Литмир - Электронная Библиотека
A
A

– ¿Usted cree que Dios rige y orienta nuestra voluntad con su voluntad?

– No sé, pero me negaré siempre a decir ni que sí ni que no.

Madrid manda mendigos a La Coruña, devuélvanse a su procedencia, es una orden, el gobierno civil da una nota a los periódicos: se les facilitará alojamiento para pasar la noche y serán enviados otra vez a Madrid, harán el viaje a pie y con carta de socorro que se les facilitará por la jefatura de policía.

María Carlota tenía mala salud, era diabética y padecía del riñón y del hígado, el médico le dijo que llevase una vida normal pero que vigilase mucho la alimentación, no tomase ni una sola copa, reposase dos horas después de las comidas y sobre todo que se quitase de la cabeza la idea de tener hijos, María Carlota acabó enamorándose como una tonta de un chico que tenía una boutique de regalos, trajes de baño y algo de perfumería, antes había estado estudiando farmacia, pero no llegó a terminar, que se llamaba Serafín Lampón, le decían Tordo porque tenía la cabeza pequeña y el culo gordo, que se creía un devorador de mujeres pero no pasaba de ser un mamarracho, un pobre piernas, María Carlota buscó quedar embarazada para ver de engancharlo pero se equivocó porque Tordo salió de estampía y la dejó plantada, al principio María Carlota ocultó su estado a sus padres, a sus amigas y a todo el mundo, pero llegó un momento en que se hizo demasiado evidente y notorio y entonces fue como si se la hubiera tragado la tierra porque no volvimos a verla por ningún lado, al cabo de mucho tiempo me enteré de que se había muerto en el parto, ahora recuerdo que Licorín, o sea el demonio Satán Vilouzás, tiene la potestad de preñar a las mujeres sólo con la mirada, basta con que las mire, las mujeres preñadas por Licorín suelen parir hijos muertos o morirse en el parto, a lo mejor Licorín se mete en el cuerpo de los hombres que huyen como conejos en cuanto preñan a una mujer.

Jaime Vilaseiro llamaba Mattuska a Matty, seguramente creía que era muy ingenioso, empezó ya en la boda, el mismo día de la boda, ella no podía aguantarlo pero él ni se daba cuenta a pesar de que se lo decían más claro que el agua. A Obdulita Cornide no le gustaba su nombre pero el diminutivo le daba rabia.

– ¿Y si te llamásemos Obdu?

– No, peor todavía.

Tanto Betty Boop como Matty encajaron mal que Obdulita se casara antes, la verdad es que no podían estar sin ella, no sabían dar un solo paso sin ella, y tan pronto como regresó de su viaje de novios, fueron a Venecia a pasear en góndola y a Roma a que los bendijera el Papa, las dos López Santana se presentaban todos los días en su casa, a eso de las nueve de la mañana, a desayunar. A Betty Boop y a Matty, cuando vieron otra vez a Obdulita por La Coruña, les entró una prisa enorme por casarse y Eva, su madre, que ya empezaba a notar que su matrimonio iba cuesta abajo, les dijo un día mientras tomábamos café, yo iba casi todos los días a tomar café con ellas después de comer:

– Os pido que tengáis mucho cuidado, hijas, que no os precipitéis, hay que tener mucho cuidado y verlas venir, la vida cotidiana es como la carcoma, la vida del matrimonio es como la polilla, es igual que la polilla, tienes un abrigo colgado de la percha y está muy bien, da gusto verlo, pero en cuanto dejas que le pase un verano por encima y lo descuelgas se te cae al suelo en pedazos porque está apolillado, tiene unos agujeros como puños, la vida del matrimonio es igual, de pronto te encuentras sentada en tu butaca, siempre la misma, delante de un televisor, tu marido está oyendo el diario hablado o viendo el partido del domingo y, aunque tú te pongas lo que te pongas, no se va a fijar en ti, descuida, aunque te tiñas el pelo de color zanahoria o verde lechuga él ni se entera, pierde cuidado, entonces hay que tener mucha paciencia porque todo eso te va reconcomiendo y amargando y entristeciendo, tú sabes ya que eso es irreversible, que no tiene vuelta atrás.

