te me enfermás ahora que hace tanto frío… que me quede ciega yo, antes de que mi nene, voy y me echo en los ojos lavandina pura, quedo ciega y al Pancho le da lástima y se casa conmigo, mi tía hace la comida «…y eran mis pupilas como dos espejos, donde se miraba la felicidad…» arde la lavandina cuando salpica los ojos «…castigó la noche, se quedaron ciegos y quedó en las sombras quebrado el cristal…» ¿se hacen pedazos las ventanas? la carne de gallina por venirme sin tapado «…me cubrió los ojos un borrón de niebla, me perdí en las sombras oyendo tu voz… y en la soledad de mis tinieblas hoy sólo te puedo llorar…» ¿y los ciegos lloran? ¿les salen lágrimas a los que les falta el ojo? ¿y a los que tienen un ojo de vidrio? «…como cien estrellas que jamás se apagan, brillan tus recuerdos en mi corazón…» no te voy a dejar, Raba, yo te prometo que nunca te voy a dejar, soy albañil y soy bueno «…ellas me regalan la ilusión del alba…» te quiero, Raba, te quiero para siempre «…en la noche triste de mi ceguedad…» él se aprovecha que soy ciega y trae a otra más blanca, la sirvienta del Intendente Municipal, y me dice que es una vieja «…eran mis pupilas como dos espejos donde se miraba la felicidad… castigó la noche, se quedaron ciegos y quedó en las sombras quebrado el cristal…» saltan los vidrios rotos, una astilla en punta, y a la chica del taller le sale sangre: un pedazo grande de vidrio le tajeó como un cuchillo la carne, pasó entre las costillas ¡y le partió en dos el corazón! y de un cuchillazo le corté el ala a un pollo pelado, la cabeza, las patas, le saqué el hígado y el corazón, es chiquito el corazón del pollo, y a una gallina la pelé, le di un cuchillazo y adentro estaba llena de huevitos, hervidos con aceite y sal le gustan a la madre de la niña Mabel ¿el corazón de una gallina es más grande que el corazón de un pollo? y no importa que no me pidas perdón, yo sé que vos podés pretender más, una chica que no sea sirvienta ¿y si cuando pasa no me mira? ¿y si se enoja y me escupe? las botas y la gorra… ¡ahí viene! ¡con el capote nuevo! ¡y mi vestido está chingado! Pancho, miráme lo de arriba nada más, el escote cuadrado y las mangas cortas, no me mires el ruedo que está chingado y se me pasa la enagua ¿por qué se cruza a la otra vereda? ¿no me vio? sí que me vio, ¡Pancho! ¡se metió en la confitería! ¿es amigo del comisario? ¡el hijo nuestro se va a quedar cieguito! y yo agarro la lavandina y me la tiro encima y me quemo toda, por mala que no lo cuidé a mi nene, sin padre y cieguito, un día se cayó de la cuna que no sabe dónde poner las patitas chuecas y se partió la frente, se le abrió en dos la cabecita y se me murió, ¡el castigo va a ser ese! que el padre se va a arrepentir demasiado tarde, queda solo y vuelve al rancho, que si hay una vela encendida le reza a la virgen, se le murió la mujer, y se le murió el hijo ¿ya estará blanqueada la ropa para sacarla del balde? no, le debe faltar un rato ¡me lo voy a ver al nene? ¡y después vuelvo corriendo las quince cuadras a sacar la ropa de la lavandina! y hoy no vamos a tener tiempo de jugar a nada porque me atrasé, piojito, pero mañana a la tarde mamá te va a abrigar con la pañoleta nueva y te va a llevar hasta la plaza, que veas pasar los autos, que a vos te gusta mirarlos, un día te voy a traer que veas los canarios de la jaula de la Mabel, y otro día, cuando cobre, te compro los zapatitos ¿cierra a las siete y media la zapatería? y tu papá no me saludó porque estaba apurado ¿se iba a la zapatería para darnos una sorpresa? de tanto andar sin zapatos tengo miedo que te me quedes chueco para siempre, aunque todos son chuecos los piojos como vos, hasta que cumplen dos años ¡Panchito, cuántas cuadras me faltan todavía para poder darte un beso! ¿sos guachito mi piojo? yo te prometo que cuando cobre te compro los zapatitos, y si nos ve tu papá, que si por ahí pasa y delante de la gente te hace un desprecio… ¿tendría miedo que le dé un cuchillazo que se cruzó a la confitería?… con la cuchilla grande corté el ala a un pollo pelado, el cogote, las patas, le saqué el hígado y el corazón, para hacerlo saltado a la cacerola, todas las presas hay que echarlas a la cacerola ya cortadas, el pollo asado no, lo corro por el gallinero, lo agarro, le estiro el cogote y de un cuchillazo le corto la cabeza, aletea todavía un rato después de cortarle la cabeza, y el ojo le pestañea, le arranco todas las plumas y con toda la fuerza le doy otro cuchillazo para abrirle la pechuga, le arranco las porquerías de adentro que se tiran y lo lavo debajo de la canilla con el chorro de agua fría…

33
{"b":"81764","o":1}