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Todos obedecieron, Fran titubeó un momento pero también obedeció, el primero en morir fue Salustiano Balado y el último Julián Santiso, es un dato de comprobación difícil, todos se fueron quedando dormidos, dulcemente dormidos para siempre, todos dejaron de cantar poco a poco y después dejaron también de respirar, a nadie le pasó por la cabeza la idea de la deserción, Fermín Corgo, un practicante que vivía en el piso de abajo, vio que por la escalera bajaba mucha agua ensangrentada, se asustó y llamó por teléfono a la policía.

* * *

Aquí termina esta crónica de un derrumbamiento, también se me acabó el último rollo de papel de retrete, las gaviotas se asustaron al ver volando juntas a tantas almas ensangrentadas y se metieron en Santiago, llegaron de La Coruña y de Corcubión, de Nova, de Muros, de Villagarcía, de todas partes, se posaron en las torres de la catedral, en los alares, en los tejados, en los árboles, en los bancos de los paseos, en todos los sitios, jamás se vieron tantas gaviotas en tierra adentro, gaviotas a terra, mariñeiros á merda. Aquí somos todos marineros.

Finca El Espinar

Guadalajara

Primavera de 1994

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