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En una página aleatoria, atrapó una palabra que sí podía leer.

Zsadist.

Ella había escrito su nombre. Hojeó el diario, mirándolo estrechamente. Había escrito su nombre varias veces recientemente. Se abatió cuando se imaginó el contenido.

Cerrando la libreta, la devolvió al lugar exacto dónde la había encontrado. Entonces miró a su derecha. Había una cinta del pelo sobre el soporte de la cama, como si ella se la hubiera quitado antes de meterse a la cama. La recogió y enrolló el negro satén en sus dedos.

Butch apareció en la base de la escalera.

Z salió disparado de la cama como si lo hubieran cogido haciendo algo malo. Lo que, desde luego, había hecho. No debería haber estado por la zona privada de Bella.

Pero al menos Butch no parecía más cómodo de lo que había estado en la reunión.

– ¿Qué diablos estás haciendo aquí, poli?

– Quería ver la escena otra vez. Pero veo que eres práctico con una toalla de papel.

Zsadist lo fulminó con la mirada a través de la habitación. -¿Por qué te preocupas por todo esto? ¿Qué significa el rapto de una de nuestras mujeres para ti?

– Me importa.

– Es nuestro mundo. No el tuyo.

El poli frunció el ceño. -Perdóname, Z, pero dada tu reputación, qué es todo esto para ti.

– Solo estoy haciendo mi trabajo.

– Sí, de acuerdo. ¿Entonces que estabas haciendo ahora en la cama? ¿Por qué te pasas horas limpiando su casa? ¿Y por qué aprietas tanto la cinta que hace que se te pongan los nudillos blancos?

Z miró su mano y despacio liberó el apretón. Entonces miró al humano fijamente.

– No me jodas, poli. No te gustará lo que te contestaré.

Butch maldijo. -Mira, solo quiero ayudar a encontrarla, Z. Tengo…esto significa algo para mí, ¿vale? No me gusta la violencia con las mujeres. Tengo una historia repugnante personal con esta clase de mierda.

Zsadist metió la tira de satén en su bolsillo y rodeó al humano, acercándose a él. Butch se puso en posición de defensa, esperando que lo atacara.

Z se paró mortalmente delante del tipo.- Los lessers probablemente la hayan matado ya, ¿verdad?

– Tal vez.

– Probablemente.

Z se apoyó hacia delante y suspiró. No podía oler ningún miedo saliendo del humano aún cuando su gran cuerpo estuviera tenso y listo para luchar. Eso era bueno. El poli iba a necesitar pelotas si realmente quería jugar en el infernal cajón de arena de la Hermandad.

– Dime una cosa. -Refunfuñó Z. -¿Me ayudarás a matar a los lessers que se la llevaron? ¿Tienes estómago para ello, poli? Por que…voy a hacerlo, estoy loco por ello.

Los ojos color avellana de Butch se estrecharon. -Ellos toman de ti, ellos toman de mí.

– No soy nada tuyo.

– Estás equivocado en eso. La hermandad ha sido buena conmigo y soy fiel a mis muchachos, ¿me entiendes?

Z midió al hombre. El aura que Butch desprendía era todo negocio familiar. Bajo-la-sangre del negocio familiar.

– No tengo gratitud. -Dijo Z.

– Lo se.

Z se reforzó y extendió la mano. Sintió la necesidad de sellar un pacto entre ellos, aún cuando fuera a odiar la sensación. Por suerte, el apretón del humano fue apacible. Pero sabía como podía manejar Z la fuerza de contacto.

– Vamos juntos tras ellos. -El poli dijo mientras dejaba caer los brazos.

Z asintió con la cabeza. Y los dos se encaminaron hacia arriba.

Capítulo 51

Mary saludó con la mano cuando el gran Mercedes paró en frente del hospital. Ella corrió de tal manera que Fritz solo pudo salir por la puerta del conductor cuando ella se metió en el coche.

– ¡Gracias, Fritz! Escucha, he llamado a Rhage seis veces al móvil y no me ha contestado. ¿está todo bien?

– Todo está bien. Vi al señor esta tarde.

Sonrió rápidamente al doggen. -!Bueno! y como son las ocho, todavía es temprano para que haya salido.

Fritz puso el coche en marcha y con cuidado sorteó el tráfico. -Hay algo que necesite…

Ella extendió las manos a través del asiento, abrazó al anciano y lo besó en la mejilla. -Llévame rápido a casa, Fritz. Más rápido de lo que nunca lo hayas hecho. Rompe cada ley de tráfico.

