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Aquella noche estaba durmiendo en casa de las López Santana, lo hacía algunas veces, sus padres no se despertaron con el ruido de las cuentas del collar de Betty Boop, sólo lo oímos Matty y yo, que nos sentamos en la cama para que nos lo contara todo, dónde había estado, con quién, qué había hecho, todo, absolutamente todo. Betty Boop habló de su día y su noche con pelos y señales, sin omitir detalle, con más delicada ilusión del día en la playa de Balcobo que de la noche en casa de Lucas con el del violín, Betty Boop estaba muerta de risa, la risa también puede ser una coraza, una trinchera, la risa también puede ser el disfraz de la amargura.

– Estoy locamente enamorada de un miserable, además tiene los testículos pequeños como huesos de cereza y el pene tan ridículo que ni lo sentía, estoy desesperadamente enamorada de un miserable, esto me pasa a mí porque soy una estúpida, no tengo perdón de Dios.

Entonces se echó a llorar y después se quedó dormida, Betty Boop no volvió a las clases de violín. Su madre, a eso de las diez o diez y media nos preparó un desayuno delicioso, café capuchino, cruasanes recién salidos del horno, torta de Guitiriz y galletas con mantequilla de Arzúa.

III Planteamiento

All the world’s a stage,

And all the men and women merely

Players.

Shakespeare

As you like it, II, vii, 113

ME ARMO DE PACIENCIA y de ira y confieso con un absoluto descaro haber infringido deliberadamente toda cuanta norma se me quiso imponer, mi marido y yo exigimos que se nos reconozca que vamos a pagar un precio muy alto y muy caro, que vamos a pagar en oro y esmeraldas y con cumplidas creces todos nuestros hediondos e ingenuos pecados mortales; si se nos va a quitar la vida clavándonos en la cruz de San Andrés para que los cuervos se rían de nuestras derrotadas miserias, queremos que se nos autorice a seguir pecando sin caridad hasta que exhalemos el postrer aliento: al castigo infinito debe corresponder la licencia para seguir pecando ya que, por generosa que fuere, jamás llegará a infinita.

– ¿Podría usted jurar que la reclusa inglesa que parió sin que le soltaran las esposas se llamaba Mary Berriedale?

– No.

– ¿Y Aria Barnstaple?

– Tampoco.

– Bien, puede retirarse.

Clara Erbecedo fue una mujer guapa y extraña, ahora hay que hablar ya en pretérito, por aquí casi todas las mujeres son guapas y todas extrañas, los seres humanos son muy raros, mi tía Marianita fue siempre muy rara en su vulgaridad, y Raúl Barreiro, el novio que le dijo a Betty Boop que tirara al niño recién nacido por el retrete, también, tiras dos o tres veces de la cadena y no se entera nadie, vamos, no se entera ni Dios, todo el mundo es extraño, esto no debe ser dudado por nadie por raro que fuere, por extraño y desdibujado que fuere, Clara Erbecedo murió el mismo día que Gitanillo de Triana, el 24 de mayo de hace ya veinticinco años, Gitanillo se mató en accidente de automóvil, iba con su yerno Héctor Álvarez, novillero venezolano, que se mató también, venían de Villa Paz, la finca de Luis Miguel Dominguín, Clara Erbecedo murió de cáncer de útero, le picó la víbora de la espigaruela y no pudo resistirlo, el cáncer es igual que el accidente de carretera. Su hijo Jacobo publicó la esquela en los dos periódicos de La Coruña. Doña Ermitas Erbecedo Fernández, Clara, viuda de López Carreira, falleció en su casa de San Pedro de Nos el día 24 del actual, a los sesenta y tres años de edad, después de recibir los Santos Sacramentos y la bendición de Su Santidad. Sus hijos, Santiago y Vicenta; hijos políticos, Eva Santana Araújo y Enrique Canelas Pose; nietos, Diego, Francisco, Marta, Claudia, Rebeca, Rodolfo y Benjamín Carlos; hermanos, Florián (sacerdote) y Heliodoro (ausente); sobrinos y demás familia, y sus fieles servidores Rómula Restande Iglesias y Evaristo Cruces Silva, ruegan a sus amistades, etc., dos meses después se llega a la Luna, pero todo sigue igual, Bertrand Russell afirma que se ha expandido el ámbito de la estupidez humana, ya se dijo. Esto de los nombres es en ocasiones confuso porque la gente no se llama siempre como se llama sino como quisiera llamarse, lo único que se explica en la esquela mortuoria es que a Ermitas le llamaban Clara, también conviene precisar la correspondencia onomástica que se expresa a continuación: Ermitas, Lucía, además de Clara; Santiago, Jacobo; Vicenta, Mary Carmen; Diego, Pichi; Francisco, Paquito y Fran; Marta, Matty; Claudia, Betty Boop, y Rebeca, Becky, a los hijos de Mary Carmen se los llamó siempre por sus nombres, lo más en diminutivo, Rodolfito y Benjaminín, si la gente leyera con más atención no harían falta estas enojosas repeticiones.

