– ¡Quite usted allá, mujer! ¡Quite usted allá! Ésas no son más que habladurías y murmuraciones de gente desocupada, si la gente trabajase más no pasarían estas cosas. ¿Para qué iba a querer Loliña Araújo meterse en esas aventuras sacrílegas teniendo a Evaristo?
– Sí, eso es lo que yo pienso, pero parece que no es así, todas sabemos que Evaristo no es de Loliña sino de su consuegra. doña Clara, Evaristo es el jardinero de doña Clara, el del invernadero de San Pedro de Nos, lo de Loliña y el sacristán Baldomero es otra cosa, cierta o falsa pero otra cosa, yo ni quito ni pongo rey.
– Sí, ya entiendo, ahora ya entiendo, es triste eso de que le cuelguen a una lo que no hizo. Doña Concha Reigosa hace ya lo menos siete años que no peca más que contra el mandamiento de la ley de Dios que prohíbe levantar falsos testimonios y mentir.
– ¿Cuál es?
– No sé, no lo recuerdo bien, el octavo, creo que el octavo, sí, es el octavo, el séptimo no robar, el octavo no levantar falsos testimonios ni mentir, el noveno no codiciar la mujer de tu prójimo, tomando carrerilla desde el principio salen todos.
– Sí. ¿Y las mujeres podemos codiciar al hombre de nuestras amigas y nuestras vecinas, al hombre de las demás?
– Eso no lo sé y además tampoco quiero meterme en líos.
Los tres excursionistas de Balcobo, cuando volvieron a La Coruña se fueron a casa de Lucas que también era buen cocinero, Lucas lo hacía todo bien, bueno, digamos que casi todo, con las mujeres tengo mis dudas.
– Puedo daros coca-cola o fanta, no tengo vino.
– No importa, yo no bebo.
– Ni yo.
Lucas sacó coca-cola de la nevera, les puso unos amorosos valses de Chopin en el tocadiscos, se metió en la cocina, les preparó unos espaguetis carbonara riquísimos, se los sirvió y se esfumó, Lucas sabía que Betty Boop era más de Miguel Negreira que suya, vamos, la verdad es que suya no lo era nada, él tampoco tenía ninguna otra, pensaba que las mujeres éramos poco de fiar; en la cena la pareja habló de cosas banales e intrascendentes, los versos de Adelita, la inmensidad de la mar, la belleza de la música, cómo el amor puede llenar la vida entera, y después se sentaron en el sofá, encendieron un cigarrillo, ¿tienes un porro?, no, yo no fumo porros, fumé uno un día y no me gustó, entornaron los ojos y esperaron hasta sentirse abrazados y besándose, todo llega a su tiempo y es siempre malo precipitarse, Lao Tse culpaba a la prisa de todos los males, esto se lo oí decir a Lucas Muñoz más de una vez.
Todos y todas nos sentimos descubridores del vicio y cómplices del vicioso, si Betty Boop hubiera sabido que su padre iba al gimnasio a ver atletas en la ducha, se le hubiera venido el mundo abajo, si Betty Boop hubiera sabido que su madre iba a la sauna a ver mujeres desnudas y a las últimas filas del cinc: a escuchar los quedos jadeos de las masturbaciones recíprocas, se le hubiera caído el mundo encima, Betty Boop también se sentía la inventora del vicio, Lucas Muñoz le explicó una noche al violinista lo que dijo Baudelaire: no busques más en mi corazón, se lo comieron las bestias. Matilde Lens, la partera de Entrecruces, ya van tres Matildes, no bebe más que gaseosa La Flor de la Gramela.
– Toda la historia que usted me cuenta es repugnante, yo prefiero los chulos a los maricones y las putas a las lesbianas, yo prefiero los accidentados a los enfermos, se conoce que soy una mujer de ideas antiguas, también quiero decirle que aguanto mejor a los maricones que a los chulos; según para qué, tienen mejor corazón.
Betty Boop aquella noche del violinista fue inmensamente feliz en la cama, aunque después dijera que no, tanto las decepciones como los derrumbamientos pueden llevar a la mujer a la mentira, otra ver el octavo mandamiento, el amor propio puede producir los mismos confusos efectos aunque camine por otros senderos.