– ¿Señora?

– Ya me has oído.!Todo lo rápido que puedas!

Fritz se puso nervioso por la atención, pero se recuperó rápidamente y apretó el pedal del acelerador.

Mary se colocó el cinturón de seguridad y bajó rápidamente la visera y se miró en el pequeño espejo alumbrado. Sus manos temblaban cuando las puso sobre sus mejillas y sonrisas tontas se le escaparon de la boca, sobre todo cuando el coche se precipitó por una esquina y ella fue lanzada contra la puerta.

Cuando las sirenas sonaron, se rió con más fuerza.

– Lo siento, señora. -El doggen le echó una mirada. -Pero debo evitar a la policía y esto se puede poner algo movido.

– Cierra las puertas, Fritz.

El doggen tiró de algo y todas las luces desaparecieron y fuera no se distinguía el coche. Entonces el Mercedes soltó un rugido que le recordó el paseo en el GTO con Rhage por las montañas.

Bien, pero entonces habían llevado las luces prendidas.

Ella se agarró a la correa del cinturón de seguridad y gritó con el alboroto del chillar de los neumáticos. -¡Dime que tienes una vista nocturna perfecta o algo así!.

Fritz le sonrió con clama, como si solamente estuvieran charlando en la cocina. -Ah, sí, señora. Perfecta.

Con una sacudida hacia la izquierda giró alrededor de un mini-camión y luego entró en callejón. Frenando de golpe para evitar atropellar a un peatón, apretó el acelerador cuando tuvo el camino despejado en la estrecha calle. Saliendo deprisa por otro lado, cortó a un taxi, esquivó un autobús. Incluso lo hizo con un SUV del tamaño del QE II pensándoselo dos veces antes de adelantarlo.

El viejo tipo era un artista detrás del volante.

De acuerdo, un artista en un Jackson Pollock de camino, pero asombroso sin embargo.

Y luego aparcó rápidamente. Directamente en la puerta de la residencia. Justo como eso.

El coro de sirenas se hizo tan ruidoso que ella tuvo que gritar. -Fritz, ellos van a…

Dos coches de policía se acercaban rápidamente a ellos.

– Un momento más, señora.

Otro coche de polis voló al final de la calle.

Fritz redujo y continuó con paso enérgico.

– Agradable truco, Fritz.

– Sin que se ofenda, madam, pero las mentes humanas son fácilmente manipulables.

Mientras iban deprisa, ella se rió y jugó con los dedos sobre el reposabrazos. El viaje parecía eterno.

Cuando divisaron el primer juego de puertas dobles, ella prácticamente vibraba, muy excitada. Y en el momento en que aparcaron delante de la casa, salió del coche, sin molestarse en cerrar la puerta.

– ¡Gracias, Fritz! -Le dijo sobre su hombro.

– ¡De nada señora! -Le gritó desde atrás.

Ella atravesó el vestíbulo y saltó rápidamente por la magnífica escalera. Cuando giró arriba, corría mortalmente, su bolso se balanceaba golpeó una lámpara. Volvió hacia atrás y cogió la cosa antes de que se estrellara.

Reía a carcajadas cuando entró en el dormitorio…

Mary se paró de golpe.

En el centro de la habitación se encontraba Rhage desnudo y arrodillado en una especie de trance sobre una especie de losa negra. Tenía algo blanco atado en el cuello y en las muñecas. Y había sangre goteando sobre la manta, auque no podía ver de dónde provenía.

Su cara se veía como si hubiera envejecido décadas desde la última vez que lo había visto.

– ¿Rhage?

Sus ojos se abrieron despacio. Eran opacos, atontados. Parpedeó Mirándola y frunció el ceño.

– ¿Rhage? ¿Rhage, qué pasa?

Su voz pareció llamar su atención.

– Qué estás…-Él se paró. Sacudió la cabeza como si intentara aclararse la vista. -¿Qué estás haciendo aquí?

– ¡Estoy curada! ¡Es un milagro!

Cuando ella fue corriendo, él saltó apartándose se su camino, sosteniendo sus manos y mirando en los alrededores desesperadamente. -¡Sal! ¡Ella te matará! ¡Te llevará de regreso! ¡Oh, Dios, aléjate de mí.

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