La tormenta no obedece a la rosa de los vientos ni al motor de vapor, la tormenta viene de donde quiere y no respeta lo que señalan los instrumentos de navegación, el norte magnético no es más que una referencia, cuando la tormenta se pinta de norte a sur, de las islas Gabeiras al cabo Prioriño para saltar después a la punta de Seixo Branco, las gaviotas se refugian en tierra y se esconden más allá de Carral y de Montouto, nadie sabe quién gobierna la brújula de las gaviotas. Fran cazaba gaviotas con anzuelo desde la terraza de su casa, ponía una miñoca de cebo, lanzaba la caña lo más lejos posible, cuanta más distancia y altura más emoción, y las cazaba al vuelo, después cobraba el sedal, las desenganchaba y las soltaba porque no sirven para comer, están muy duras. Matilde Verdú estaba obsesionada con la idea de la muerte.

– ¿Tú crees que se puede morir sin fe bastante?

– No, si creyeses en la vida con pasión, si te agarrases a la vida como una lapa, serías inmortal, pero al primer desmayo te morirías entre las carcajadas de los tuyos, todos sentados en el suelo, todos vestidos de limpio y todos borrachos.

– Es horrible esto que me dices.

– Perdóname, no pude evitarlo.

Betty Boop cree más en la vida que en la muerte y ama la aventura imprevista y la zancadilla de la monótona ruleta que decide quienes han de morir cada mañana y de qué manera, Betty Boop vive inmersa en el sueño o flotando en la vida, pero no pudo nunca echar raíces en la tierra.

– ¿Te gusta volar?

– Sí.

– ¿Y nadar?

– También.

– ¿Más en la mar que en la piscina?

– Sí.

– ¿Y andar por el campo o por las calles de la ciudad?

– Menos.

En el Cerro de los Ángeles, Franco renovó la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús. Franco inauguró la nueva iluminación de la catedral de Córdoba. Franco inauguró la presa y el embalse de Iznajar. Betty Boop puso fin a su recua de novios casándose con Roberto Bahamonde, un aparejador de Ribadavia violento, mandón y autoritario, que la puso firme ya desde el noviazgo, yo creo que hasta le sacudía con la mano o con el cinto, Betty Boop le había regalado un cinto de cocodrilo muy elegante de color negro, Roberto le daba trallazos restallantes y se reía mucho, Betty Boop se dejaba gobernar y él no le daba descanso y hacía el amor con ella, siempre a lo bravo, donde se encontrasen, no desperdiciaba ocasión, en la playa, en el coche, en el portal de su casa, en un palco del teatro Rosalía, en el campo, la verdad es que todos los sitios pueden ser buenos. A Betty Boop la mueve un resorte misterioso, venenoso y audaz, Roberto salió de viaje y Betty Boop se fue en bicicleta hasta el puente del Burgo y paró un camión.

– ¿Me lleva? Estoy cansada de pedalear.

– Sube, pon la bici ahí detrás. ¿Adónde quieres ir?

– A Santiago.

– Venga, sube.

El camionero iba en camiseta y fumando una tagarnina, tenía el pecho recio y peludo, los brazos poderosos y tatuados, el cuello fuerte y la cabeza grande, del sobaco le nacía una pelambrera más que cumplida y tenía también la voz solemne, grave y armoniosa, hablaba como un canónigo. Al llegar a Sigüeiro se metieron por la carretera de Vilarromariz a buscar el río Tambre, se pararon en la linde de la carballeira de Cotobal, justo donde empiezan los helechos.

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