Javier Perillo, el que merendaba en casa de doña Leocadia y de doña Clara Erbecedo, también parece ser que se acostaba con ella, con doña Clara y quizá con doña Dora, la de don Leandro, estaba especializado en viejas, era amigo de Miguel, el violinista, y de Fran, el hermano de Betty Boop, ésta era muy valiente pero le daba miedo que se descubriese el pastel, La Coruña en esto es como un pueblo, en esto son como un pueblo todas las ciudades del mundo y en España, más.
– ¿Incluso más que en Marruecos?
– No, eso no, digamos que de otra manera.
Don Alfonso, el comandante retirado que se tiraba pedos por lo bajo en casa de doña Leocadia iba algunas noches por los bares de putas, la afición es la afición, don Alfonso era cliente de la Orensana, doscientas y la cama, que se tupía de ginebra en el bar Cartagena de la calle del Papagayo, por el bar Yenka iba menos, aquí triunfaba Manolita Matueca, que era de Laracha, la llamaban la Hormiga Atómica porque iba en moto, Manolita era pequeña de estatura pero dicen que muy juguetona en la cama, en los bares de la calle de la Florida también había buenas hembras, los hombres llaman hembras a las mujeres en determinadas circunstancias, las había mejores en el Carballeira que en el Añón, la leonesa Regina Sopeña era una real hembra, vivía en la calle de San Agustín, en un primer piso muy bien puesto, y en su casa guardaba dos mantones (le Manila, Regina pesaba lo menos setenta kilos y a los hombres los desnataba, los dejaba como un guante, Segunda Couto también estaba buena pero era otra cosa, Segunda Couto quedaba un poco borde de maneras pero estaba muy buena y era complaciente y alegre, había varias' mujeres Y más como se puede suponer, pero esto tampoco es un censo.
A eso de las dos de la mañana Miguel le dijo a Betty Boop que iba un momento a su casa a buscar el traje de marinero para volver a Ferrol a primera hora, Betty Boop había gozado mucho, ¿cuántas veces?, ¡vete tú a saber, llevar esa cuenta es una vulgaridad!, y se quedó dormida, a las seis se despertó sobresaltada, vio que seguía sola, se asustó, se vistió, y se fue para su casa corriendo, entró por el piso de abajo para que sus padres no se enterasen de que había estado fuera toda la noche, sus padres aún no se habían separado, claro, y el piso de Linares Rivas era un dúplex. En la calle de la Franja esquina a la calle de la Trompeta, en la otra acera que el hotel Primitiva Luz, había una casa de citas de tapadillo adonde fui algunas veces con don Valentín el de correos, yo no sé por qué cuento esto que ni viene a cuento siquiera, don Valentín era tío del violinista, se conoce que por eso me acordé ahora. Juan Manuel, Filis y el Zanahorio también eran amigos de Fran, se encontraban en el bar Anduriña, en la calle de la Estrella, esquina a Mantelería, que era famoso por sus tapas, pasaban constantemente bandejas de tapas, en el Anduriña fue donde mataron a uno de una puñalada por aplaudir un gol del Barcelona, estaban dando el partido por televisión. Uno de los sitios de La Coruña donde más sopla el viento es en la calle de la Amargura esquina a Alfonso IX yendo hacia la plaza del General Azcárraga, allí volamos todos por el aire. Betty Boop entró con los zapatos en la mano para no hacer ruido, abrió la puerta con todo sigilo, pero el collar de bolas se le enganchó en el picaporte, se le rompió y las cuentas hicieron un gran estruendo al caer contra el piso de madera.
– Pido permiso al señor gobernador del Banco de España para una cuestión de orden.
– Concedido.
– Gracias, señoría. Con la venia, cuando hablo de las dos hermanas López Santana y de mí y de nuestras aventuras estoy mintiendo, yo no anduve jamás metida en semejantes tutes, tampoco quisiera hacerme la estrecha, pero esto que digo es verdad, yo escribo a veces en primera persona para complacer a mi agente y a mi editor, tanto Paula Fields como Gardner Publisher Co. tienen sus prejuicios y sus manías (y motivaciones maniáticas), lo verdaderamente ejemplar es que todo lo convierten en dinero, todo lo que tocan se vuelve dinero y son capaces de vender los más raros productos de la subinteligencia. Supongo que está completamente claro lo que quiero decir, eso de echar el yo por delante no es más que un subterfugio, otros le llamarían licencia poética.