Matilde Verdú invitó a chocolate con churros a Obdulita Cornide, ¡es una lástima que el dueño de la churrería de la calle de la Franja acabase tirándose por la ventana!, y componiendo muy melosa voz y una postura adecuada le dijo:

– Puedes seguir tú, si quieres, con la crónica del derrumbamiento, yo tengo unas ligeras molestias en las cervicales, no creo que sea nada pero estoy algo cansada, sigue tú.

– Como usted quiera.

– Tutéame, mujer, puedes tutearme.

– Como quieras.

Eva siguió hablándole a las hijas:

– Os digo esto con mucha pena. ¡Con la ilusión con la que me arreglo, todavía me sigo arreglando, para gustarle, para que me piropee, para que me coma a besos! ¡Qué dolor! ¡Ojalá tengáis vosotras más suerte! Yo no me quejo de vuestro padre, la verdad es que es bueno conmigo, ni me mira pero es bueno conmigo, yo me quejo de la manera de ser que tenemos todos. Probar a perdonarme, os juro que hago lo que puedo, todas hacemos lo mismo pero es igual, pongo todo de mi parte pero es inútil, yo ya no le hago gracia a vuestro padre, no hay nada peor que la costumbre. Os pido que tengáis mucho cuidado, que no os precipitéis, no hay como la vida de novios y ahora que tenéis tanta libertad, mejor aún; no tengáis prisa, yo no sé por qué os digo todo esto, quizá sea sólo por dolor. Y tú perdóname, Obdulita, ¡con lo poco que me gustaban a mí los sermones!

A Eva se le llenaron los ojos de lágrimas, después sonrió y nos dio un beso a cada una. Eva ni sospechaba siquiera que la memoria es la fuente del dolor, sí, pero también su sumidero y el ancho mar en el que se vierte.

IV Nudo

My brain it’s my second favourit organ.

WOODY ALLEN, Sleeper

EN EL CAFÉ GALICIA don Pedro, que era muy ecuánime y sereno, don Pedro Rubiños, mientras Ana María había ido al servicio, se conoce que a orinar, fe estaba diciendo a Jesusa Cascudo:

– Yo no suelo tener suerte en los juegos, las damas, la correlativa, el julepe, el parchís, la oca, las siete y media, me consuela pensar en eso que se dice de que desgraciado en el juego, afortunado en amores, ¿lo había usted oído?

– Sí, sí, eso es mucha costumbre, lo dice todo el mundo.

El ajusticiado no siempre tiene la dignidad del cerdo, que muere blasfemando, rugiendo, aborreciendo y odiando, jamás las víboras verdes de Kinikdeliberi odiaron con más reverente maestría, el cerdo no perdona jamás al matarife al que, si pudiera: degollaría con el mismo cuchillo de hoja ancha con el que se le desangra parsimoniosamente, también con mucha crueldad e inquina, hasta la muerte, hay condenados a morir en el patíbulo, en el tajo, en la horca, en la guillotina, en el garrote, en la silla eléctrica, que sonríen al verdugo, que se esfuerzan por caerles inútilmente simpáticos.

– Repare usted en que el ejecutor de la justicia, en estrados se llama ejecutor de la justicia al verdugo, no mata por odio ni por asco ni por capricho, el verdugo procede por muy confusas motivaciones y mata por dinero, mata por unas escasas monedas de cobre e incluso sin deleitarse siquiera, si se le pagase en oro iba a haber muchas sorpresas.

Ayer tarde, a las cuatro, hallándose de servicio en los Pelamios, frente a la calle de Veramar, el consumero don Amable Abeleira Cedeira, resbaló yendo a caer sobre unas peñas que baña la mar; la muerte por fractura de la base del cráneo tuvo lugar media hora después de ingresar en la casa de socorro de Cuatro Caminos a donde fue llevado en camilla.

– ¿Ingresó el consumero de Pelamios?

– Sí, el finado está detrás del biombo. Escuchen, o se llevan el cadáver abonando el gasto, no creo que monte más de cuatro pesos, o se van de vacío, ustedes verán.

Mi marido no estuvo en el exilio ni un solo día, lo dejé entrever no más para que se callase Paula Fields y me dejaran de marear los asesores de Gardner Publisher Co., yo jamás me hubiera casado con carne de derrota, prefiero la carne de presidio, la carne de garito, la carne de horca, no es de la misma lujuriosa sustancia la carne de los maridos que la de los amantes, en esto debe una mostrarse inflexible.

23
{"b":"125328","o":1}